Especial Norte de Santander
Del conflicto a la creatividad: la revolución del arte textil en Cúcuta
En su recorrido por Norte de Santander, la Fundación Moiras se ha dedicado a contribuir a la reconstrucción de la memoria histórica del departamento.
Una serie de mensajes tejidos sobre paredes y rejas en las calles de los municipios de Norte de Santander, que hacen referencia a la verdad, el amor y el feminismo, llaman la atención de los transeúntes. La Fundación Moiras, responsable de esta iniciativa, tampoco pasa inadvertida. Hoy es reconocida como la organización pionera de esta práctica que nace en el marco de la reconstrucción de la memoria y el tejido social del departamento, afectado durante años por la violencia y el conflicto armado.
De hecho, las Moiras han ganado cada vez mayor visibilidad gracias al impacto que ha generado esta nueva forma de intervenir el espacio público a través del arte textil y desde los saberes ancestrales. Con los tejidos llegan hasta las zonas más apartadas de Norte de Santander no solo para reconstruir la memoria colectiva; también se han propuesto reivindicar una actividad históricamente asociada a las mujeres como una forma de opresión mediante estereotipos de género.
Ahora el acto de tejer es una herramienta transformadora que se utiliza para luchar por los derechos de esta población. Sin embargo, su alcance no se limita al fenómeno de los tejimurales, como se conocen en Cúcuta. Los libros textiles, que cuentan las historias de las mujeres que han vivido de primera mano el dolor de la guerra y la violencia, han conmovido a personas de todo el país.
Verdad y memoria
Las Moiras también lograron tocar el corazón de cada una de las víctimas con quienes se ha trabajado desde hace más de cuatro años cuando inició el proyecto en el corregimiento de Juan Frío, en el municipio de Villa del Rosario, justo al borde del río Táchira, que colinda con San Antonio de Táchira, en Venezuela. Hace dos décadas, en este lugar la incursión de las AUC terminó en una masacre y en los llamados Hornos de Juan Frío, donde cremaban los cuerpos de sus víctimas.
A través del arte y el tejido, las mujeres generaron procesos comunitarios en este territorio fronterizo para aliviar las heridas que dejó la violencia paramilitar. Experiencias que terminaron recopiladas en el libro Memorias Textiles: Círculos de Sororidad.
Su segundo libro, Memorias Textiles desde la Frontera, reproduce las experiencias de mujeres venezolanas y colombianas retornadas (antes, después o durante el cruce de los pasos fronterizos) que llegaron al asentamiento Alfonso Gómez entre 2020 y 2022. Para este proyecto, Las Moiras contaron con la participación de al menos 30 mujeres. Clara Valencia, coordinadora de Proyecto en Moiras, contó que el bordado fue una excusa para recuperar “ese tejido social que se desvanece si no se habla y se cura debidamente”.
En cada caso, el bordado se convirtió en un lugar seguro para disipar las angustias que hacen parte del proceso de pérdida y luto. Una herramienta para desahogarse, reconstruir y contar la verdad de los hijos, hermanos, padres y amigos que la violencia les arrebató. Este esfuerzo emocional quedó retratado por las ‘mujeres buscadoras’ en el tercer y más reciente libro, Mis Caminos de Búsqueda, que se presentó en la más reciente Feria del Libro de Cúcuta dentro del Salón de la Memoria.
“Mi fe y mi esperanza, hijo mío de mi corazón, de la mano de Dios y de mi fe, jamás desistiré en buscarte hasta encontrarte. Mi muchacho, te amo”, es una de las notas bordadas en este libro que Gloria Rivero dedicó a su hijo Robertico. Treinta mujeres participaron de la paciente elaboración de este ejemplar de más de 40 páginas que cuenta su lucha por dar con el paradero de familiares declarados como desaparecidos, durante la crisis fronteriza.
Mis Caminos de Búsqueda hace parte de la iniciativa ‘Ritualitos: Verdad y Memoria’, con la cual la Fundación ha intervenido comunidades afectadas por las desapariciones forzadas y hechos de violencia en Cúcuta y los municipios de Los Patios, Villa del Rosario y el Zulia. Dos libros textiles, cuatro tejimurales y dos mantas comunitarias ha sido el resultado de este tránsito.
“El hilo que nos une con aquello que amamos se fortalece desde el vínculo con los costureros locales hasta la ropa que se usa cotidianamente”, señaló Valencia, haciendo alusión al trabajo en el que avanza la Fundación, y del que hacen parte estos tres libros expuestos en el Museo de la Memoria de Cúcuta y en el Museo Casa de la Memoria de Medellín.
El hogar de Las Moiras
Hoy Las Moiras tienen una sede en el barrio Quinta Oriental, en Cúcuta, que acoge los sueños y voluntades de las 12 personas que fundaron la organización (11 mujeres y un hombre) hace cerca de cinco años. Su directora, Andrea Quiñónez, contó que este espacio nació en un momento de gallardía y sentó las bases de su formalización. Aquí funciona el café-bar Mandala y la tienda El Garaje de Moiras, donde ofrecen prendas de segunda, productos de emprendedores locales y accesorios que hacen a mano Las Moiras y quienes participan de sus actividades.
“El feminismo, la costura, la reconstrucción de la memoria y la economía sostenible han sido pilares sólidos que permanecen y se proyectan en los proyectos comunitarios en los que trabajamos día a día desde los campos en los que nos especializamos, que son muchos y diversos, como nosotras”, concluyó Quiñónez.