MEDIOAMBIENTE
Llanos colombo- venezolanos, en alto riesgo de registrar incendios
Áreas protegidas como el Parque Nacional Natural El Tuparro y el Distrito Nacional de Manejo Integrado Cinaruco, en Colombia, así como el Parque Nacional Cinaruco-Capanaparo, en Venezuela, presentan alta probabilidad de conflagraciones.
El Parque Nacional Natural El Tuparro, el Distrito Nacional de Manejo Integrado Cinaruco, en Colombia, y el Parque Nacional Cinaruco-Capanaparo, en Velezuela, son tres ecosistemas altamente susceptibles a la ocurrencia de incendios en su cobertura vegetal.
Así lo determina un estudio que buscó evaluar el riesgo de fuego de los Llanos colombo-venezolanos, con el fin de generar cartografía (mapas) de los niveles de riesgo dentro de la ecorregión, para determinar en dónde es más probable la presencia de estos eventos y dónde se podría afectar de forma significativa el componente ecológico.
La investigación realizada por el biólogo Joan Sebastián Barreto Rivera, candidato a magíster en Ciencias – Biología de la Universidad Nacional, indica que en cerca del 48 por ciento del Parque El Tuparro (258.000 hectáreas) la probabilidad de ocurrencia de fuego está por encima del 80 por ciento; mientras que el 57 por ciento del Distrito Nacional de Manejo Integrado Cinaruco también tiene una probabilidad muy alta de que se registren conflagraciones, al igual que casi el 38 por ciento del Parque Nacional Cinaruco-Capanaparo, en el vecino país.
Tras realizar el análisis, Barreto Rivera, quien trabajó bajo la dirección de la profesora Dolors Armenteras Pascual, del departamento de Biología de la Nacional, encontró además que alrededor de 23.000 hectáreas están bajo vulnerabilidad ecológica, es decir, en un alto grado de efectos adversos severos, debido a la ocurrencia de fuegos o incendios.
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“Los fuegos que se salen de control representan una amenaza para la salud pública, la diversidad, la infraestructura y los recursos forestales, por lo que se consideran como un factor importante de disturbio, agravado por la acción y la presencia de las actividades humanas”, explica el biólogo Barreto.
El reciente incendio registrado en El Tuparro afectó más de 3.000 hectáreas. Foto: Ejército Nacional.
Un ejemplo de esta situación es la reciente tragedia ambiental en el Parque El Tuparro, donde después de ocho días de batallar contra un incendio se perdieron más de 3.000 hectáreas de vegetación nativa.
Más de 80 personas de diferentes organismos de socorro e instituciones trabajaron para controlar las llamas, que persistieron durante 8 días y que arrasaron con una amplia zona de esta reserva natural ubicada en el departamento de Vichada.
Esta área protegida tiene 548.000 hectáreas y es el hábitat de 200 especies de aves, 74 de mamíferos, 17 de reptiles y 20 de orquídeas, muchas de las cuales se verían afectadas por la incineración de sus fuentes de sustento y refugio.
Una región amenazada por el fuego
La ecorregión de los Llanos colombo-venezolanos se extiende desde el noreste (estribaciones de los Andes orientales en Colombia) y va a lo largo del río Orinoco casi hasta su delta en el mar, en territorio venezolano.
Barreto Rivera indicó que escogió esta área porque es una región donde el fuego tiene una importante presencia, debido especialmente a dos factores: predomina una vegetación arbustiva y de herbazales o pastizales, que fácilmente se queman, y es una zona con una variabilidad climática muy marcada por las sequías, especialmente entre diciembre y marzo, por lo que las altas temperaturas y las pocas lluvias contribuyen a que se registren este tipo de eventos.
Un análisis a escala regional, basado en información de sensores remotos, determinó la probabilidad de ocurrencia de fuego mediante el algoritmo de aprendizaje automático random forest, el cual se alimentó con unas variables que explicarían –a partir de una revisión de literatura– estos eventos en el área de estudio.
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Dichas variables se clasificaron en: topográficas, de presencia de actividad humana, de clima y de vegetación, y con estas se generó una zonificación que permitió identificar las áreas con mayor probabilidad de eventos de fuego, explicó el biólogo.
La vulnerabilidad ecológica se evaluó en relación con tres componentes: diversidad, estado de conservación y grado de separación/conexión entre parches de bosque.
Los incendios son frecuentes en los Llanos orientales. Foto: Tania Marisol González
Este modelo de evaluación de riesgo no solo identifica lo que está pasando, sino que predice lo que puede pasar. Las tres variables que mejor explican la ocurrencia de fuegos son: vegetación, temperatura y grado de modificación antrópica (causada por el ser humano) sobre el paisaje.
En cuanto a vulnerabilidad, las zonas que se verán más afectadas por estos eventos son las que tienen un importante número de especies, endemismos y alta productividad vegetal. Se trata especialmente de áreas protegidas que representan parches de cobertura boscosa grandes, fundamentales para la conectividad de hábitats y de procesos ecológicos.
La generación de estos mapas a partir de modelos de riesgo de fuego es básica para definir las áreas en las que se deben priorizar esfuerzos, tomar medidas que reduzcan el riesgo y distribuir mejor los recursos en la gestión del riesgo del fuego. Una de las recomendaciones es controlar la densidad y la distribución de la vegetación altamente flamable.
Por último, el biólogo Barreto señala que aunque el trabajo tiene un enfoque regional, puede servir de apoyo y guía para identificar sitios de interés y adaptarlo a trabajos más locales.
Cinaruco es la primera área protegida continental bajo la categoría de Distrito Nacional de Manejo Integrado. El objetivo de este tipo de áreas es proteger los ecosistemas naturales, permitiendo el uso de los recursos de forma sostenible para las comunidades llaneras e indígenas allí asentadas.
Características de las áreas protegidas
Cinaruco es la primera área protegida continental bajo la categoría de Distrito Nacional de Manejo Integrado. Esta área está conformada por una matriz dominante de sabanas mal drenadas tropicales o sabanas inundables tropicales, junto con humedales y playas, médanos y/o dunas, bosques de galería y cuerpos de agua asociados a las cuencas de los ríos Cinaruco y Capanaparo.
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Según información de Parques Nacionales, a partir de los muestreos realizados para la creación del área, se registraron 670 especies de plantas, 33 de coleópteros, 83 de lepidópteros, 176 de peces, 34 de reptiles, 17 de anfibios, 178 de aves y 68 de mamíferos.
Por su parte, el Cinaruco-Capanaparo es un parque nacional también llamado Santos Luzardo que está ubicado entre los ríos Capanaparo y Cinaruco y la confluencia de los mismos con el río Orinoco, en el Estado Apure de Venezuela.
Tiene un relieve muy plano y solo presenta elevaciones en los Cerros o Galeras del Cinaruco, enmarcadas entre los ríos Cinaruco y Capanaparo; con regimen de lluvia estacional. Las inundaciones anuales traen como consecuencia la formacion de un gigantesco lago estacional.
*Con información de Unimedios