Mascotas
Así se ha transformado Bogotá en una ciudad más amigable para los perros
En los últimos años se ha incrementado entre la ciudadanía la conciencia sobre la importancia de la protección y el bienestar animal. Gracias a iniciativas públicas y privadas, los perros gozan de mayores áreas de esparcimiento en la ciudad. Ahora inclusive son bienvenidos en lugares donde era impensable su ingreso.
Bogotá forma parte del listado de ciudades petfriendly en América Latina. De hecho en 2019, fue elegida la ciudad más amigable con los animales, por la organización internacional World Animal Protection, por “mejores prácticas en el manejo humanitario de perros y gatos”. Si bien, la capital colombiana hace esfuerzos por velar por el bienestar de las mascotas, las personas que las acogen en el seno de sus familias opinan que es un trayecto largo y que aún falta mucho por recorrer en el país; consideran clave la adopción en este tránsito.
Camila Gómez Maya tiene dos perros adoptados, Mandarina y Emma, a través de la Fundación Adopta No Compres. Previamente había tenido otros, de raza, “pero creo que me cambió el chip. Pensé que habiendo tantos perros en la calle, para qué seguir comprando”. Camila vive en Bogotá, donde una buena parte de la población tiene al menos una mascota, y cree que la ciudad debería hacer mayores esfuerzos por facilitar, en este sentido, la convivencia, “porque, por ejemplo, es muy complicado encontrar un restaurante donde puedan entrar perros; al menos a los sitios donde yo solía llevarlos y que dejaron de permitirlo por una nueva legislación”.
Sin embargo, ella cree que, efectivamente, cada vez hay más gente con perros, en los parques, interesados en el bienestar de los animales, “y también es frecuente leer en grupos de Facebook a la gente alerta porque escucha a un perro ladrar durante horas, con la preocupación de que lo tengan encerrado. Ahora, la gente en convivencia se interesa porque las mascotas estén en buenas condiciones”, explica Camila, quien asegura que antes esto no pasaba en la ciudad, y ahora es algo que habla de avances como sociedad.
Otro indicador que refleja lo importante que son los perros para sus familias es la inversión que hacen para su bienestar: “que esté en buen colegio, que la comida sea buena, que tenga consultas periódicas con el veterinario, y no solo cuando se enferme”.
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Adicionalmente, los perros son una compañía ideal para las personas de la tercera edad. En este contexto, Camila cuenta que en su entorno muchas personas tuvieron la iniciativa de regalarle mascotas a sus padres durante la pandemia “para que salieran al menos a darle una vuelta a la cuadra”. Lo importante, reflexiona, es que la decisión de tener un perro o gato en medio del confinamiento haya respondido a un acto responsable.
A ella, por ejemplo, el cuidado de Mandarina y Emma le generan un gasto mensual promedio de 700 mil pesos. “Yo a mis perras las baño mensualmente, en uno de los camioncitos que prestan ese servicio, por 120 mil pesos. El caminador me cobra muy barato, a él le pago 250 mil pesos mensuales, por pasearlos durante cuatro horas, de lunes a viernes. La comida me cuesta 140 mil pesos mensuales. Les hice exámenes de sangre hace dos semanas y pagué 180 mil pesos por las dos. Pero un colegio, aunque no es mi caso, puede costar hasta 700 mil pesos mensuales para un solo perro”, explica Gómez.
El incremento de la población canina en la capital y la necesidad de sus familiares de compartir momentos junto a sus perros, motivó a malls y almacenes a adoptar políticas en favor de los animales. Fernando Núñez, coordinador de Experiencias de Atlantis Plaza, centro comercial petfriendly desde 2016, explica que los caninos que formaban parte de su dispositivo de seguridad motivó la decisión de permitir el ingreso de mascotas a sus espacios.
Adicionalmente, vieron un gran potencial en esa iniciativa. Cada vez hay más gente en las calles de la capital colombiana acompañadas por un perro, en parques, calles y avenidas, durante las ciclovías cada domingo y la opción de tenerlos en el centro comercial era muy tentador. A partir de esa política desarrollaron eventos y estrategias de mercado, que pausaron este último año por la pandemia, “como el que realizamos cada octubre, el Oktober Pet. que es un concurso de disfraces en el que invitamos a nuestros clientes a disfrazar a las mascotas y a venir a pasar un rato agradable”, comenta Núñez.
Hay toda una cultura ciudadana en torno a los perros que ha favorecido estos procesos. Por una parte, las familias que reciben formación para que puedan educar a sus mascotas y por otra, estos que han respondido favorablemente y ahora pueden convivir en espacios públicos sin que eso represente una situación que se pueda salir de control.
En Atlantis Plaza midieron los riesgos de un posible desastre, operativamente hablando, y al final fue un éxito. “Realmente, en estos cinco años, lo que hemos visto es que los clientes están muy agradecidos por el hecho de que les permitamos venir a visitar el centro comercial con sus mascotas y a estas alturas no se presentan incidentes. Las personas traen con qué limpiar lo que de repente haga el perro, que no pasa muy frecuentemente, y en caso de que lo requieran nosotros le facilitamos con qué hacerlo. Los clientes que nos visitan son muy juiciosos y los perros también”.
En Atlantis Plaza, los perros se pasean libremente por todas las áreas comunes del centro comercial, sin necesidad de uso de coches, inclusive dentro de la mayoría de las tiendas. “El único lugar adonde no pueden llegar es a la plazoleta de comidas por un tema de Secretaria de Salud, y por higiene”.
Laura Rodríguez, directora de la Fundación Adopta No Compres, cree que Bogotá podría llegar a ser una ciudad petfriendly como otras en el mundo, pero “falta más educación, respeto, amor y cuidados hacia los animales. Un buen trato hacía ellos”.