Cultura
El legado de Totó la Momposina, pionera del folclor nacional
Marco Vinicio Oyaga, hijo de Totó la Momposina, tamborero y director de la agrupación Los Tambores de Totó, cuenta sus planes para preservar el legado de una de las figuras insignes de la cultura colombiana, luego de su retiro de los escenarios.
La noticia no se la esperaba nadie. A mediados de septiembre de 2022, el entorno de Sonia Bazanta, más conocida como Totó la Momposina, anunciaba que la legendaria cantante se despedía de los escenarios debido a unas dificultades neurocognitivas que serán tratadas en México. En los últimos meses la artista hizo parte de varios conciertos homenajes en los que estuvo acompañada de su agrupación de siempre, coliderada por su hijo, Marco Vinicio, y por voces invitadas como Adriana Lucía, Mónica Giraldo, Eka (Sidestepper), Ana Veydó (Cimarrón), o Victoria Sur.
Los nueve músicos, quienes durante más de dos décadas acompañaron a esta pionera del folclor nacional, ahora continuarán como Los Tambores de Totó, sin pretender encontrar una cantante que la reemplace. Más bien avanzarán con una serie de proyectos que prometen mantener vivo este trascendental legado para la cultura colombiana.
Los conciertos de despedida fueron en eventos muy distintos como la Feria de las Flores, el Festival Petronio Álvarez, el Festival Cordillera o el Teatro Julio Mario Santo Domingo. ¿Cómo sintieron las diferencias entre los públicos?
MARCO VINICIO OYAGA: De un tiempo para acá nuestro público son los jóvenes, quienes la están apreciando más; hay un sentimiento de identidad cultural que al final es el que pretendemos. La música se ha convertido en lo que Totó siempre dijo, donde la estrella no es ella sino la música. En ese orden de ideas, como la agrupación musical que somos, vamos a continuar ese trabajo bajo el nombre Los tambores de Totó. En Colombia estamos acostumbrados a centrarnos en los artistas, y no tanto en quienes hacemos la música atrás. En nuestro grupo hay personas que llevan más de 20 años. No somos un grupo de música normal en el que si hace falta alguien llamamos a cualquier reemplazo para el concierto.
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¿Qué sigue para Los Tambores de Totó?
M.V.O.: En paralelo a los conciertos tenemos otros proyectos de pedagogía. El saber de todo este tiempo de los integrantes del grupo, hace que cada uno tenga su aporte. Pensamos hacer una escuela, organizar festivales; hay muchos trabajos que se han hecho y no han salido a la luz. Por ahí hay dos temas que se están promocionando, Acompáñala e Ilumina mi sendero. Todo lo que se recaude es para Totó, ya que ella no cuenta con pensión del Estado y sus ingresos vienen netamente de la música.
A raíz de estas despedidas se habla mucho del “legado de Totó”. ¿Usted cómo lo define?
M.V.O.: Es la identidad ancestral y cultural de nuestra música. Totó tiene una manera muy particular de pensamiento, y nos la transmitió a todos. Por ejemplo, ella cantaba Las pilanderas, un tema de José Barros, que ya tenía un arreglo musical orquestado y bailable. Cuando lo interpretó solo con tambores, explicaba que lo hacía para volver a nuestras raíces y a partir de ahí desarrollar nuestra música. Lo más grande de Totó ha sido que no ha dado su brazo a torcer en aras de lo comercial. Siempre ha visto lo tradicional como una parte sustancial de nuestra identidad cultural. Nunca cantó una canción que no le gustara o no transmitiera algo. Es como si viviera todos sus temas. El legado es desarrollar la música a partir de nuestro propio camino sin tener que importar ritmos o instrumentos ajenos.
Poner en diálogo muchas influencias: lo indígena, lo negro...
M.V.O.: Exacto. Es una experiencia que visualizamos a partir de estar compartiendo en otros países esa visión. Fuera de Colombia nos damos cuenta que nuestra música tiene mucha variedad y posibilidades, y que lo nuestro podía tener un potencial musical muy importante. Por eso dejamos de ser músicos de proyección de lo tradicional, a convertirnos en “evolucionadores”. Si bien ahora tenemos bajo, trompeta, guitarra, bombardinos, si nos quitaran esos elementos, la raíz va a ser siempre lo folclórico y tradicional. Tenemos instrumentos que se utilizan de una u otra manera dentro de las bandas pelayeras o la música andina.
¿Cuáles son sus primeros recuerdos musicales al lado de Totó? ¿Cómo era ser hijo de una figura tan importante para la cultura colombiana?
M.V.O.: Mis inicios fueron jugando, algo natural que se daba en la casa, donde siempre estaba presente la música, la danza. Esto viene de familia. Mi abuela organizó un grupo de danza que inauguró la televisión colombiana. Ahí estaban mis tías y unos personajes que luego se convirtieron en sus esposos. Todos los 7 de diciembre se hacía la reunión del chandé, donde mi abuela cantaba y todos tocábamos. Era como si estuviéramos en Talaigua (Bolívar). En mi casa estaban permanentemente Los Gaiteros de San Jacinto, grandes juglares del vallenato como Luis Enrique Martínez, Alejo Durán, los hermanos López, los hermanos Zuleta, bandas de afuera, el maestro Pedro Beltrán.
¿Qué falta en la cultura y la sociedad colombiana para que el legado de Totó no se pierda?
M.V.O.: Más conciencia de lo nuestro. Subvaloramos nuestra música. Por ejemplo, en su momento en el Festival de los Aguinaldos en Tunja, Paulina Rubio vino por 70.000 dólares, mientras que a Totó, que cobraba 3.000 dólares, le decían que era mucho y pedían rebaja. No se trata de valor comercial. Eso tiene que ver con la esencia cultural. Si un extranjero viene a Colombia y quiere un lugar donde se oiga música de Colombia, no lo encuentra.
*Periodista cultural