Ambiente
A través de ‘sembratones’ líderes ambientales buscan preservar la palma de cera en Colombia
Una iniciativa vallecaucana motivó a ambientalistas de otros departamentos a trabajar en la protección de la palma de cera. Aunque el Valle del Cocora, en Quindío, es una de las zonas más representativas, estas iniciativas demuestran que el árbol nacional es una especie importante en los ecosistemas de otros departamentos.
La palma de cera simboliza la capacidad de existir, la fortaleza y la grandeza de una especie única de Colombia. Puede medir hasta 60 metros, vive más de 200 años y tarda 80 en llegar a la vida adulta, por esas y otras características se denominó como el árbol nacional, pero ese reconocimiento no la exime del riesgo de estar amenazada. Así lo explican los ambientalistas Carlos Andres Londoño y Edwin Muñoz Jurado, quienes impulsan en Paraíso de las Palmas, Valle del Cauca, una iniciativa que busca socializar la importancia de la palma de cera y robustecer estrategias locales y nacionales de conservación.
En sus 223 hectáreas de un predio en Tenerife, en el corregimiento de El Cerrito, se encuentra el bosque de palma de cera más grande del suroccidente del país. Allí se desarrollan actividades de turismo de naturaleza y se adelanta una alianza de conservación nacional que consiste en sembrar las plántulas de la palma, frutos en descomposición que dan lugar a nuevos árboles.
La tarea no es sencilla. Aunque una palma hembra genera 4.000 frutos en cada cosecha, su primera hoja se tarda un año en crecer después de sembrada; esto quiere decir que deberán transcurrir unos 30 años para poder ver esas plántulas convertidas en árboles grandes, que es lo que tarda la formación del tronco. “Hemos iniciado estas grandes campañas de ‘sembratón’ con actividades teórico prácticas que buscan educar y sensibilizar a las personas acerca de la importancia del árbol nacional”, detalla Muñoz, administrador de Paraíso de las Palmas.
Para el secretario de Desarrollo Ambiental de El Cerrito, Carlos Cruz, Paraíso de las Palmas puede llegar a convertirse en un sitio similar al Valle del Cocora en el Quindío, una reserva natural que se ha convertido en atractivo turístico por ser la cuna del árbol emblemático. “Por eso respaldamos las iniciativas de conservación, actividades de páramo, plantas de palma de cera que buscan mejorar las condiciones ambientales. Debemos trabajar para cuidar el medioambiente a partir de la palma de cera”.
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El santuario de Tochecito, en el departamento del Tolima, está el bosque de palma de cera más grande del mundo. Luis Felipe Carranza, cocreador de Vida Andina, trabaja desde esta organización para generar conciencia acerca de la importancia de la palma. “Esta especie está en peligro crítico y encontramos que hay un desconocimiento generalizado sobre las iniciativas de conservación del árbol nacional. Así que decidimos trabajar en su conservación y por eso nos unimos a la iniciativa del Valle del Cauca”.
El rescate de las plántulas, como propone la sembratón, podría contribuir a la proliferación de la especie en el Valle y en el Tolima. Adicionalmente, estiman que se fortalezca uno de los ecosistemas más frágiles de la región, pues las palmas son el hogar de diferentes especies de aves, tucanes y un tipo de halcón en Colombia. De hecho, se tiene registro de que el oso andino se alimenta de partes de la palma y que sirve de hábitat para orquídeas y bromelias. “Esto debería ser muy importante para los colombianos. Ver una palma talada tendría que doler tanto como si quemaran cualquier símbolo patrio, porque es un reflejo de la riqueza biológica con la que contamos en el país”, puntualiza Carranza.