DÍA MUNDIAL DE LAS ABEJAS
EN FOTOS: Abejas, abejorros, avispones y avispas: ¿por qué son tan importantes?
Todos tienen cabeza, tórax, abdomen y alas membranosas. Hay obreras, proveedores de servicios, reinas, mascotas, conservacionistas, criaturas sociales o solitarias. Son irreemplazables y están en peligro de extinción.
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Trabajadoras
La abeja melífera occidental (Apis mellifera) es la especie más conocida de los himenópteros. Hay nueve especies de abejas melíferas (Apis) en el mundo; y 30.000 de abejas silvestres. Estas últimas visitan 1.000 flores al día. Las melíferas, unas 300. Transportan polen de unas plantas a otras y permiten su reproducción. El 80 por ciento de las plantas con flores son fertilizadas por insectos.
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Complejo sistema familiar
La colonia de abejas domésticas vive en un "Estado". Cada abeja tiene ciertas tareas: las obreras limpian la colmena, cuidan de la descendencia, recolectan néctar, polen, agua. Sus vidas son tan agotadoras que mueren tras 42 días. Los machos, zánganos, solo tienen una tarea: aparearse con la reina. Gracias a sus enormes ojos compuestos, reconocen a su majestad en vuelo.
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Reina sin esposo
Es significativamente más grande que su corte y está en el foco. Su única tarea, entre marzo y agosto, es producir descendencia. Pone hasta 1.200 huevos al día y puede sobrevivir de tres a cuatro años. Las abejas nodrizas, que se ocupan de la cría, seleccionan algunos huevos de la vieja reina y crían uno que será su sucesor.
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Oro líquido
La miel consta de 200 ingredientes. En primavera y verano, las abejas recolectoras vuelan incansablemente hacia flores y hojas, chupan néctar y melaza (excreciones de pulgones), y recolectan polen. El edulcorante final que producen es apreciado también por los humanos, que crían abejas y cosechan su miel. A cambio, los animales reciben agua azucarada.
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Animales domésticos de moda
La apicultura está de moda. En Nueva York, Londres o Berlín: muchos la asumen como pasatiempo. Y salvan a las abejas, que cada vez encuentran menos alimento en nuestros campos envenenados con pesticidas, monocultivos gigantes y setos sin flores. Las ciudades, en cambio, ofrecen sustento, porque algo siempre florece en parques, parcelas y terrazas.
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Abejorros para frutas y verduras
Las plantas con flores representan una gran parte de la biodiversidad. Polinizadores como este abejorro, la otra: transportan polen de una flor a la siguiente y, por lo tanto, permiten la reproducción y el rendimiento de muchos tipos de frutas y verduras. Gracias a ellos, crecen alimentos por valor de 235 mil millones de dólares al año.
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Abejas solitarias, avispones tímidos y avispas agresivas
Las abejas silvestres son solitarias y no producen miel. Las avispas y avispones tienen cuerpos delgados, de color amarillo brillante. Las avispas se lanzan a tortas, bebidas dulces o carne a la parrilla. Los avispones, con casi el doble de tamaño, atrapan mosquitos y moscas. A diferencia de las abejas, los avispones, abejorros y avispas polinizan flores incluso con viento, lluvia y frío.
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Músculos vibrantes
Este abejorro chupa alimento líquido y loa distribuye con su lengua o glosa. Se le mantiene en invernaderos para distribuir el polen de las bayas, las frutas de semillas y los tomates. Se aferra a las flores y sus músculos vibran tan fuerte que sacuden el polen. El abejorro es más redondo que la abeja, igualmente velloso y de color ámbar a marrón.
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Las abejas salvajes
El 40% de las 560 especies de abejas salvajes nativas de Alemania están en peligro de extinción. Para sobrevivir necesitan materiales de construcción como arcilla, arena, tierra, viruta de madera, restos vegetales. Anida en suelos arenosos, en madera muerta o tallos lignificados (lugares soleados y secos), así como en un extenso buffet de plantas con flores sin llenar de marzo a septiembre.
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Defensores de las abejas
Pocos saben sobre la necesidad de las abejas salvajes y sus condiciones de vida. Según un estudio de Naciones Unidas sobre la diversidad biológica, hasta el 40 por ciento de las especies de insectos en todo el mundo están amenazadas de extinción. Si los pequeños polinizadores no existieran, los humanos tendrían que hacer su trabajo... a mano. Casi imposible y caro.