Emprendimiento

Drones y robots protegen de las enfermedades y plagas los cultivos en Apartadó

La inventiva de una pareja de jóvenes emprendedores, aficionados a la tecnología y la robótica, se convirtió en una poderosa herramienta para hacer más eficiente el sector agrícola de la región y aportar soluciones para erradicar las minas antipersona.

11 de junio de 2021
Los drones que diseña Vides y Lopéz pueden ser manipulados a distancia y operados a través de dispositivos móviles, control remoto o computador.
Los drones que diseña Vides y Lopéz pueden ser manipulados a distancia y operados a través de dispositivos móviles, control remoto o computador. | Foto: Cortesía Agrotronik

Gracias a la curiosidad de su papá, Rafael Vides empezó a aprender sobre robótica y electrónica desde los siete años. Aunque al principio lo tomó como un juego, con el tiempo lo motivó a desarrollar soluciones que salvan vidas y mejoran la calidad de los cultivos en el Urabá antioqueño.

“Con mi papá hacíamos cositas muy básicas y sencillas como electroimanes pequeños”, comenta Vides. Al ingresar al colegio, a modo de pasatiempo, comenzó a diseñar sus primeros robots y a experimentar con domótica. Después entró al SENA y se dio cuenta que podía hacer de esta actividad que tanto le gustaba un proyecto de vida. Allí conoció a su amigo y socio Ferney López, con quien empezó a participar en proyectos y concursos.

El primero fue Antójate de Antioquia, en el que por medio de retos los participantes proponían soluciones a distintas problemáticas. “Construimos un robot de búsqueda y rescate de personas en situación de riesgo”, detalla Vides. Al final resultaron siendo los ganadores y gracias a este premio dimensionaron su potencial.

Rafael Vides y Ferney López empezaron a crear y diseñar en la habitación de Vides, hoy ya cuentan con un laboratorio de experimentación y desarrollo propio en Apartadó.
Rafael Vides y Ferney López empezaron a crear y diseñar en la habitación de Vides, hoy ya cuentan con un laboratorio de experimentación y desarrollo propio en Apartadó. | Foto: Cortesía Agrotronik

En el 2013 ganaron ¿Quién se le mide?, un concurso promovido por la Gobernación de Antioquia en el que se inscribieron 1.500 participantes. El reto consistía en crear una herramienta para detección y detonación de minas antipersona. “Desarrollamos un robot que encontraba y recibía el impacto directo de la mina por medio de cadenas y un escudo”, explica Vides.

Con el tiempo descubrieron que cada 20 o 30 detonaciones que recibía el robot, y dependiendo del explosivo, tenían que ajustarlo. Entonces decidieron comenzar a explorar el mundo de los drones para desarrollar el primer prototipo capaz de detectar y detonar de manera controlada minas antipersona.

Esto supuso un reto mayor, pues aunque ya sabían detectar minas con contenido metálico, no lo podían hacer con las que se construían sin este elemento. “Decidimos desarrollar una nariz electrónica en el dron que detectaba explosivos como C4, ANFO, pentolita e indugel”. Esta innovación les permitió ganar la primera versión del Gran Inventor Colombia, un reality promovido por Colciencias en 2016.

Entre los múltiples robots que han creado, se destaca este robot mesero que ayuda en la repartición y  recolección de platos en eventos masivos.
Entre los múltiples robots que han creado, se destaca este robot mesero que ayuda en la repartición y recolección de platos en eventos masivos. | Foto: Cortesía Agrotronik

A partir de ese momento empezaron a alternar la creatividad e inventiva para el desarrollo de robots con la identificación de problemáticas en la zona del Urabá. Así fue como encontraron que algunos pequeños productores no tenían acceso a fumigaciones aéreas, por ende, no podían exportar su producción y generaban grandes pérdidas.

“Aquí hay áreas donde la fumigación con avión para evitar enfermedades en los cultivos no se puede realizar”, comenta Carlos García, productor bananero. Estas son denominadas zonas buffer y se caracterizan por estar cerca a vías, comunidades o fuentes hídricas. “Debemos hacerlo vía terrestre con un operador, pero ese método no es muy efectivo ni bueno para la salud de quien lo hace”, añade García.

Fue así como aparecieron los drones como una solución difícil de creer, pues para los productores era imposible que con 20 litros de químicos fungicidas por hectárea pudieran obtener casi los mismos resultados que lo que hacían con 2.000 litros en un avión.

“En la finca empezamos con una hectárea y llegamos a la conclusión de que la fumigación con dron casi que iguala a la que se hace con avión”, cuenta García y añade que después de tres años utilizan este método para 14 hectáreas de 34. “Los resultados han sido excelentes”.

Todos los drones son fabricados y diseñados con materiales que se encuentran en Apartadó, pues de esta forma garantizan un buen soporte técnico en caso de necesitar repuestos. “Actualmente en Agrotronik damos empleo a 10 personas, entre las que hay pilotos de dron, ayudantes, ensambladores y administrativos”, cuenta con orgullo Vides, quien tiene la expectativa de en poco tiempo llegar a más regiones de Colombia para seguir aportando con su tecnología a los proyectos productivos de las zonas rurales.