Especial Reactivación Aérea
Colombia desde la perspectiva de un piloto de avión: belleza inesperada y efectos del cambio climático
El piloto paisa Camilo Ramírez se ha dedicado a fotografiar Colombia desde un avión y, en paralelo, a recorrer sus destinos y promocionarlos en redes sociales. Gracias a más de una década de oficio, da testimonio de la imponencia de nuestras regiones, y también del avance de la deforestación y el deshielo de los nevados.
Cuando era niño, montar en avión era lo mejor de los paseos familiares. Y en la adolescencia, tuve claro que ser piloto era justo lo que quería hacer el resto de mi vida. Han pasado 12 años desde que me inicié —hoy tripulo un Boeing 737— y he tenido el privilegio de conocer el país.
Me entusiasma la belleza inesperada de cada paisaje, que varía de acuerdo al clima, la hora o la época del año, aunque el trayecto sea el mismo. Mágica: no hay otro calificativo con el que se me ocurra describir a Colombia.
Nunca, y por fortuna, me he acostumbrado a lo que veo. Ni a las montañas, por muchas que sean, ni a los atardeceres, aunque siempre lleguen. En la mañana vuelo y el Nevado del Ruiz está blanco; de regreso, lo blanco pasa a ser gris por las fumarolas.
Los azules y verdes del Caribe son una fiesta. Uno se llena de alegría solo de verlos. Volar rumbo a Cancún desde Colombia, y su respectivo retorno, ofrece espectáculos únicos, que solo son posibles de disfrutar desde un avión. Mirar a la derecha el mar Caribe y a la izquierda el Pacífico; además del Golfo de Urabá, la isla de San Andrés y, por supuesto, la de Providencia.
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Si tuviera que escoger un paisaje entre todo lo visto, sería la Sierra Nevada de Santa Marta. Es tan imponente que su belleza resulta perturbadora. Da tristeza ver que ya no tiene casi nieve. Puedo dar testimonio de cómo a lo largo de los años se ha reducido el nivel de hielo, ha avanzado la deforestación y se han hecho evidentes los impactos del cambio climático.
Colombia es un país de climas muy variados, pero hasta hace unos años sabíamos cuando se avecinaban los meses de lluvia y los secos. Eso se ha transformado. Cuando debería estar seco, ya no sorprenden las tormentas o las fuertes precipitaciones. Ya no se puede hablar de temporadas de sargazo (macroalgas), ya no se mueven desde Brasil hacia una buena parte del Caribe durante la época de huracanes; desde las alturas es posible ver cómo el mar las moviliza durante todo el año hacia la playa.
Conocer afondo los destinos
La Guajira fue uno de esos destinos que me enamoraron y me motivaron a planear un viaje. Es un territorio tan extenso como hermoso. Ver el contraste del desierto con el mar Caribe es un privilegio. Luego, en tierra, la realidad golpea fuertemente la expectativa por la desigualdad y la pobreza. Me pasó lo mismo con el Amazonas: cuando comencé a volar hacia Leticia, desde el aire uno se da cuenta de cómo, de un momento a otro, las vías terrestres desaparecen, algo que contrasta con el desarrollo de otros territorios donde son visibles los proyectos de infraestructura vial. En una década de vuelos, he podido ver la expansión de muchas poblaciones y ciudades.
Aunque ser piloto alimenta mis dos grandes pasiones, volar y viajar, los vuelos de trabajo no siempre me permiten conocer a fondo los destinos.
Por eso, dedico mi tiempo libre a viajar como turista. Cuando no vuelo, usualmente estoy en el agua, porque, además de piloto, soy buzo. En paralelo, soy fotógrafo aficionado, algo que, sin planearlo, me ha permitido un grado de influencia en las redes sociales. Ojalá la vida me alcance para dar a conocer a toda Colombia.
Hay mucho por descubrir en el país, más allá de lo que se promociona, como los maravillosos Llanos, que ahora ofertan tours a modo safari, o el Guaviare, a donde aspiro llegar este año. A causa del conflicto armado, los colombianos nunca tuvimos la oportunidad de conectarnos con el encanto natural de este territorio; por eso, sus comunidades avanzan en iniciativas para atraer turistas.
Mi rol de influenciador tiene como único propósito hacer que la gente se mueva por Colombia, que quiera conocerla, que sepa que el turismo no se limita solo a los destinos tradicionales.
Un ejemplo de lo que hay más allá de lo que se publicita es El Doradal, en Antioquia, al que los turistas se sienten atraídos por la hacienda Nápoles, que fue propiedad de Pablo Escobar. Este corregimiento del municipio de Puerto Triunfo encanta más allá de la sórdida historia de quien lo popularizó. En un viaje reciente, que cualquiera puede realizar en un fin de semana, pude navegar un río, liberar tortugas y visitar cascadas sobre las que mis seguidores en Instagram no dejaban de preguntar: “¿eso es Colombia?”.
La lista de destinos desconocidos es larga. En este país lo tenemos todo. Es hora de valorar, de viajar, de conocer más y de propiciar un turismo que impacte positivamente a todas las regiones.
*Piloto comercial. Influenciador de viajes. Instagram: @camilorate
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