Especial Banca Sostenible
El desafío de la banca: apalancar el crecimiento en medio de las presiones inflacionarias
La fortaleza de la demanda, los problemas persistentes en las cadenas de suministro globales y las tensiones entre Rusia y Ucrania vienen afectando los precios agrícolas y energéticos.
El año 2021 estuvo marcado por las sorpresas positivas, fue un año de esperanza y de recobrar fuerzas para reactivar nuestro tejido empresarial y el empleo. Contra todo pronóstico, logramos superar los niveles de producción prepandemia, lo que nos permitió tener una recuperación en forma de ‘V’ luego de un complejo 2020.
Naturalmente, cuando la economía va bien, hogares y empresas recuperan la confianza en un mejor futuro para sus finanzas, crece el empleo, y el sector financiero, gracias a su rol de intermediación entre ahorradores y agentes que requieren financiamiento, dinamiza su contribución vía crédito y servicios financieros para que el crecimiento se fortalezca.
No obstante, el sector financiero también actuó como estabilizador de choques negativos, que se hizo evidente en la pandemia, pues mientras que en 2020 la economía registró una contracción histórica del 7 por ciento, el sector logró un comportamiento contracíclico con un crecimiento de la cartera cercano a 2,5 por ciento.
Como lo ha dicho en varias oportunidades Leonardo Villar, gerente general del Banco de la República: “En esta crisis, la banca fue parte de la solución y no del problema”. Años de trabajo para fortalecer la infraestructura tecnológica, robustecer el capital regulatorio y la gestión de riesgos financieros de acuerdo con los estándares internacionales, así como la integración entre la digitalización y la creciente información al negocio para contribuir a una mayor inclusión y educación financiera, fueron factores fundamentales para obtener estos resultados.
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En este propósito, la coordinación del sector con las autoridades gubernamentales fue crítica para la implementación de estas políticas y acciones, que hoy le permiten al país disfrutar de un sector bancario sólido, moderno y cada vez más incluyente. Es así como, con el crecimiento del 10,6 por ciento de la economía para 2021, el sector financiero se destacó con un crecimiento de 4,4 por ciento, y las perspectivas para 2022 siguen demostrando esta relación entre el ciclo económico y el ciclo crediticio, con crecimientos esperados del 4 por ciento y 3 por ciento, respectivamente.
Estas expectativas del crédito están soportadas en la dinámica de recuperación de la economía, que seguirá apoyando la mejora gradual en el empleo, en la confianza de los consumidores y empresarios, y en las menores restricciones, gracias a los positivos avances en el plan de vacunación.
Los riesgos, por supuesto, se han venido incrementando por las fuertes presiones inflacionarias, cuyos impulsores se sustentan tanto en la fortaleza de la demanda como en los problemas persistentes en las cadenas de suministro globales, y más recientemente en las tensiones entre Rusia y Ucrania, que ya vienen afectando los precios agrícolas y energéticos.
A este balance de riesgos también se suman las elecciones legislativas y presidenciales, el evidente rezago de la inversión local y extranjera, y los deterioros en el frente fiscal y externo.
*Presidente de Asobancaria.