Regiones
Así es vivir en Pijao, Quindío: el primer pueblo sin prisa de América Latina
Pijao fue el primer pueblo de Colombia y Latinoamérica en unirse a la red global de ciudades sin prisa. Hoy, su población ve los frutos de este reconocimiento y le apuesta a un turismo controlado y amigable con el ambiente.
Al sur del departamento del Quindío, a una hora de Armenia, se encuentra Pijao, un municipio de 121 años con más de 5.400 habitantes. Aunque en 1999 lo sacudió un terremoto y dos años después vivió una violenta toma guerrillera, hoy es un ejemplo de resiliencia y forma parte de la Red Internacional de Ciudades para Vivir Bien Cittaslow, reconocidas por su tranquilidad, tradición, biodiversidad, cultura y belleza arquitectónica.
Esta organización de ciudades sin prisa, fundada en 1999 en la población de Orvieto, Italia, e inspirada en el movimiento slow food, tiene como propósito mejorar la calidad de vida en lugares donde el estrés y el ritmo de vida acelerado predominan.
“Yo vivía en un mundo donde la velocidad y la prisa son una cultura, que nos lleva y nos atropella y no nos damos cuenta. Es la cultura del correcaminos y eso definitivamente te asfixia. La vida slow significa poder frenar y hacer una pausa para disfrutar de los amigos, un café, la comida, la familia, la naturaleza, observar un atardecer”, explicó John Gallego, fotógrafo y guía de aviturismo oriundo de Pijao.
Además, Cittaslow busca la preservación de las tradiciones y la cultura local, la comunión con la naturaleza y la tranquilidad de propios y visitantes en zonas de menos de 50 mil habitantes.
Lo más leído
Actualmente, ciudades como Sebastopol en Estados Unidos, Creón en Francia, Stollberg en Alemania, Mungia en España y Maolin en China conforman esta red de más de 240 urbes de todo el mundo.
En Latinoamérica, solamente tres poblaciones tienen este título: Socorro (Brasil) y los municipios colombianos de Marulanda (Caldas) y Pijao (Quindío); este último fue el primero de la región en acreditarse.
La promotora de esta iniciativa en Pijao fue Mónica Liliana Flórez Arcila, directora de la Red de Viajes Slow, embajadora de buena voluntad de Cittaslow, docente, investigadora y exconcejal pijaense. Luego de vivir 20 años fuera del país y de lidiar con el ritmo acelerado de grandes ciudades de Estados Unidos y Oriente Medio, regresó a su municipio con la idea de llevar una vida más tranquila y ayudar a transformar su comunidad.
“Pijao era un pueblo que no estaba en los mapas ni de la región, ni a nivel nacional, porque había tenido varios fenómenos como el terremoto del 99, una toma por parte del frente 50 de las Farc en 2001, la caída del Pacto Cafetero en el 89, y todo esto hizo que mucha gente de Pijao se fuera a otros lados a trabajar, a buscar remesas para sostener la economía local, y que la gente también perdiera la fe por estos fenómenos que habían pasado”, recordó Flórez Arcila, licenciada en Tecnología Educativa y Comunicación.
El nuevo Pijao
Cuando conoció el movimiento Cittaslow, decidió viajar a Italia para aprender de este modelo y aplicarlo a su natal Pijao para impulsar el turismo rural sustentable y defender su patrimonio natural y cultural. Pertenecer a esta red representa beneficios tanto en visibilidad como en apoyo económico y mayores oportunidades para su gente.
Fue así como la activista, con ayuda de la comunidad y de diferentes organizaciones, inició programas de embellecimiento, huertas orgánicas, educación ambiental y gastronomía saludable, llegando a fundar Pijao Cittaslow en 2006, con la que ha alcanzado varios reconocimientos, y muchos años después, la Red de Viajes Slow (2020).
“Hubo un proceso de recuperación detrás del trabajo que hizo la Fundación Pijao Cittaslow con el apoyo de muchos ciudadanos de Pijao, voluntarios, universidades, la cooperación técnica del Canadá y organizaciones de turismo de España, que llevaron a que se lograra recuperar un poco la imagen del municipio y la credibilidad de la gente frente a su patrimonio arquitectónico tradicional y su paisaje natural. Luego empezó todo el proceso de los cafés especiales con el apoyo del Sena y su escuela de café, con capacitaciones frente a los campesinos locales”, precisó la activista.
Cristina Flórez Arcila, hermana de Mónica, es una de las personas que se ha beneficiado del proyecto. Actualmente, es barista, tostadora, catadora de café y encargada de la Tienda y Cafetería del Buen Vivir en Pijao.
“La tienda nació de la mano del movimiento del buen vivir o pueblo sin prisa. Nosotros estamos cosechando las mieles de todo el trabajo que ha venido desempeñando Mónica con Cittaslow. En la tienda tenemos 10 cafés especiales de 10 familias emprendedoras de Pijao, en su mayoría mujeres. También estamos cobijando a jóvenes porque queremos evitar que la caficultura se acabe, pues falta relevo generacional. También les enseñamos a los viajeros las diferencias entre un café comercial y un café especial. Además, tenemos cacao de origen, panela, miel y dulces hechos en Pijao”.
Al igual que la Tienda del Buen Vivir, negocios como Café Polé Polé ofrecen una experiencia de agroturismo en torno al café. Pero, además, pequeños emprendimientos artesanales se han fortalecido gracias a la idea del viaje slow.
Un turismo más responsable y sostenible
Por estar ubicado en la cordillera, Pijao cuenta con una gran riqueza natural. Gran parte de la biodiversidad del departamento abunda en esta tierra fértil y con potencial para la agricultura, con productos como aguacate, café, caña de azúcar, lulo, mora y hasta papa.
“Desde mi quehacer diario como guía, tengo la oportunidad de mostrar el municipio como un baluarte de la arquitectura en bahareque, de las aves, las mariposas, las polillas, las ranas... y buscamos brindarles a nuestros visitantes una experiencia muy completa. Yo hago inmersiones en las fincas de café y toda su cultura; también, salidas al páramo a buscar orquídeas, frailejones, aves y a disfrutar de toda esa biodiversidad”, afirmó Gallego.
John, Mónica, Cristina y muchos pijaenses coinciden en la necesidad de realizar un turismo slow en Pijao, que sea más pausado, controlado y dirigido a pequeños grupos de personas, debido a que un turismo desmedido y masivo puede afectar a su población y a su entorno. Incluso, esta misma idea ha preocupado a otros municipios de la cordillera, al sur del Quindío, como Córdoba, Buenavista y Génova.
“De hecho, el Quindío está sufriendo una tragedia porque grandes empresas constructoras le están vendiendo a la gente de afuera la idea de que esto es un paraíso y sin duda lo es, pero es un paraíso que tiene su límite, como lo que está pasando en Armenia, que no tiene suficiente agua. También nos dimos cuenta de que en Semana Santa Salento sufrió colapsos por el tema del agua y que municipios como Montenegro y Filandia han sufrido también esta crisis. Entonces, no es atraer más gente porque sí, es hacer una promoción adecuada del lugar, primero mejorando las capacidades instaladas y luego diciéndole al viajero que este es un lugar bello, pero frágil”, concluyó Flórez Arcila.