Agricultura

El milagro del Sacha Inchi en el norte del Cauca

Conocido como el `maní del Inca´, este fruto originario de la Amazonía peruana ha transformado la realidad de más de 150 familias de comunidades afro, indígenas, mestizas y campesinas del municipio de Buenos Aires.

28 de agosto de 2021
El sacha inchi es cultivado en más de 30 hectáreas de comunidades afro, indígenas, mestizos y campesinos de Buenos Aires, Cauca.
El sacha inchi es cultivado en más de 30 hectáreas de comunidades afro, indígenas, mestizos y campesinos de Buenos Aires, Cauca. | Foto: Getty Images/iStockphoto

Más de 150 familias de Buenos Aires, en el norte caucano, le están apostando al desarrollo del municipio a través del cultivo de Sacha Inchi, conocido también como el ‘maní del Inca’. Esta asociación de agricultores está compuesta por comunidades afro, indígenas, mestizos y campesinos que quieren que su territorio sea reconocido por el Sacha Inchi para poder superar su historia relacionada con la presencia de minería ilegal y de cultivos de uso ilícito.

Las propiedades antioxidantes y antiinflamatorias de este superalimento originario de la Amazonía peruana son cada vez más conocidas, por lo que se convirtió en un atractivo para el mercado alimenticio y farmacéutico. Christian Celis llevó las primeras semillas de esta planta a Buenos Aires, el municipio con mayor extensión de tierra en el Cauca, y decidió crear la Organización Agropecuaria Hernando Trochez (Asohetro) en honor a su abuelo en el 2015. “En nuestro territorio la falta de oportunidades, de universidades y de empresas privadas hace que sea difícil proyectarse. Lo que queremos es generar una alternativa laboral distinta para que las personas de la región sepan que pueden apostarle a cultivos legales”, explica Celis.

Desde que se organizó Asohetro han cosechado alrededor de 50 toneladas de sacha inchi anuales, que se utilizan para producir y comercializar aceite, harina, avena, jabones y otros productos. También han contado con el apoyo técnico de Recon Colombia y de Manos Invisibles, los cuales han ofrecido capacitaciones y talleres para fortalecer la comercialización.

Celis precisa que este es un producto que además de aportar a la salud alimentaria de las comunidades, fortalece el sentido de pertenencia porque la tierra se valora más. Antes las parcelas se desperdiciaban y ahora más de 30 hectáreas están sembradas con matas de sacha inchi. “Cada día somos más. El impacto de este cultivo ha sido económico y social, las familias están generando ingresos, lo que mejora la calidad de vida de todos y aleja a los jóvenes de negocios que no los benefician”, agrega.

En la organización también se dieron cuenta de que los niños de Buenos Aires tenían mucho tiempo libre, por lo que decidieron empezar proyectos en pro de la educación y de su desarrollo. Cada semana reciben entre 20 y 25 niños desde los 4 hasta los 15 años en actividades como talleres de cometa y clubes de lectura. La encargada de los proyectos sociales es Catherine Taborda, quien explica que las actividades lúdicas son muy importantes para que los niños se interesen por el estudio y para que no tengan que involucrarse en cultivos de uso ilícito o en minería ilegal.

El desafío que tiene la Organización Agropecuaria Hernando Trochez es incentivar a las personas a que sí se puede salir adelante cuidando los recursos naturales y dándole mucha más importancia a la salud alimentaria. El sueño de Christian Celis es que Buenos Aires se convierta en un referente del sacha inchi en Colombia.