Contenido en colaboración

Anturios, la flor de la paz

Durante años crecieron en las copas y troncos de los árboles más apartados del municipio de Ricaurte. Luego comenzaron a llenar jardines y viveros de familias que encontraron en ellas la posibilidad de sustituir cultivos ilícitos y garantizar un ingreso económico. Hoy las exportan a varios países en el mundo.

22 de septiembre de 2021
Aunque la flor insignia es el anturio rojo martillado, los floricultores de Ricaurte han logrado desarrollar más de 40 variedades.
Aunque la flor insignia es el anturio rojo martillado, los floricultores de Ricaurte han logrado desarrollar más de 40 variedades. | Foto: Guillermo Torres Reina

Los bosques de niebla del piedemonte costero nariñense protegen una gran variedad de fauna y flora. Aquí también crece la flor insignia del municipio de Ricaurte, el anturio. Hace un tiempo solo se encontraba en las copas de los árboles más altos, pero hoy en día más de 30 familias del municipio se dedican a cultivarla para tener una fuente de ingresos y de paso fortalecer la identidad cultural de Ricaurte.

El nombre científico del anturio, Anthurium andrenaum, es en honor al jardinero y naturalista francés que la descubrió durante sus viajes a Colombia y Ecuador en 1876, Edouard Andre. Gracias a su trabajo de investigación, los cultivos se expandieron al sur de la Florida, Hawái y algunos países de Europa.

Orlando Realpe, funcionario de la Secretaría de Agricultura de Ricaurte, recuerda que cuando era pequeño los indígenas Awá bajaban de las montañas hacia las carreteras y el casco urbano con sus canastos tradicionales llenos de atados de anturios rojos y de semillas. Así fue como esta flor se expandió por potreros, carreteras y las fincas de Ricaurte. “Hace unos 30 o 40 años se empezó a bajar el anturio de los troncos y de las copas de los árboles y más o menos desde el 2005 se crearon los invernaderos. Ahora los cultivos son mucho más tecnificados y el municipio se está dando cuenta del beneficio económico que trae para las familias la comercialización del anturio”, explica.

Desde hace más de 15 años, Marco Aurelio convirtió los alrededores de su casa en un colorido jardín.
Desde hace más de 15 años, Marco Aurelio convirtió los alrededores de su casa en un colorido jardín. | Foto: Guillermo Torres Reina

Aunque la flor insignia de Ricaurte es el anturio martillado tradicional de color rojizo, los floricultores de la región han logrado que las flores también sean blancas, negras, rosadas, entre otros colores, y de diferentes tamaños. En el vivero de la casa de Sindy Torres y su madre hay una variedad de más de 40 anturios y de otras plantas nativas exóticas como orquídeas y bromelias. “Teníamos una finca y empezamos a coleccionar los anturios tomando los pies de las flores en la montaña. También nos interesa que las personas que empiecen a cultivar lo hagan de manera responsable porque no se puede cortar la flor del bosque y ya… Esto debe ser sostenible y amigable, por lo que lo más importante es la reproducción de la flor”, agrega Torres.

Las flores que crecen en su vivero se comercializan en Ricaurte, Tumaco, Ipiales y Pasto en otros municipios de Nariño. Torres agrega que este cultivo es cada vez más apetecido porque no necesita de una extensión tan grande de tierra, ni de cuidados especiales. Además, los anturios son una flor ornamental muy solicitada porque a diferencia de las margaritas o las rosas duran más de un mes.

Anturios de exportación

En 2011 nació la Asociación Anturios del Pazcífico como un trabajo colaborativo familiar dedicado a impulsar la producción de la flor como una alternativa de negocio verde y una opción de sustitución de cultivos de uso ilícito. “Nos interesa apoyar cultivos sanos que no nos llevan a la violencia ni al conflicto que tanto han afectado a esta región. El nombre de Anturios del Pazcífico lo escogimos porque queremos que esta flor sea el medio para llegar a la paz que tanto añoramos”, explica Janeth Díaz, secretaria general de la Asociación. Este grupo acoge a 32 integrantes y a 17 familias que encontraron en los anturios una oportunidad económica rentable y sostenible. Actualmente exportan sus flores a Ecuador y la meta es llegar a más países.

En la vereda San Pablo, ubicada a cinco minutos de la cabecera municipal de Ricaurte, la casa de Marco Aurelio Ortiz se convirtió en un jardín de colores. En su terreno tiene una hectárea cultivada de anturios rojos martillados y de otras 15 variedades como cocteleros, cucharas y lisos que se cosechan semanalmente. “Hace unos 15 años empecé este cultivo. Primero arranqué con dos matas de anturio rojo y después reproduje las semillas hasta conseguir diferentes colores de las flores y del espadis. La comercialización se vio muy afectada por la pandemia, pero estamos haciendo lo posible por reactivar las ventas”, agrega.

Noticias relacionadas