MEDIO AMBIENTE

Hace millones de años, la Tatacoa era tan biodiversa como la Amazonia

En el lugar hubo más de 80 especies de mamíferos, más de 20 de peces, al menos dos de anfibios, cinco de aves y más de 25 de reptiles, de las cuales 10 corresponden a cocodrilos. Es la zona donde se han encontrado más fósiles de primates y murciélagos en el mundo.

23 de junio de 2020
El desierto de la Tatacoa es visitado por cientos de turistas nacionales y extranjeros.

La biodiversidad registrada en el desierto de la Tatacoa pudo haber sido muy similar a la que tiene la Amazonia: con aves, mamíferos, peces, anfibios y plantas acuáticas y terrestres, entre muchas otras especies. 

Catalina Suárez, geóloga egresada de la Universidad Nacional y doctora en Paleontología de la Universidad de La Plata (Argentina), quien durante años se ha dedicado a estudiar las particularidades de este desierto, ubicado entre los departamentos de Tolima y Huila, explica que los estudios que se han realizado a lo largo de más de 100 años permiten determinar que en el lugar hubo una importante diversidad de fauna y flora.

Los distintos análisis concluyen que allí habitó un importante número de especies de fauna de distintos géneros, junto con una gran diversidad de plantas y árboles frutales, que servían de alimentos a los mamíferos. "El análisis de los dientes de los fósiles permiten determinar que muchos de ellos se alimentaban de plantas y frutas, lo que hace suponer que allí hubo un gran bosque", dice Suárez. 

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En este majestuoso lugar, que cuenta con una extensión superior a los 300 kilómetros cuadrados, existieron algunas especies que se han familiarizado con las que existen hoy en la Amazonia colombiana, entre estas, peces similares a los que habitan actualmente la región del Orinoco. Para Suárez, esto muestra que hubo algún tipo de relación de cuerpos de agua de la Tatacoa con el Orinoco. De hecho, los estudios evidencian que en la Tatacoa se presentaban épocas de sequía, pero también de inundaciones. La presencia de algunas plantas hace presumir que se trató de un lugar con importantes niveles de lluvia. 

Los restos fósiles encontrados en esta zona y en lugares cercanos al valle superior del río Magdalena, son una importante referencia y una ascendencia indispensable para el estudio de numerosos animales vertebrados de América del Sur, dijo la investigadora. 

Además, esta zona es una de las de mayor número de especies reconocidas que existieron durante el Neógeno en Suramérica. De acuerdo con los registros existentes basados en los distintos análisis que durante más de un siglo han realizado los científicos, en el lugar hubo más de 80 especies de mamíferos, más de 20 de peces, al menos dos de anfibios, cinco de aves y más de 25 de reptiles, de las cuales 10 corresponden a cocodrilos. 

Un dato que destaca Suárez es que la Tatacoa es la zona en donde más especies se han encontrado de primates y murciélagos, a partir de los análisis de fósiles. "En el mundo no se ha encontrado una fauna fósil que tenga tantas especies de primates y de murciélagos como la hallada en este lugar", dice la experta. 

En primates, por ejemplo, precisa Suárez, se ha logrado determinar a través de las investigaciones que hubo algunos parientes de los monos aulladores actuales. 

Este es el Observatorio Astronómico que se encuentra en el desierto de la Tatacoa. Foto: Archivo Semana

Los hallazgos recopilados a través de los años permitieron determinar que la gran mayoría de especies de mamíferos se alimentaban de ramas y frutos de los árboles y solo dos lo hacían de pastos. 

Adicionalmente, Suárez precisa, que encontrar huesos de aves y anfibios es muy significativo pues estos normalmente son muy débiles y delgados y por lo mismo son muy difíciles de preservar como fósiles.

De acuerdo con los diversos estudios, en la Tatacoa también existió un purussaurus neivensis: el caimán más grande del que se tiene registro en el país. Suárez dice que se presume que ese era el depredador más importante de esa época en la zona. Sin embargo, también hubo un grupo de pariente de las zarigüeyas que también cumplían con la función de depredadores. "Los animales más grandes eran presa del caimán, pero los otros que no eran de gran tamaño, eran alimento de los marsupiales", manifiesta. 

Por aquella época, hace miles de millones de años, también existieron los gliptodontes que se conocen como parientes de los armadillos.  En reptiles, los estudios indican que en el lugar habitó una de las tortugas (stupendemys) más grandes que ha existido en el planeta, la cual también hacía presencia en Venezuela. 

Toda esta información está contenida en el libro Hace tiempo: Un viaje paleontológico ilustrado por Colombia, editado por el Instituto Alexander von Humboldt y el Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales, con el apoyo de otras entidades, el cual está dirigido especialmente a los niños y en el que la paleontóloga Suárez participó en un capítulo específico, junto con Jorge Moreno y Kevin Jiménez.

El libro, que obtuvo el premio Alejandro Ángel Escobar y que fue publicado en 2017, tiene como fin mostrarles a los niños que en el pasado no solo hubo dinosaurios, sino que hay fósiles que evidencian la existencia de muchas especies. A través de los diversos capítulos, la publicación hace un recorrido por diferentes regiones del país. 

“Hay falsas ideas sobre la paleontología, ya que la relacionan solo con los dinosaurios, un imaginario colectivo reproducido por producciones cinematográficas, especialmente de Hollywood, como Jurassic Park y otras películas animadas que tienen información errónea”, indica la paleontóloga Suárez.

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Diferentes especies pueden apreciarse en el desierto de la Tatacoa. Foto: Pixabay

Explica que la paleontología (estudio de los fósiles) abarca e integra ciencias de la Tierra y ciencias biológicas, e interactúa con la teoría de la evolución y la clasificación práctica de la especies con el fin de hacer reconstrucciones biogeográficas y ambientales de diferentes momentos del pasado.

“La paleontología permite ver la vida en cuatro dimensiones, conocer el movimiento de las especies, entender la vida en el pasado y prepararse para lo que viene, ya sean extinciones o cambios climáticos”, concluye.