Sostenibilidad
De residuos a energía: ¿cómo los biodigestores están cambiando el campo colombiano?
Esta tecnología tiene la capacidad de transformar las heces del ganado y los residuos sólidos en energía, una solución que permite la operación sostenible de actividades agrícolas y pecuarias. Así avanza su uso en Colombia.
El mundo sigue en alerta porque la emisión de gases de efecto invernadero (GEI) continúa en aumento. Según el estudio ‘Un megahit candente: informe sobre la brecha de emisiones, 2023′, elaborado por la ONU y su programa para el medioambiente, las concentraciones atmosféricas de dióxido de carbono (CO2) y otros gases de efecto invernadero superaron el récord en 2022. La emisión de metano (que hoy supone el 19 % de los GEI) aumentó 1,8 %. Si bien la participación del CO2 en la ecuación de producción de los GEI corresponde al 75 %, la cifra del metano preocupa porque, como lo señaló el Banco Mundial, este gas “es 80 veces más peligroso que el CO2 cuando se trata de calentar el planeta”.
Las actividades agrícolas y pecuarias tienen una importante participación en la emisión de metano. El Banco Mundial sostiene que la ganadería representa el 32 %, y los residuos el 18 % “de todas las emisiones de este gas provocadas por los seres humanos”. El metano producido por los desechos se debe a que no hay una buena recolección de estos en las zonas rurales de los países menos desarrollados y de desarrollo medio. En el caso colombiano, el 76 % de la población campesina no cuenta con un adecuado sistema de acopio de basuras, de acuerdo con cifras del Dane 2020.
Colombia suscribió el Compromiso Mundial sobre el Metano, en el que se compromete a reducir para 2030 las emisiones de este gas un 30 % con respecto a los niveles de 2020. Un objetivo que impone retos como reducir la deforestación, promover la agricultura sostenible y manejar correctamente los residuos urbanos y rurales.
Una solución efectiva
Entre las soluciones que podrían contribuir al cumplimiento de las metas están los biodigestores. Se trata de tanques herméticamente sellados y alimentados con residuos orgánicos y las heces del ganado y animales, que al descomponerse generan biogás (compuesto principalmente por metano y CO2) y fertilizantes. El biogás puede alimentar estufas, calentadores y otros artículos domésticos. Si se utiliza un generador, también puede transformarse en energía eléctrica.
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Además, los biodigestores promueven la agricultura y ganadería sostenibles, al mejorar la calidad del agua, proveer fertilizantes más efectivos y menos contaminantes, y mejorar la productividad del suelo y reducir su degradación. Pero, aunque sus bondades son enormes, su difusión ha sido lenta, pues esta tecnología llegó al país a mediados de la década de 1980.
De acuerdo con Érika Jiménez, gerente de Distriladam, una empresa que ofrece soluciones agrosostenibles, para acelerar la masificación de los biodigestores se necesita una política pública que incentive su instalación en las fincas y fortalezca la pedagogía sobre su uso y beneficios. “Necesitamos urgente una política pública y que el Estado se dé cuenta de los beneficios de los biodigestores y los promueva para que pueda cumplir con los compromisos adquiridos frente al cambio climático y los Objetivos de Desarrollo Sostenible con la comunidad internacional”, concluyó Jiménez.