Educación
El empresario paisa que cambia vidas de niños y jóvenes de poblaciones vulnerables de Antioquia con bloques de lego
Daniel Osorio dedica dos días de la semana a recorrer fundaciones y colegios para enseñar valores y estimular la creatividad a través de divertidas sesiones en las que construyen figuras de lego. Muy pronto esta dinámica de transformación social llegará a Bogotá.
En sus viajes de negocios por Panamá y Estados Unidos en la década de los ochenta, Abelardo Osorio nunca olvidaba incluir en sus compras un juego de Lego para su hijo Daniel. Cuarenta años después, convirtió esos anhelados juegos en una herramienta para enseñar habilidades y transmitir valores a jóvenes en fundaciones y colegios de Antioquia.
Todo comenzó con su hijo Jerónimo, a quien desde muy pequeño empezó a incentivar el gusto por los Legos, iniciando con los más sencillos hasta desempolvar los que su padre le había regalado. “Entre todos esos había uno que me impacta mucho y era el transbordador espacial, el cual 40 años después estábamos volviendo a armar con mi hijo”, recuerda con fascinación.
Jerónimo se convirtió en un experto en armar Legos, a tal punto que en los meses de confinamiento estricto armó junto a su padre el Halcón Milenario, el tercer Lego comercial más grande del mundo en piezas. “Después de eso le empezaron a interesar más los videojuegos y me quedé solo en la historia”, dice Osorio.
En enero de 2021 se dio cuenta de que lo mismo que había hecho con su hijo lo podía replicar con otros niños que se encontraran vinculados a fundaciones, motivándolos a armar este tipo de construcciones. “Pensé que además de apoyarlas económicamente también podía dedicarles mi tiempo, enseñarles y regalarles los Legos”.
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Así fue. Osorio adecuó su agenda y dejó libres las tardes de los miércoles y las mañanas de los sábados. “Empezamos en Bello con Gente Unida, donde viven más de 40 niños y jóvenes en condición de abandono. Allá llegamos un sábado a jugar con ellos y fue algo hermoso”, recuerda Osorio, y aclara que el Lego termina siendo una herramienta social que les permite hablar y aprender sobre muchos temas.
“Si armamos el Apolo 11 o un Ferrari podemos hablar de la llegada del hombre a la luna o sobre por qué los carros italianos son tan famosos”, comenta, y destaca que con el paso del tiempo han incluido más juegos didácticos, sin olvidar que el Lego es el centro de todo. “Con los más pequeños armamos figuras de 40 o 50 piezas, pero con los más grandes armamos unas que implican mayor dificultad”.
A través de esta iniciativa ha impactado positivamente a niños y jóvenes de tres fundaciones y un colegio, todos en condiciones de vulnerabilidad. Pronto su labor comenzó a llamar la atención de más fundaciones, ancianatos y municipios como Venecia y Titiribí que lo han invitado a organizar actividades. Osorio se muestra contento cuando cuenta que ya tienen agenda llena para los próximos dos meses, e invita a la gente a unirse.
“Quien se interesa en esto no nos tiene que apoyar con plata, tan solo con su presencia nos está apoyando. La idea es que vengan y jueguen con los niños e intercambiemos historias”, señala, y agradece la participación de la ciclista María Paulina Jaramillo y su amigo el abogado Carlos Duque en esta iniciativa.
Para Jaramillo, campeona nacional en la modalidad tándem del ciclismo paralímpico con su fórmula Paulina García, esta iniciativa le permite volver a recordar las cualidades que al crecer se van perdiendo pero que los niños conservan. “Son tan puros que nos llenan de ilusión, nos demuestran que podemos vivir tranquilos y felices”, dice. La deportista reconoce que aunque le gusta armar rompecabezas, el Lego es una experiencia que reta y con la cual se aprende a trabajar en equipo, escuchar y explorar.
Por su parte, Duque admite que esta experiencia les permite enriquecerse por medio de conversaciones inocentes sobre el futuro de los niños. “Todos quieren ser profesionales, así que los invitamos a que sean creativos, a que innoven porque no queremos limitar su creatividad y eso me produce una emoción muy grande”. Este abogado fanático del Lego reconoce que armarlos es un tema terapéutico que le ha enseñado paciencia, calma, perseverancia e innovación.
Desde Bogotá a Osorio ya lo contactaron dos fundaciones y una clínica neuroinfantil, las cuales esperan visitar muy pronto. “Quien juega desde pequeño con Legos desarrolla muchas habilidades cognitivas y motrices que otro tipo de actividades no logran”, concluye.