Equidad
El poder del rugby: más de 3.296 colombianos de comunidades vulnerables formados en equidad de género a través de este deporte
El proyecto ‘Jugamos en la misma cancha’ de la Fundación Colombianitos desarrolla un novedoso currículo que usa el rugby adaptado con intencionalidad pedagógica para derribar estereotipos, roles de género, prevenir violencias y fomentar la equidad.
Mucho antes de la llegada del covid-19, Colombia ya se enfrentaba a otra pandemia: la violencia contra la mujer. Un estudio de la Fundación Sisma Mujer presentado en noviembre de 2020 revela cifras preocupantes: según datos de la Dijín, 91.675 mujeres fueron víctimas de violencia familiar en 2019, 15,23 por ciento más que en 2018. En 2020 la tendencia no cambió mucho: de enero a octubre se presentaron 73.038 casos, es decir, cada seis minutos una mujer en el país fue agredida. En ese mismo periodo se registraron 153 feminicidios.
Ahora bien, en cuanto a la violencia sexual, en 2019 fueron reportadas 22.523 presuntas agresiones sexuales contra mujeres, más del 85 por ciento de las cuales tuvieron como víctimas a niñas y adolescentes. Es por esta razón que tomar acciones efectivas para prevenir el abuso, promover la equidad entre hombres y mujeres, y eliminar los estereotipos de género es una tarea que no da espera.
Con este fenómeno como principal motivación, la Fundación Colombianitos, que lleva 20 años trabajando por el bienestar y el desarrollo de los niños y jóvenes del país y que ha beneficiado a más de 131.000 personas, creó en 2019 el currículo ‘Jugamos en la misma cancha’, una metodología propia que utiliza el rugby adaptado y otras técnicas deportivas con intencionalidad pedagógica como vehículo de formación en equidad de género, donde se promueven la superación de estereotipos, el respeto por la dignidad y la autonomía humana desde la ética, con estrategias de resolución de conflictos para prevenir las violencias de género, que están basadas en la empatía, la cooperación, las nuevas masculinidades y el respeto por la diversidad.
Este proyecto cuenta con unas bases conceptuales y metodológicas rigurosas que permiten que niños, niñas, adolescentes, docentes y familias adopten nuevas posturas frente a las representaciones de género tradicionales y también nuevas dinámicas relacionales coherentes con la equidad y la igualdad.
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“¿Por qué el rugby? Inicialmente, el rugby no es un deporte muy popular en nuestro país, esto permite a niñas y niños partir de las mismas condiciones para su práctica, además, al ser un deporte muchas veces percibido como “masculino”, permite romper dichos estereotipos de género cuando las niñas y adolescentes van más allá de las limitaciones impuestas socialmente y explotan todas sus potencialidades, rompiendo prejuicios y roles”, explica Gladys Sanmiguel, directora ejecutiva de Colombianitos.
El proyecto, patrocinado por Laureus Sport for Good, ha beneficiado a 3.296 personas en Barbosa, Antioquia; Bogotá y Puerto Tejada, Cauca; este último, con problemáticas de orden social y altos índices de violencia por la presencia de distintos grupos armados en la zona. Allí, Colombianitos tiene presencia desde hace 15 años y hoy trabaja con niños, niñas y adolescentes entre los grados sexto a noveno del Politécnico La Milagrosa y San Pedro Claver en esta iniciativa de equidad de género.
De acuerdo con el Ministerio de Salud, en el 2019, el índice de homicidios en Puerto Tejada fue de 108,8 por cada 100.000 habitantes, mientras que la tasa nacional era de 24,8. María Antonia Pérez, coordinadora de sede de Colombianitos en el municipio, explica que esto se debe, especialmente, a la proliferación de pandillas desde los años 90. Sin embargo, la fundación, a través de sus diferentes programas, ha logrado impactar las vidas de 7.000 personas para ayudar a transformar esta realidad.
“Por medio del deporte y la educación promovemos habilidades para la vida, competencias y liderazgo en nuestros beneficiarios. Formamos a los niños y jóvenes en estrategias de resolución de conflictos que permitan prevenir situaciones de violencia que son tan frecuentes en nuestra comunidad, fortaleciendo la empatía y la cultura de paz”, afirma María Antonia.
Actualmente, ‘Jugamos en la misma cancha’ impacta a 742 niños, niñas, adolescentes, docentes, padres y madres de familia en el municipio. Aunque inicialmente se había diseñado el currículo para ser desarrollado en las clases de educación física y ética, la crisis por la pandemia fue una oportunidad para adaptar la metodología a la virtualidad. “Esto en vez de perjudicar nuestro trabajo, nos permitió avanzar en la implementación oportuna, segura y factible de todas las actividades planteadas en el proyecto, con una metodología innovadora en forma de retos pedagógicos y videos deportivos, logrando desarrollar desde casa todas las estrategias ejecutadas para canchas y aulas, permitiendo que los participantes desarrollaran las actividades en compañía de sus familias”, cuenta la directora.
Con respecto a las actividades virtuales, María Antonia Pérez expone que los retos pedagógicos, que hacen parte de la metodología virtual, buscan generar conciencia en familia a través del ejercicio de reflexión de las dinámicas de género presentes en la cotidianidad, partiendo de preguntas como ¿qué es ser hombre? y ¿qué es ser mujer? “Yo diría que sólo un dos por ciento de los mensajes compartidos por los participantes estaban libres de estereotipos. La mayoría manifestaban que los hombres son los encargados de mantener el hogar, de trabajar, que son los fuertes y responsables. Mientras que las mujeres son la luz de la vida, madres, cuidadoras, encargadas del hogar y sus oficios... Ha sido muy importante observar el cambio en estas posturas sobre los roles tradicionalmente atribuidos a hombres y mujeres, desmontando estos estereotipos”.
Otro reto consistía en analizar situaciones de desigualdad y estereotipos en el hogar, por ejemplo, en la distribución de las actividades domésticas. Cada miembro del hogar debía marcar con una estrella en un cuadro de tareas domésticas cuando le correspondiera realizar una de ellas. “Esa fue mi actividad favorita porque me di cuenta de que en la casa solo mi mamá y yo hacíamos el oficio. A partir de esto, empezamos a repartirnos las tareas de forma más equitativa. Yo lavo los platos, mi mamá lava la ropa, mi papá ayuda a planchar y mi hermana recoge los juguetes cuando termina de jugar. Ahora todos tratamos de tener más estrellitas”, cuenta Mariam Giselle Arboleda, de 12 años, beneficiaria del programa en el Politécnico La Milagrosa.
Asimismo, se ha trabajado en los estereotipos frente a las profesiones, los niños, niñas y adolescentes han podido descubrir que sus sueños y proyectos de vida no tienen que estar limitados por el género. Yemer Daniel Vidal, de 14 años, estudiante de noveno grado de la institución educativa San Pedro Claver, reconoce que ‘Jugamos en la misma cancha’ “es bastante educativo por el hecho de que se habla sin tapujos sobre el género, los estereotipos, la cultura del machismo y de la igualdad. Entendí que cualquiera puede tener la profesión que quiera, independientemente de si es mujer u hombre”.
Utilizar el deporte y la educación como vehículos para inculcar estos mensajes es una estrategia que da resultado. Así lo demuestra Luisa Fernanda Luna Díaz, una joven de la vereda Bocas del Palo, Cauca, que empezó a participar en los programas de Colombianitos cuando tenía 12 años. “Inicié en la banda de música, tocaba el saxofón tenor y representaba a la fundación en distintos eventos culturales y deportivos. La llegada de la fundación a mi comunidad fue un cambio bastante positivo. No veíamos la hora de llegar del colegio, hacer tareas rápido e ir a ensayar”, relata.
Hoy Luisa tiene 30 años, es profesional en deporte, con una especialización en teoría y metodología del entrenamiento deportivo y hace parte del proyecto ‘Jugamos en la misma cancha’. Asegura que la organización “me inyectó más confianza en mí misma, de que yo podía realizar esta tarea del deporte, porque normalmente solo se habla de entrenadores hombres”.
Ahora su misión es ayudar a que otras niñas, niños, adolescentes y mujeres como ella reconozcan y trabajen sus capacidades para forjar proyectos de vida que ayuden a impactar positivamente su comunidad. “Mientras sigamos usando el deporte como herramienta de transformación, vamos a seguir teniendo grandes ejemplos de superación”, concluye Sanmiguel.