GRUPO RÍO BOGOTÁ
Secretaría de Ambiente lleva 200 especies de animales registradas en Bogotá
De este total 184 son aves como la tingua bogotana, una especie endémica del altiplano cundiboyacense que sobrevive en algunos de los humedales capitalinos. Conozca algunos de los representantes del distrito silvestre que adornan la capital.
* Este es un contenido periodístico de la Alianza Grupo Río Bogotá: un proyecto social y ambiental de la Fundación Coca-Cola, el Banco de Bogotá del Grupo Aval, el consorcio PTAR Salitre y la Fundación SEMANA para posicionar en la agenda nacional la importancia y potencial de la cuenca del río Bogotá y sensibilizar a los ciudadanos en torno a la recuperación y cuidado del río más importante de la sabana.
Para nadie es un secreto que el desarrollo urbano en Bogotá, representando en altas edificaciones, barrios consolidados y grandes avenidas, ha causado profundos estragos en la biodiversidad cachaca por la desbordada proliferación del cemento.
Para la muestra un botón: de las más de 50.000 hectáreas que en 1950 estaban ocupadas por humedales, hoy en día sólo sobreviven 726,7 hectáreas agrupadas en 15 parques distritales. Es decir que la mole de concreto sepultó más del 98 por ciento de estos ecosistemas que funcionan como esponjas.
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Sin embargo, la naturaleza se las ha ingeniado para subsistir en medio de la urbe. Así lo ratifican las más de 200 especies de aves, reptiles, anfibios y mamíferos que la Secretaría Distrital de Ambiente (SDA) ha identificado en la capital, un distrito silvestre que a pesar de padecer por impactos y amenazas, le brinda refugio a muchas formas de vida.
La autoridad ambiental del Distrito suma más de 200 especies de animales registradas en la capital. Fotos: SDA.
“En la ciudad tenemos el privilegio de observar especies de animales que son endémicas para Colombia y sólo las podemos encontrar en el norte de la cordillera oriental, como es el caso de la tingua bogotana, la culebra sabanera, la ranita sabanera y el chamicero cundiboyacense”, dijo la secretaria de Ambiente Carolina Urrutia.
En cuanto a aves, el grupo de monitoreo a la biodiversidad de la SDA, que lleva el control de las especies de fauna y flora que habitan en los ecosistemas bogotanos como humedales y parques ecológicos de montaña, ha registrado 184 especies con más de 27.000 registros.
“Entre los grupos de fauna vertebrada monitoreados por la entidad, el que tiene más registros es el de aves. Ellas, además de embellecer los paisajes y cielos capitalinos, son indicadores de la biodiversidad y de los cambios que puede haber en un ecosistema. Actualmente estamos en época de migración, en la que Bogotá recibe aves de diversas partes del mundo que llegan en búsqueda de alimento, refugio y hogar”, expresó Urrutia.
La tingua bogotana y la culebra sabanera son dos de los representantes del distrito silvestre de Bogotá. Fotos: SDA.
Una de las aves más emblemáticas que hace presencia en varios humedales de la capital es la tingua bogotana, especie endémica del altiplano cundiboyacense que se reproduce entre los meses de julio y septiembre y encuentra alimento en insectos, lombrices y otros invertebrados acuáticos.
En cuanto a mamíferos, la SDA suma 220 registros de nueve especies, entre las que se destacan el curí o la zarigüeya, animales importantes para la ciudad porque controlan otras poblaciones y a su vez son grandes dispensadores de semillas.
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“En los escenarios naturales de la capital realizamos seguimiento a los diferentes animales de fauna vertebrada que coexisten en estos espacios ambientales y que contribuyen a conservar los ciclos biológicos y a mantener la vida en la ciudad”, anotó la secretaria de Ambiente.
Las zarigüeyas y curíes están entre los mamíferos más emblemáticos de Bogotá. Fotos: Silvia Rojas y Nicolás Acevedo Ortiz.
En los ecosistemas bogotanos, la entidad lleva identificadas tres especies de anfibios y seis de reptiles, representados en 116 registros. “La capital también alberga una gran variedad de insectos que ayudan a polinizar, un proceso fundamental para la producción de semillas y frutos. De estos animales tenemos 769 registros en los humedales”.
Para Urrutia, Bogotá es una ciudad privilegiada por albergar animales endémicos de la región cundiboyacense, es decir que a nivel mundial solo están en esta área, “como la rana y la serpiente sabanera y la lagartija anadia; y aves como la tingua bogotana y el chamicero cundiboyacense”.
Este año, el grupo de monitoreo a la biodiversidad de la SDA ha avistado e identificado por primera vez especies como el guácharo, el corocoro rojo, el caracara y el ibis pico de hoz.
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El grupo de monitoreo de fauna ha reportado especies de aves nunca antes vistas en Bogotá. Fotos: SDA.
“Desde 2015, todos los monitoreos los publicamos en el Sistema de Información sobre Biodiversidad de Colombia (SIB), lo que nos permite tener un inventario actualizado sobre la fauna y la flora de la ciudad”, precisó la secretaria de Ambiente.
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A través de sus redes sociales, la Secretaría de Ambiente publica varias piezas con los datos de las principales especies de animales que hacen presencia en Bogotá, insumos que sirven para sensibilizar a la ciudadanía a que los proteja. GRUPO RÍO BOGOTA lo invita a conocer 18 de los representantes de la fauna cachaca.
La tingua azul es un ave migratoria que visita los humedales de Bogotá entre octubre y abril. Foto: SDA.
1. Tingua bogotana
Es un ave tímida, asustadiza y con un cuerpo que no supera los 25 centímetros. Su plumaje es de color marrón con rayas negras y algunas manchas rojas en sus alas y es una especie única de los humedales del altiplano cundiboyacense.
La tingua bogotana o rascón andino, ave de pico largo, curvo y color rojo, abundaba entre los juncos de los humedales de la región, donde sólo era notada por los sonidos agudos y altos que emite, parecidos a los chillidos de una ardilla.
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Según el Libro Rojo de las aves de Colombia, la tingua bogotana es una de las especies listadas en la categoría de peligro de extinción, estampa causada por la acelerada disminución de su hábitat, en particular los juncales, cacería, quema de juncos, explotación agrícola intensa, contaminación de los cuerpos de agua y presencia de perros.
El humedal Juan Amarillo cuenta con una de las mayores poblaciones de tingua bogotana. Foto: Fundación Humedales Bogotá.
La Fundación Humedales Bogotá, organización que lleva 10 años estudiando y protegiendo la flora y fauna de los humedales capitalinos, suma 208 especies de aves registradas en estos ecosistemas, listado que incluye a la tingua bogotana.
“En 2014 realizamos un estudio para establecer los posibles sitios donde ha logrado sobrevivir la tingua bogotana. Esta ave emblemática apareció en los humedales Juan Amarillo, Jaboque, Guaymaral, Capellanía, La Conejera y Tibanica, y en algunas zonas de la sabana como el humedal La Florida”, dijo Jorge Escobar, director de la fundación.
A pesar de estos hallazgos, para Escobar faltan muchas acciones que eviten que la tingua bogotana siga su ruta hacia la extinción. “No hay ningún tipo de estudio con acciones puntuales para su conservación. La Secretaría de Ambiente cuenta con una campaña para la tingua azul, un ave migratoria, pero no para las tinguas bogotanas. No veo que se estén invirtiendo recursos públicos o privados para esta especie, que además carece de plan de manejo”.
La tingua bogotana también sobrevive en varios cuerpos de agua de la cuenca alta del río Bogotá. Foto: Parque Jaime Duque.
La SDA informó que la tingua bogotana habita en pantanos y humedales entre los 2.000 y 4.000 metros de altitud. Uno de los humedales que cuenta con una alta población de esta ave es Juan Amarillo o Tibabuyes, el más grande de Bogotá ubicado en las localidades de Suba y Engativá.
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“Las parejas de estas tinguas construyen su nido en el suelo, donde ponen cuatro huevos en promedio y establecen territorios permanentes que el macho defiende activamente. La presencia de esta ave del altiplano ha disminuido su presencia y distribución en zonas como los humedales de Bogotá y municipios como Subachoque, Cota, Tabio y Chía”.
Esta ave está catalogada en peligro de extinción por las actividades humanas. Foto: Fundación Humedales Bogotá.
2. Zarigüeya andina
Mamífero robusto con un cuerpo de hasta 45 centímetros de largo y una extensa cola superior a los 43 centímetros. Su pelaje es erizado y en ocasiones presenta una cresta que se extiende por la columna con tonos negros o grises y jaspeado blanco.
Una de las características de la zarigüeya son las franjas negras que nacen alrededor de sus ojos y se extienden hacia la nariz, lo que simula y aparenta ser un antifaz. “Otras de las peculiaridades de este marsupial son los tonos blancos y amarillentos de sus orejas”, afirma la SDA.
La zarigüeya es uno de los animales más maltratados por el hombre. Infografía: SDA.
Las hembras tienen una bolsa marsupial desarrollada donde puede alojar hasta cinco crías por camada, donde permanecen 12 días. Según la SDA, posteriormente los embriones migran hacia el marsupio en donde son amamantados y continúan su desarrollo durante más de dos meses.
“La zarigüeya andina es omnívora que se alimenta de frutos, invertebrados y pequeños vertebrados. Son importantes dispersores de semillas de plantas pioneras y como mecanismo de defensa muestra sus dientes, emite sonidos y un olor desagradable”.
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La Secretaría de Ambiente la ha registrado en los humedales Tibanica, Jaboque, Torca- Guaymaral, Córdoba y La Conejera, además en los cerros orientales. “Dentro de sus principales amenazas están los atropellamientos, agresiones humanas, caza o envenenamiento”.
Estos mamíferos son víctimas de los perros ferales y el rechazo ciudadano. Foto: Gabriela Robayo.
3. Rana sabanera
Anfibio con tamaños entre los 29 y 70 milímetros. Según la SDA, las ranas de la sabana de Bogotá y sitios más bajos suelen ser más pequeñas, mientras que los que habitan ecosistemas altos, como páramos, son de mayor dimensión.
“Las hembras depositan 300 y 1.600 huevos aproximadamente en cuerpos de agua lentos, poco profundos, rodeados de pasto y arbustos. Este anfibio tiene gran variación en su coloración: puede ser marrón o verde, con líneas y manchas negras, amarillas o azules”.
El sonido de la rana sabanera hace parte de las bellezas naturales de los humedales bogotanos. Infografía: SDA.
Esta rana es de hábitos nocturnos y regula su temperatura a partir de procesos de radiación solar. Su alimentación se caracteriza por el consumo de insectos pequeños e invertebrados y son fuente alimenticia de peces, aves, reptiles y mamíferos.
“Es un anfibio único de Colombia que se ha visto amenazado por la introducción de la rana toro en Cundinamarca y Boyacá, pues a futuro competirán en el mismo hábitat. A esto se suman infecciones por hongos y la contaminación de los cuerpos hídricos”, mencionó la SDA.
La rana sabanera es el anfibio más representativo de los humedales. Foto: Parque Jaime Duque.
4. Cangrejo sabanero
Cangrejo que solo habita en la sabana cundinamarqués, en especial en los cuerpos de agua del río Bogotá. Su tamaño es pequeño, aproximadamente 5,6 centímetros de ancho, y presenta un cuerpo corto, ovalado y el abdomen reducido. Sus colores varían entre un violeta oscuro, café, ocres y rojos intensos.
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“El cangrejo sabanero es incapaz de regular su temperatura. Justamente a este factor se le atribuye el cambio de su coloración, ya que dicho atributo depende del estado de maduración, de su sexo o de la recepción de luz dada por los pigmentos oscuros”, dijo la SDA.
En las plazas de mercado elaboran bebidas con partes del cangrejo sabanero. Infografía: SDA.
Este crustáceo se alimenta de materia orgánica en descomposición, por lo que cumple un papel importante en la red trófica de ecosistemas dulceacuícolas. Según el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, este cangrejo fue declarado como una especie en peligro de extinción.
“Las principales amenazas son la destrucción de sus hábitats, la contaminación de las fuentes hídricas por industrialización, el mal manejo de residuos y la sobreexplotación comercial a la que se ve sometida por su consumo en varias plazas de mercado de Bogotá. Algunas creencias culturales catalogan este espécimen propiedades afrodisíacas”, anota la entidad.
En los humedales del Parque Jaime Duque ya apareció en cangrejo sabanero. Foto: Darwin Ortega.
5. Culebra sabanera
Especie endémica del altiplano cundiboyacense con una gran población en la sabana de Bogotá, tanto en zonas urbanas como rurales. Habita en lugares húmedos y cerca de cuerpos de agua como humedales, potreros, quebradas y pastizales.
“Es natural encontrarlas debajo de piedras, estructuras de concreto y escombros. Además, se ve camuflada en material vegetal acumulado y en descomposición. Crece hasta los 40 centímetros de longitud y algunas son marrones, negras, amarillas, grises, rojas, ocres o naranjas”, indica la SDA.
No es venenosa, sino inofensiva y no causa ningún tipo de daño a los humanos. “La culebra sabanera tiene una gran importancia ecológica en los ecosistemas y un alto valor cultural. Sin embargo, es constantemente atacada por el desconocimiento de las personas quienes lo ven como una amenaza”.
Muchos ciudadanos atacan a la culebra sabanera por pensar que es venenosa, creencia totalmente falsa. Foto: SDA.
6. Comadreja de cola larga
Mamífero carnívoro que habita en zonas templadas del continente americano, como Estados Unidos, Colombia, México, Ecuador y Perú. En el país se reportan dos especies: felipei y frenata.
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Son de tamaño mediano y se identifican por tener un pelaje corto marrón oscuro en el dorso, manchas blancas en la frente y una cola peluda y larga. “Es de hábitos diurnos y nocturnos, solitaria y ágil para buscar alimento”, informó la SDA.
La comadreja de cola larga es uno de los nueve mamíferos registrados en Bogotá por la autoridad ambiental. Infografía: SDA.
En Bogotá, la SDA la ha reportado en los humadales La Conejera, Jaboque, Juan Amarillo y Tibanica. “También, existen reportes en predios de fincas cercanas y cuerpos de agua de la sabana”.
Entre sus amenazas están los animales de mayor tamaño y su desplazamiento por la construcción. “El desconocimiento que la ciudadanía tiene sobre sus funciones e importancia ecológica y las falsas creencias y costumbres, también afecta su población”.
La Fundación Humedales Bogotá ha registrado a esta comadreja en el humedal La Conejera. Foto: Humedales Bogotá.
7. Murciélago mastín común
Según la SDA, este murciélago se encuentra frecuentemente en ambientes antrópicos y se caracteriza por tener un comportamiento casi crepuscular y hábitos insectívoros. “Es un importante agente supresor de artrópodos nocturnos, ya que en una sola noche consume entre 600 y 1.200 insectos”.
Esta especie presenta hasta dos periodos de gestación en el año, que contemplan las épocas de febrero y marzo y octubre y diciembre. “El mastín común habita bosques primarios, secundarios y disturbados y zonas urbanas, donde utiliza todo tipo de refugios para conformar colonias de hasta cientos de individuos. Se refugia en huecos de árboles, paredes de roca, edificaciones abandonadas, techos y hojas de palmas”.
Los humedales también le brindan refugio a varias especies de murciélagos. Infografía: SDA.
Este murciélago se distribuye en todo el territorio nacional, en un rango altitudinal que va desde los cero a los 2.160 metros de altitud. “En Bogotá es posible encontrarlo en los humedales, parques ecológicos y urbanos, el cerro La Conejera, los cerros orientales e incluso en viviendas ocupadas, abandonas o con altillos”, indicó la SDA.
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Entre las principales amenazas de este mamífero están el crecimiento urbano, que implica la modificación de los ecosistemas naturales y el uso de pesticidas, y la persecución por parte del ser humano como consecuencia de las percepciones negativas a raíz de supersticiones y mitos que los relacionan con muerte, mala suerte, contagios por rabia u otras enfermedades.
En La Conejera también se ha reportado la presencia del murciélago frugívoro. Foto: Santiago Burneo (publicada por la Fundación Humedales Bogotá).
8. Colibrí chillón
Ave que alcanza una longitud de hasta 13 centímetros. Se caracteriza por tener un plumaje con colores vivos: su cuerpo es verde brillante y tiene un parche azul violeta que empieza en la base del pico, pasa por debajo de los ojos y se extiende hasta la parte de atrás de la región auricular.
Durante el vuelo, los colibríes se pueden mantener suspendidos en el mismo lugar y son las únicas aves que tienen la posibilidad de moverse en cualquier dirección, incluso hacia atrás.
El colibrí chillón ha sido registrado en los 15 humedales de Bogotá. Infografía: SDA.
“La velocidad promedio del vuelo de los colibríes es de 50 kilómetros por hora. Además, se caracterizan por ser solitarios y territoriales. En Colombia se distribuye a lo largo de las tres cordilleras de los Andes y la Sierra Nevada de Santa Marta. En Bogotá es posible apreciarlo en humedales, cerros orientales, parques urbanos, jardines e incluso en viviendas”, asegura la SDA.
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Dentro de sus principales amenazas están la pérdida de hábitat, el ataque por gatos domésticos y ferales, la intoxicación por insecticidas y las enfermedades asociadas a bebederos.
El colibrí también se ve afectado por las actividades humanas. Foto: Fundación Humedales Bogotá.
9. Cuco americano
Es una de las aves migratorias que visitan Bogotá entre septiembre y mayo. El cuco americano migra desde Norteamérica y atraviesa Colombia para continuar su ruta hasta el sur del continente.
Es una especie que puede llegar a medir hasta 30 centímetros. El color de su cuello, pecho y vientre es blanco, mientras que su mandíbula es amarilla, las patas grises, los ojos cafés y su cola negra con manchas blancas.
“Esta ave se moviliza durante la noche, orientándose por las estrellas. Inicia su migración hacia el sur del continente en agosto y realiza paradas estacionales en las islas del Caribe. Entre diciembre y febrero pasa por Paraguay, Argentina, Chile y Brasil; a mediados de mayo, retorna hacia Estados Unidos y México”, dijo la SDA.
El cuco americano es una de las aves migratorias con mayor presencia en Bogotá. Infografía: SDA.
El cuco construye sus nidos con palos pequeños en la parte alta de los árboles, donde pone entre tres y cinco huevos que incuba hasta 11 días. Tanto machos como hembras cuidan de sus crías en promedio 10 días, hasta que estas tienen su plumaje completo y pueden volar.
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“En Colombia lo vemos en el occidente de los Andes y el norte y suroriente del país, y en Bogotá se pueden avistar en los 15 humedales, los cerros orientales y parques urbanos. Sus principales amenazas son el cambio climático, la pérdida de hábitat, accidentes contra estructuras y ataque de gatos domésticos y ferales”.
10. Zorro perruno o cangrejero
Fue uno de los animales que más apareció durante la cuarentena en Bogotá. Es un mamífero que habita en los cerros orientales de Bogotá, por lo cual se ve con frecuencia en diferentes barrios del nororiente de la ciudad.
Su espalda y costados son grises y castaño rojizo que se mezclan con pelos blancos amarillentos hasta la base de la cola. Tiene un hocico relativamente angosto y su cola puede alcanzar hasta los 33 centímetros.
Durante la cuarentena, este zorro fue registrado por varios habitantes de la capital. Infografía: SDA.
“El zorro perruno es de comportamiento nocturno, omnívoro y monógamo. En varias ocasiones ha sido visto en zonas urbanas de Bogotá, como consecuencia del aislamiento obligatorio, la tranquilidad de la ciudad y del mal manejo de residuos orgánicos por parte de los ciudadanos”, informó la SDA.
Es uno de los animales silvestres más amenazados por atropellamientos e infecciones por patógenos presentes en perros domésticos. La llegada de las vías en las zonas montañosas, han afectado su población.
Algunos de los zorros registrados por los ciudadanos de Bogotá. Fotos: redes sociales.
11. Polilla bruja
Insecto nativo de América y único representante del género Ascalapha. Se caracteriza por ser nocturno y solitario y es fácil de reconocer por su gran tamaño, que va desde los 12 hasta los 17 centímetros.
“El cuerpo de la polilla bruja es marrón o café oscuro, con líneas negras y manchas de forma ocular que semejan ojos con tintes azules iridiscentes. Los machos son opacos y las hembras más claras y con rayas blancas en zigzag que las alas”, informó la entidad.
En todas sus fases, estos insectos se alimentan de frutos en proceso de descomposición y savia de los árboles. Durante el día descansan entre la vegetación y zonas oscuras de edificios u otras estructuras.
La polilla bruja es fácil de reconocer por su gran tamaño. Infografía: SDA.
La polilla bruja es más frecuente en los periodos de lluvias, es decir de marzo a junio y de septiembre a diciembre. Además de ser alimento para varias aves, reptiles y mamíferos, "este insecto poliniza una mayor cantidad de especies de plantas que algunas abejas y moscas".
En Bogotá es posible verla en parques, humedales y la infraestructura urbana. Según la SDA, entre sus principales amenazas están las agresiones humanas por percepciones culturales negativas o mitos y el uso indiscriminado de insecticidas.
12. Abejorro
Este insecto pertenece a la familia Apidae y al género Bombus. En Bogotá y sus alrededores hay cinco especies de este animal: atratus, funebris, rubicundus, hortulanus y robustus.
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Su tamaño oscila entre los 0,8 y tres centímetros. Se identifican por ser abejas robustas, con abundante pilosidad, una mandíbula con dientes cortos, alas membranosas y un patrón de coloración variado, entre negro, amarillo, rojizo y blanco.
“El género Bombus cumple la función de polinizar numerosas plantas silvestres y cultivadas. Este abejorro tiene hábitos diurnos con un pico de actividad entre las 5:30 y 8:00 de la mañana, tiempo en el que colecta el néctar y el polen. Cuenta con una alta resistencia al frío y posee la capacidad de generar cantidades de calor metabólico”, menciona la SDA.
La población de abejorros ha disminuido en los jardines de las casas bogotanas. Infografía: SDA.
Estos abejorros se pueden encontrar en casi todo el mundo. En Bogotá habitan en páramos y parques. “Los principales enemigos son los parásitos, aves, arañas, moscas asesinas y mamíferos como los zorros, los zorrillos y las comadrejas, que consumen sus larvas”.
A pesar de su importancia como polinizadores, las poblaciones Bombus tienden a disminuir por la destrucción de su hábitat. Hace dos décadas era posible encontrar nidos de estos abejorros en los jardines de las casas bogotanas, hoy poco se ven.
13. Lisa rayada
Lagarto que suele habitar en la parte baja de los troncos, rocas, hojarasca, entre pasto o en áreas donde se encuentran escombros de cemento, ladrillo, plástico o madera. Es una especie diurna que hace presencia en ecosistemas donde también se encuentra la serpiente sabanera.
“Esta especie habita en los cerros orientales de la ciudad, además de zonas de la cordillera oriental, en departamentos como Cundinamarca, Boyacá y Santander. Alcanza a medir 67 milímetros de largo y los machos y hembras se pueden diferenciar por el tamaño de su cabeza”, anota la SDA.
Este reptil es altamente susceptible al cambio climático y dentro de sus principales amenazas están la pérdida de hábitat por la elevada tasa de urbanización de áreas verdes de las ciudades.
La lisa rayada habita en los bosques de los cerros orientales de Bogotá. Infografía: SDA.
14. Copetón
Abunda en varios lugares de Bogotá y la sabana. Esta ave puede llegar a medir 14 centímetros de longitud y se caracteriza por tener una gran capacidad vocal; su canto ambienta los jardines, balcones y zonas verdes de la ciudad.
El copetón tiene un plumaje en forma de cresta. Su cabeza es de color gris con dos listas negras en la coronilla, posee un collar en la nuca y en el cuello. Las partes inferiores son cafés y de negro en la espalda.
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Este espécimen se encuentra en gran parte de América, desde el sur de México hasta Tierra de Fuego en Argentina, donde predomina en las zonas montañosas. “Entre sus amenazas están los animales domésticos y en ocasiones otro tipo de aves que destruyen sus huevos para poner los propios, como el chamón”, anota la SDA.
Los nidos de los copetones son atacados por los chamones, aves que ponen sus huevos ahí. Infografía: SDA.
15. Verderón amarillo
Ave insectívora con hábitos frugívoros. Es pequeña, con ojos rojos y un plumaje monocromático: la parte superior de la cabeza, alrededor de los ojos, la garganta y las plumas auriculares son de coloración gris, mientras que las mejillas, collar y plumas debajo de la colas son verde amarillento.
“El verderón se distribuye desde Canadá hasta el suroriente de Brasil y nororiente de Argentina. Pasa su temporada no reproductiva en el norte de Sudamérica, y la reproductiva en México y Centroamérica. Normalmente depositan entre tres y cinco huevos”, manifestó la entidad.
En Bogotá ha sido observada en zonas arboladas, humedales, parques urbanos y jardines. “Es un animal atractivo para la comercialización y tenencia ilegal como mascota. Los animales deben estar libres y en su hábitat natural, enriqueciendo la biodiversidad de la ciudad”.
El verderón hace parte de las aves más traficadas en Colombia. Infografía: SDA.
16. Araña saltarina
Animal de gran precisión y rapidez que caza a sus presas por medio de un brinco y no por la construcción de redes de seda. Este arácnido requiere del sol directo para su desarrollo, por lo que son considerados animales de hábitos diurnos.
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De este arácnido se tienen registros de existencia desde hace más de 100 millones de años y se han logrado identificar más de 7.687 especies en el mundo. “Posee una gran visión gracias a la distribución de sus ocho ojos, que le dan la habilidad de tener una visión de 360° sin necesidad de moverse”, apuntó la SDA.
Las arañas saltarinas sorprenden a sus prezas con brincos. Infografía: SDA.
Dan brincos entre uno y seis centímetros de distancia, es decir de dos a seis veces su tamaño corporal. “En Bogotá se pueden observar fácilmente en zonas verdes, parques y humedales, sin embargo, algunas pueden ser encontradas en las viviendas por su gran adaptación a los cambios de hábitat que ha tenido la ciudad”.
El uso inadecuado de insecticidas y las fumigaciones de los jardines, están entre las mayores amenazas para este espécimen, al igual que la percepción negativa que tienen algunas personas respecto a las arañas.
Estas arañas son atacadas y rechazadas por el hombre. Foto: Fundación Humedales Bogotá.
17. Cucarrón de mayo o chisa
Aparece en los periodos lluviosos, principalmente en el segundo trimestre, entre marzo y mayo. En Bogotá es posible apreciar una gran cantidad de individuos en humedales, parques, jardines, potreros y otras áreas con pastizales.
Cuenta con un ciclo de vida corto, ya que vive pocas semanas. “Los adultos emergen del suelo y aparecen abundantemente en la sabana de Bogotá. La palabra chisa es adoptada por la lengua castellana a partir del idioma muisca, indígenas que llamaban chisas a las larvas de los escarabajos o cucarrones”, asegura la SDA.
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Debido al desarrollo urbano de la capital, estos especímenes son cada vez menos en las áreas verdes. “El cucarrón de mayo es inofensivo y tiene hábitos nocturnos, por lo que suelen ser atraídos por las luces eléctricas. Es de suma importancia para los ecosistemas, ya que facilitan la descomposición de materia orgánica, aportando al reciclaje de nutrientes en los suelos”.
Esta cucarrón antes aparecía con una cantidad en las épocas de invierno. Infografía: SDA.
18. Lechuza de campanario
Esta ave rapaz, que se caracteriza por tener hábitos nocturnos, habita en las partes altas de los bosques, potreros, prados, parques urbanos con árboles esparcidos, bordes de los canales de agua y humedales.
La cara de la lechuza es blanca y tiene un disco en forma de corazón. Su coronilla, espalda y alas se caracterizan por ser marrón oscuro. Durante el día esta ave tiende a descansar en lugares frondosos y llenos de vegetación.
La lechuza de campanario es la reina noctura de los humedales bogotanos. Infografía: SDA.
“La lechuza es una de las aves con mayor distribución en el planeta, se puede encontrar desde los 0 hasta los 3.500 metros sobre el nivel del mar. Hace presencia en todos los continentes, excepto en la Antártida. En Bogotá específicamente se observa en los humedales, parques urbanos y en bosques nativos de los cerros orientales y del sur de la ciudad”, dice la SDA.
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Estas aves sufren de persecución humana debido a mitos urbanos asociados a las brujas, demonios o mala suerte. Además, ha sido utilizada con fines ornamentales.