Especial Norte de Santander
Carranga y rap se unen para sembrar esperanza en el Catatumbo
En la selva nortesantandereana, en la frontera con Venezuela, un grupo de jóvenes le apostó a visibilizar el sentir de los campesinos de la región a través del rap. Con ritmo siembran esperanza en las nuevas generaciones.
La carranga que popularizó el maestro Jorge Velosa Ruiz trascendió las fronteras de Boyacá, donde se reconoce como un ritmo autóctono y representativo de la región, y hoy resuena a más de 500 kilómetros en las montañas del Catatumbo, en plena cordillera Oriental, a la altura del departamento de Norte de Santander. Pero a diferencia de la carranga que popularizó Velosa, aquí se interpreta a ritmo de rap.
“Si el campo es lo mío voy a resistir
Mi gente me anima para combatir
En esto insistir, viendo el porvenir
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Sembrando yuquita, plátano y maíz.
Un gallo cantando anunciándome el día
La huerta y montaña me dan energía
El perro azabache y una machetilla
Una compañera que siempre me anima”.
Morir acá (tierra entre ríos).
En esta subregión transfronteriza, un grupo de jóvenes le apuesta a construir paz a través de la música, los murales y el arte en general, por medio de una iniciativa local conocida como La Montaña Récords Catatumbo. A través de esta discográfica se han dedicado a visibilizar la realidad de los campesinos a punta de carranga rap, un género que crearon mezclando sonidos de la música tradicional con pistas que provienen del hip hop.
Este experimento, que se ha propuesto reconciliar las diferencias históricas entre ambos géneros, hace parte del sueño de René Ramírez, conocido como Asimétrico. Es un joven campesino de 29 años, que fue desplazado por la violencia de El Tarra cuando tenía 8 años de edad. A pesar de no tener tierra, conoce muy de cerca el sentir de quienes la cultivan; sus vivencias bajo el sol y la lluvia.
Este proyecto musical para hacer rap desde el campo fue el inicio de carranga rap, que hoy se roba la atención de quienes visitan el Catatumbo por haber logrado llevar un pedacito de la vida urbana hasta las entrañas de la espesa selva nortesantandereana. Sus letras se inspiran en los vientos de paz que comenzaron a soplar en la región con la sustitución de cultivos ilícitos por proyectos de agricultura sostenible, la lucha campesina y el trabajo comunitario. “Hay que construir, resistir y meterles la ficha a estos procesos que ayudan a formar un mejor futuro desde el amor y el talento local; porque mucho más que el daño que nos hizo el conflicto, somos esperanza”, señaló Ramírez.
Actualmente, la dirección del sello se encuentra a cargo de Varé Varé, una rapera feminista que habla de la violencia hacia las mujeres de la región a partir de su propia experiencia. Con sus canciones logró robarse el interés de personas de municipios como El Tarra, San Calixto y el corregimiento Filo El Gringo.
Los niños también han encontrado en el arte y la cultura un medio para transformar su realidad. De acuerdo con Varé Varé, a la fecha han impactado la vida de al menos 60 niños de la región, con una oferta de espacios más sanos y alternativas para que disfruten del tiempo libre. “Hacen parte de los talleres musicales, donde les enseñamos que, si bien la violencia nos afectó, hoy somos más fuertes, y esto se debe visibilizar”. concluyó.