Sostenibilidad
¿Cómo Colombia está transformando su riqueza natural en oportunidades económicas?
Con 5 millones de hectáreas agrícolas y casi 60 bosques tropicales megadiversos, el potencial de Colombia es enorme para fortalecer una economía basada en su biodiversidad. En el turismo y los medicamentos hay avances importantes.
Colombia fue pionera en añadir la palabra biodiversidad a su estrategia de bioeconomía. En 2018, su Política de Crecimiento Verde (Conpes 3934) propuso que la riqueza natural del país fuera vista como una nueva fuente de crecimiento económico, y la bioeconomía como un modelo que gestiona de manera eficiente y sostenible la biodiversidad y la biomasa.
“Lo que hace distinto al país es su biodiversidad. Tenemos unos 5 millones de hectáreas de agricultura y casi 60 de bosques tropicales megadiversos”, explicó Felipe García, gerente del Centro de Economía y Finanzas de la Biodiversidad del Instituto Humboldt. Inicialmente, la idea de bioeconomía no había estado explícitamente ligada a la biodiversidad, sino a la biomasa y los recursos biológicos. A comienzos de la década de 2010, Alemania la había posicionado en el ámbito político, buscando impulsar una transición hacia modelos sostenibles. “Ellos proponen crear una economía con bases biológicas: pasar del combustible al biocombustible, de los fertilizantes químicos a los biológicos”, detalló García. La iniciativa cogió vuelo y cada país la adaptó a sus condiciones.
En años recientes, la estrategia colombiana ha cogido fuerza en la región y hoy “Colombia, Brasil y Costa Rica forman un bloque de bioeconomía con una visión distinta”, precisó García. Siguiendo los lineamientos de la apuesta de crecimiento verde, en 2021 se aprobó un decreto (690 de 2021) para el manejo sostenible de la flora silvestre y los productos forestales no maderables, es decir, semillas, frutos, raíces, hojas, cortezas, resinas. Hasta entonces, el país no contaba con normas legales que permitieran el aprovechamiento de este tipo de recursos, lo que llevaba a muchos a hacerlo ilegalmente e imposibilitaba su control.
“El decreto impulsó en Colombia los productos a partir de no maderables”, dijo García. Al tradicional negocio de las artesanías, cuyo diseño y calidad es hoy reconocido internacionalmente (según ProColombia en 2023 sus exportaciones fueron de 6,5 millones de dólares), se sumaron emprendimientos alrededor del asaí, el camu-camu y el corozo, entre otros. Ese impulso se vio jalonado por el interés del mercado. En el caso de los productos de cuidado personal, por ejemplo, la consultora norteamericana Grand View Research estimó que su crecimiento anual hasta 2030 sería del 9,4 %. En 2022 el mercado rondaba los 21.800 millones de dólares.
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Por ello, no sorprende que esa tendencia sea crucial en las estrategias de las Cámaras de la Industria Cosmética y de Aseo y la Industria de Alimentos de la Andi. Esta última, por ejemplo, “tiene una lista de frutos amazónicos y andinos con los que trabaja, entre ellos acerola, arazá, asaí, camu-camu, carambola, copoazú, macambo, quinua y sacha inchi. La construyó evaluando su demanda”, aseguró Carlos Manuel Herrera, vicepresidente de Desarrollo Sostenible de la Andi.
Doria es una de las grandes empresas que ha mostrado particular interés en explorar la biodiversidad del país para ampliar su canasta de productos. En 2023 lanzó su línea Ancestral, en la que trabaja con granos y semillas como la quinua, el ajonjolí, la chía y la linaza molida. Según sus cálculos, para 2028 el mercado de este tipo de productos alcanzaría los 6.700 millones de dólares.
Ecoturismo y biomedicamentos
En diciembre de 2022, el Instituto Humboldt y el Real Jardín Botánico Kew de Inglaterra publicaron los Catálogos de Plantas Útiles y Hongos de Colombia como resultado de una investigación conjunta. Según el estudio, se ha comprobado que 7.472 plantas pueden ser utilizadas de distintas maneras: el 68,3 % tiene usos medicinales, el 31,6 % es fuente de materiales, el 29,5 % provee servicios ambientales y el 50,9 % es fuente de alimento para las personas.
Estas investigaciones son clave para impulsar, entre otras cosas, el desarrollo de medicamentos a partir de plantas naturales. Colombia ha venido avanzando en el tema. La Facultad de Ciencias de la Universidad Javeriana, por ejemplo, avanza en la investigación en fitomedicamentos con plantas de la Región Andina colombiana como el dividivi y el anamú, para desarrollar medicamentos contra el cáncer.
En el caso del turismo, las oportunidades son múltiples: en la Orinoquia se pueden hacer safaris llaneros, en las costas del Pacífico chocoano avistamiento de ballenas, en el Eje Cafetero ascender al volcán Nevado del Ruiz y en la Serranía de La Macarena disfrutar del espectáculo de Caño Cristales, el famoso río de cinco colores. Por ello, no sorprende que en 2022 el CEO y fundador de la plataforma Awake Travel, Miguel Torres, le contara al diario La República que en los últimos cinco años habían duplicado sus ventas, y que para 2030 el ecoturismo podría generar unos 8.000 millones de dólares.
Uno de los nichos más llamativos es el de los pajarólogos. Colombia es el país con más especies de aves en el mundo (el 20 % del total global), lo que podría atraer anualmente más de 15.000 amantes de las aves, según el medio Mongabay.
La ruta de la restauración
Las oportunidades de negocio no solo están en el aprovechamiento de la biodiversidad, sino también en su restauración. El Ministerio de Ambiente tiene la ambiciosa meta de restaurar más de 753.000 hectáreas para 2026. La Corporación Ambiental Empresarial (Caem) es una de las organizaciones que está promoviendo la restauración de ecosistemas para ayudar a las empresas a compensar sus emisiones de gases de efecto invernadero. Con el programa Hojas Verdes han sembrado unos 60.000 árboles (ya tienen tres bosques pequeños) y ofrecen a las compañías bonos de conservación. “La propuesta es que sea un servicio climático que podemos ofrecer”, contó Henry Garay, presidente ejecutivo de la Caem.
En esa misma línea, una de las grandes apuestas del Ministerio de Ambiente es ‘Conservar paga’, un programa que entrega incentivos económicos a las comunidades que se comprometan con la protección de la biodiversidad. “La idea es que esos recursos promuevan la conservación y apalanquen sistemas productivos sostenibles”, explicó Carlos Enrique Díaz, coordinador del grupo de Análisis Económico de la Oficina de Negocios Verdes de ese ministerio.
Hub de bioeconomía
Aunque la estrategia de la bioeconomía está en los planes de desarrollo del país, falta una apuesta estructural. “Esto no se da solo. No basta con tener creatividad e iniciativa. Se necesitan condiciones para desarrollar la estrategia, y una visión compartida de que hace parte del futuro de Colombia”, advirtió Herrera. Para ello es necesario generar incentivos, mejorar la infraestructura del país en los distintos territorios, impulsar los avances en ciencia y tecnología, capacitar a más personas en este tipo de negocios, crear sinergias entre los sectores público y privado, buscar nuevos mercados y garantizar la trazabilidad de los productos, entre otros.
La meta del Ministerio de Ambiente es que haya 12.630 negocios verdes, con su respectiva medición del impacto positivo sobre el ambiente (no necesariamente son a partir de la biodiversidad). Hoy hay 4.162 identificados. Finalmente, para impulsar la bioeconomía, desde el Instituto Humboldt están desarrollando una misión que busca generar sinergias entre actores nacionales e internacionales y dar a conocer buenas prácticas. Actualmente tienen un hub de bioeconomía en Bogotá, creado junto con ProBogotá, la Universidad del Rosario y el Stockholm Environment Institute (SEI). La meta es que haya más hubs articulando a los actores locales de los distintos territorios.
“Las regiones se han sentido identificadas con la bioeconomía y ahora son las que me están dando tracción”, aseguró García. Para los especialistas, no hay duda que el potencial del país es enorme.