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Tortugas marinas se salvaron de ser comercializadas por traficantes

Los reptiles presentaban afectación en ojos, aletas y caparazón. Fue necesario administrarles antibióticos y retirar los parásitos que tenían incrustados en el caparazón para estabilizarlos y, posteriormente, liberarlos. Esta es su historia.

2 de septiembre de 2020
Las tortugas carey pueden alcanzar una longitud de entre 60 y 90 centímetros en edad adulta, así como a pesar entre 50 y 80 kilogramos. Foto: archivo/Semana.

En zona rural del municipio de Uribia, La Guajira, fueron decomisadas por la Policía y el Ejército nueve tortugas marinas que pretendían ser comercializadas. En varios países, como China y Japón, las cazan por su carne que es considerada como un manjar y de sus caparazones se eleboran objetos decorativos. 

Los cinco individuos de la especie Eretmochelys imbricata (tortuga carey) y cuatro de Chelonia mydas (tortuga verde) fueron examinados por parte de profesionales de la Corporación Autónoma Regional de La Guajira (Corpoguajira) y la Fundación Casa Ecológica, quienes tras su valoración optaron por administrarles antibióticos y retirar los parásitos que tenían incrustados en el caparazón.

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Los reptiles presentaban deshidratación debido al largo periodo de tiempo que llevaban fuera del mar. "Los animales se encontraban en buenas condiciones, por lo que se decidió liberarlas, luego de estabilizarlos, ya que presentaban afectación en ojos, aletas y caparazón como consecuencia de la extracción de su medio natural y la manipulación por parte de los infractores", señalaron desde Corpoguajira.  

De acuerdo con esa autoridad ambiental, las dos especies incautadas se encuentran categorizadas En peligro crítico de extinción por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN) debido a la reducción significativa de su población y al deterioro de su hábitat, situación que crea un desequilibrio en el territorio marino-costero al ser transportadoras biológicas de nutrientes desde los ecosistemas marinos a los terrestres. 

Adicionalmente, cada nidada de tortuga aporta materia orgánica a las playas, un elemento necesario para la salubridad del ecosistema. Estos reptiles también contribuyen al control de los sistemas naturales como el de los corales o los pastos marinos, por este motivo la pérdida de los quelonios afectaría gravemente al ecosistema y, en definitiva, a los humanos. 

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Por razones como estas, Corpoguajira optó por declarar el área protegida de pastos marinos más grande del país: las costas de Manaure y Uribia, incluyendo la zona de Carrizal, área donde fueron decomisados los reptiles en esta oportunidad.

Corpoguajira invitó a la comunidad a seguir aumentado la sensibilidad hacia las especies en peligro e informar su tenencia, caza y venta ilegal, en pro de promover la conservación y protección de los recursos naturales, pero en especial de aquellas especies que se encuentran amenazadas.