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Más de 20 incendios consumen resguardo Nukak en el Guaviare
Sobrevuelo de Semana Sostenible y la Fundación para la Conservación y el Desarrollo Sostenible por Guaviare, Meta y Caquetá evidenció la magnitud de la tragedia ambiental. La deforestación no para en tiempos de coronavirus. Y el humo de los árboles quemados llega al centro del país: por eso no mejora la calidad de aire.
El olor a madera quemada alcanzaba a ingresar por la ventana de la avioneta. Más de 20 incendios simultáneos arrasan lentamente con el Resguardo Nukak, sitio selvático del departamento de Guaviare.
Muchas de las 628 especies de flora que hasta el momento han sido reportadas en las investigaciones científicas al interior de este ecosistema, son consumidas de manera inmisericorde por el fuego.
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Es una tragedia difícil de dimensionar. Las llamas devoran el hogar de mamíferos como el tigre mariposo o jaguar americano, el puma, el yaguarundí (gato moro), el tigrillo, la danta, el cachicamo, el zaino, el venado colorado, el mono churuco, el cusumbo, el hormiguero gigante, el zaíno, zorros, nutrias y unas diez especies de monos y osos perezosos, así como de 17 especies de garzas, 21 rapaces, 14 loros y guacamayas, tres de patos, siete pavas, cuatro de tucanes y 158 clases de hormigas.
Así lo pudo constatar Semana Sostenible y la Fundación para la Conservación y el Desarrollo Sostenible (FCDS) en un sobrevuelo que arrojó imágenes escalofriantes de grandes parches de bosque talado o quemado a lo largo y ancho del resguardo.
¿Los culpables? Grandes deforestadores que buscan acaparar tierras para luego destinarlas a la ganadería y los cultivos de coca, principalmente. "Desde hace un tiempo algunas autoridades y muchos reportajes periodísticos han señalado que gente del Cartel de Sinaloa de México, a través de testaferros y como una forma de lavar dinero, así como los integrantes del Clan del Golfo y de las disidencias de las Farc coinciden en ese mismo territorio y pueden ser unos de los interesados en adelantar las quemas", indicó Rodrigo Botero, director de la FCDS.
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El líder ambiental aseguró que, aparte de estos, existen más grupos no necesariamente con una expresión armada o de narcotráfico, sino dedicados al lavado de activos, la compra y acaparamiento de tierras y la ampliación de negocios de la agroindustria, los que también estarían motivados en meterse en esa zona. "Todo es una probabilidad, no tenemos en este momento información oficial que nos certifique eso, pero lo que estamos viendo indicaría que esos diferentes grupos están alrededor de esa región ejerciendo presión", sostuvo.
Botero explicó que lo que viene ocurriendo con el pueblo Nukak obedece a dos fenómenos diferentes. Aseguró que el tema de la reserva se debe a que es un área que está casi en su totalidad afectada por actividades del narcotráfico, en particular por la siembra y el procesamiento de coca. Entre tanto, en el caso del resguardo de esta comunidad étnica del Guaviare, informó que existe un proceso de apropiación de tierras orientado a la producción agropecuaria, al aumento del hato ganadero y, probablemente, al lavado de activos.
Al director de FCDS le impactó, además, el aumento de ampliación de predios al interior de estas dos áreas y la construcción de vías ilícitas para conectar las fincas y potreros y poder sacar por allí lo que se produce hacia ríos o centros de comercio.
"Es impresionante que, en este último mes, que es donde se da el pico de las quemas a nivel regional, se haya registrado un incremento muy sensible en el tema de las carreteras. Estoy muy aterrado con todo lo que tiene que ver, por ejemplo, con el acceso por Caño Maku hacia el resguardo, al igual que con el avance de la vía entre Calamar y Miraflores, que, aunque no pasa por territorio del resguardo o la reserva, sí hace parte de su zona de amortiguación con Chiribiquete. Ya hay más de 40 nuevos kilómetros lineales de vía totalmente deforestados a los lados del eje vial", apuntó.
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En el marco del conflicto armado y la colonización, este grupo étnico se ha visto diezmado y obligado a desplazarse de su territorio. Según Botero, primero fueron amenazados por las Farc y luego nuevamente amedrentados por las disidencias de esa misma organización, comandada por Gentil Duarte. Luego se sumaron los carteles del narcotráfico, la gran ganadería y la industria ilegal de la palma y el eucalipto, que quieren asentarse a su territorio y le generan presión. "Esta comunidad está realmente en una condición de extinción rápida y de sus últimos reductos de población dispersa, varios se encuentran literalmente comiendo basura en San José del Guaviare", dijo.
El experto informó que, pese a la cruda realidad, todavía algunos indígenas Nukak luchan por mantenerse en su territorio, asentándose en diferentes áreas como el corregimiento Charras Boquerón de San José del Guaviare.
"Desde la fundación los estamos acompañando en el proceso de restitución de tierras ordenado por un juez. Ellos tienen unas medidas cautelares, pero la situación es muy complicada porque su resguardo también ha sido invadido por campesinos, pues el gobierno traslapó la reserva Nukak con una reserva campesina que creó para ese mismo lugar, es decir, le dio el aval a los agricultores de apropiarse de los predios de los indígenas sin antes haber delimitado su territorio, lo que originó un nuevo conflicto", expresó Botero.
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Para él, este resguardo tiene una alta importancia cultural y ecosistémica. Es el último pueblo nómada en contacto inicial que existe en Colombia y hace parte del área de transición entre la Amazonia y la Orinoquia. "Estas dos regiones se conectan a través de unos paisajes situados entre sabanas y zonas de amortiguación, que incluyen el Escudo Guyanés, un área que tiene unos componentes de biodiversidad muy importantes para las especies que requieren transitar por allí", expresó.
La Macarena en llamas
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La Serranía de la Macarena vive una situación similar a la de la reserva y el resguardo Nukak. En esa área protegida, al igual que en Chiribiquete, se pudieron observar durante el sobrevuelo grandes bloques de bosques talados o quemados recientemente.
La intensiva deforestación que se viene registrando al interior de estos dos parques nacionales, obedece -según Rodrigo Botero- a intereses de ganaderos, mafias organizadas y narcotraficantes que buscan apropiarse de las tierras desprotegidas de la nación para ganadería o cultivos de coca.
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Aseguró que los predios ya existentes han venido aumentando su tamaño, al igual que han aparecido más fincas de grandes extensiones de terreno. Sostuvo que dentro de esa área protegida del Meta han identificado cinco lotes gigantescos que ocupan entre 700 y 1.300 hectáreas, los cuales tienen una estrecha relación con el componente armado.
Los techos de las casas son un buen indicador de lo que ha venido sucediendo. En muchas parcelas se pueden observar tejados nuevos, mientras que en otras las tejas muestran un alto grado de desgaste, lo que daría cuenta de que las personas que allí residen llevan mucho tiempo en ese lugar.
Pobladores de la zona aseguran, entre tanto, que las disidencias de las Farc, dirigidas por Gentil Duarte, imponen sus condiciones en esa región: cobran vacunas y peajes como el situado en la trocha ganadera.
El panorama en La Macarena es realmente preocupante, al punto de que Botero asegura que si la situación continúa de esa manera "a la sierra se la van terminar comiendo".
Parcelas ilegales deforestadas como estas se pueden observar al interior del Resguardo Nukak. Foto: Mauricio Ochoa Suárez/Semana.