Especial Industria farmacéutica
Colombia, un tesoro de biodiversidad con potencial farmacéutico sin explorar
Colombia tiene una enorme riqueza natural, y se estima que el 68,3 por ciento de las especies de plantas tiene algún uso medicinal.
En sus 1.142 millones de kilómetros cuadrados, Colombia alberga cerca del 10 por ciento de las especies conocidas en el mundo. Según el Índice de Biodiversidad Global y el Sistema de Información sobre Biodiversidad de Colombia, es el tercer país más megadiverso del planeta, solo detrás de Brasil e Indonesia.
Aun así, en varias dimensiones está aún más arriba en el podio internacional gracias a la exuberancia de su fauna y flora. De hecho, el Catálogo de plantas útiles de Colombia, elaborado por el Instituto Humboldt y el Jardín Botánico de Kew, reveló que en el país hay 7.472 especies de plantas documentadas, de las cuales el 68,3 por ciento está relacionado con algún uso medicinal.
“Tenemos un gran potencial para desarrollar una industria farmacéutica basada en su rica biodiversidad, y este potencial es ampliamente reconocido por expertos en el campo de la biotecnología y la investigación farmacéutica”, advirtió Fernando Cantor Rincón, director ejecutivo de la Asociación Colombiana de Facultades de Ciencias.
De acuerdo con este biólogo, doctor en entomología, el primer atributo del país en dicha dirección es la biodiversidad, porque muchas de las variedades de especies pueden contener “compuestos químicos únicos con propiedades medicinales o farmacológicas, y esto aumenta las posibilidades de descubrir nuevas sustancias bioactivas con potencial farmacéutico”.
Tendencias
El segundo atributo se relaciona con las empresas farmacéuticas nacionales que han promovido alianzas con instituciones de educación superior para trabajar en el desarrollo de productos farmacéuticos a partir de la biodiversidad. Felipe García Cardona, gerente del Centro de Economía y Finanzas de la Biodiversidad del Instituto Humboldt, coincide con esta idea, y añade otros aspectos clave como el “conocimiento tradicional y las capacidades en ciencia, tecnología e innovación”.
La gran ventaja
En el país se han promulgado varias leyes cuyo impacto sería clave en la industria farmacéutica como, por ejemplo, la 165 de 1994 (llamada Ley de Biodiversidad) que entre sus objetivos señala “la participación justa y equitativa en los beneficios que se deriven de la utilización de los recursos genéticos”. También está la Ley 1286 de 2009 de Ciencia, Tecnología e Innovación, que busca, entre otros propósitos, “darles valor agregado a los productos y servicios de nuestra economía y propiciar el desarrollo productivo y una nueva industria nacional”.
Pero a pesar de que hay una legislación, el sector enfrenta importantes retos que de cierta forma obstaculizan su desarrollo. El funcionario del Humboldt, un ingeniero agrónomo con maestría en Ciencias Económicas, Economía y Desarrollo Social, destacó que, si bien hay avances en la institucionalidad, la complejidad normativa y el desconocimiento es todavía muy grande. En ese sentido, Cantor agregó como faltantes en la normatividad la regulación farmacéutica, la propiedad intelectual, el financiamiento y apoyo gubernamental, la transferencia de tecnología y colaboración, y la sostenibilidad ambiental.
Geison Modesti Costa, profesor asociado del Departamento de Química de la Facultad de Ciencias de la Universidad Javeriana, aseguró que los obstáculos muchas veces son complejos. “Desde aspectos gubernamentales, pasando por la baja financiación de la ciencia, trabas administrativas, hasta llegar a los distintos lenguajes entre el sector público, la industria, el comercio y la academia. Pensar en investigar y desarrollar un nuevo producto a partir de nuestra biodiversidad, de una manera sostenible, ética, moral, respetando el método científico y que también llegue a ser económicamente rentable, es algo que en Colombia hoy no es común”, aseguró Modesti Costa.
Más inversión
¿Cómo construir una industria propia que sea competitiva? Los expertos señalan varios caminos. El primero es incrementar la inversión en investigación y desarrollo. Según Cantor, una inversión ideal en I+D puede ser, en principio, equivalente al 1 por ciento del PIB. “Este umbral mínimo de inversión ha sido propuesto permanentemente por la comunidad científica nacional”, indicó.
Por su parte, García Cardona recomendó generar mayores estímulos a la industria de productos fitorerapéuticos, es decir, aquellos empacados y etiquetados cuyas sustancias activas provienen de plantas medicinales, a partir de promover el consumo local. “En esto podrían participar no solamente grandes empresas, sino pequeñas y medianas, y construir a nivel nacional un verdadero clúster en esta industria”, indicó.
Finalmente, Modesti Costa señaló que el proyecto de ley sobre autonomía sanitaria podría contribuir en ese propósito dado que “algunos aspectos podrían ser permeados con nuestra biodiversidad como la generación propia de nuevos activos farmacéuticos por medio de más inversión en investigación y desarrollo en productos de origen natural; y la atención primaria del paciente que, en ciertos casos, se podría hacer con plantas medicinales o fitoterapéuticos basados en evidencia científica”.
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