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Bahía Solano más allá de las ballenas: así es el emocionante rescate de tortugas golfinas en Colombia
Playa Cuevita es el lugar más importante para la anidación de tortugas en Sudamérica. Gracias a un proyecto en el que participan conservacionistas, turistas y locales se liberan todos los días cientos de tortugas en las aguas del mar Pacífico.
Un nido de tortuga puede contener entre uno y 250 huevos, pero debido a la caza y el consumo de sus huevos, durante muchos años la tortuga golfina estuvo en riesgo.
A la intervención non sancta del hombre, se suman todas las dificultades que viven como especie para llegar a la edad adulta y reproducirse. Además, las pocas que logran llegar sanas y salvas al agua, después de salir del nido, frecuentemente se encuentran con cantidades desproporcionadas de basura y plástico que consumen por error.
El futuro de esta especie comenzó a ser más promisorio gracias a una iniciativa que nació en una pequeña playa de nueve kilómetros, justo en el corazón de Bahía Solano, en el Chocó. Se llama Tortugas del Pacífico y su misión es monitorear y preservar la vida de las tortugas marinas que nacen aquí. Solamente en 2023 se recolectaron casi tres mil nidos.
“Recolectamos la mayor cantidad de huevos posible y los llevamos a un tortugario donde se incuban de manera natural para posteriormente liberar a las tortugas en el mar”, explicó Pedro Pinilla, líder del proyecto. Entre julio y febrero, las liberaciones se pueden realizar todos los días, el resto de meses deben ser programadas.
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Los tortugarios, también conocidos como viveros, son espacios sobre la playa donde se siembran los huevos protegidos de la erosión, el aumento del nivel del mar, los humanos y otros animales, y la exposición al sol por el cambio en el nivel de la arena.
Según Pinilla, la población de tortugas ha ido aumentando significativamente y eso se debe a que muchas de las tortugas que fueron liberadas hace más de 15 años están regresando a la playa. Este lugar del Pacífico cuenta con al menos tres organizaciones de conservación que hacen su labor los 365 días del año.
Los pobladores también han sido testigos de cómo cada año crece el número de tortugas anidantes, lo que significa que todos sus esfuerzos con las caminatas nocturnas, el traslado de los nidos al vivero y la paciente espera para el nacimiento hasta llevarlas al agua, ha dado resultado y contribuido a la preservación de las tortugas golfinas.
La experiencia del voluntariado
“Fui a liberar tortugas, pero fueron ellas las que me liberaron a mí”, recordó agradecida Lorena Pérez, una bióloga de Popayán que realizó el voluntariado en agosto del año pasado.
Según Pinilla, líder de la experiencia, año tras año han aprendido que solo una pequeña parte de las tortugas puede ser liberada por turistas, las otras se liberan en espacios menos habitados dentro de los nueve km de extensión que tiene la playa.
“Verlas nacer, mover sus aletitas, observar cómo su instinto las guía hacia el agua con el sonido de las olas, ver cómo avanzan por la playa y dejan su huella para luego entrar al agua y nadar por primera vez, es mágico”, aseguró Pérez.
Gracias a esta iniciativa, la conciencia por contribuir a su conservación ha aumentado. Cada vez son menos los nidos capturados para consumo humano y más las personas que defienden a las tortugas.
“Me llena el corazón y me da mucha felicidad saber que así sea por un corto tiempo, pude aportar un poquito para que estos majestuosos animales tengan más posibilidades de vivir”, aseguró la voluntaria, quien insistió en que repetiría esta experiencia mil veces.