Turismo
El Rincón del Mar en Sucre: un paraíso para el turismo comunitario
Los habitantes de este pequeño corregimiento de Sucre se unieron para crear una atractiva oferta turística, que incluye recorridos por manglares y bosques secos, avistamiento de aves, clases de música del Caribe y muestras de gastronomía típica.
Rincón del Mar es un corregimiento de San Onofre, Sucre, ubicado a menos de dos horas de Sincelejo y bañado por las aguas del mar Caribe. Sus playas, de arena blanca y agua cristalina, lo hacen un destino ideal de naturaleza que todavía está por explorar.
Consciente de ese potencial, la comunidad del corregimiento se ha unido para crear proyectos productivos que les permitan ofrecerles a los viajeros un portafolio único de experiencias naturales y culturales y que, a la vez, genere desarrollo económico, social y ambiental.
Anderson Tuirán hace parte de Mundo Verde, una asociación ambientalista y comunitaria que trabaja para mejorar las condiciones de vida de los pobladores de este territorio; buscan que los locales puedan subsistir de los restaurantes, lanchas y negocios vinculados, directa o indirectamente, al turismo. “Queremos que la comunidad trabaje por el cuidado de la naturaleza y se dé a conocer por el ecoturismo y por la enseñanza de prácticas culturales que se han perdido en otros municipios del Caribe”.
Yere Caribe es otra organización dedicada a rescatar los saberes ancestrales y culturales de la región. Karina del Porto, junto a otras emprendedoras del pueblo, fundaron esta iniciativa que busca preservar sus tradiciones gastronómicas. “En medio de la pandemia decidimos organizarnos para subsistir a partir de lo que sabemos hacer, queremos que nuestros viajeros disfruten de nuestros alimentos y que nosotras podamos vivir de esto”, relata.
Otros miembros de la comunidad participan liderando la oferta de recorridos turísticos por los atractivos naturales, con un enfoque protector de los ecosistemas. De esta forma, cuidan los manglares y trabajan por la conservación del bosque seco, donde habitan osos perezosos, iguanas y mapaches. En estos trayectos, los turistas tienen la oportunidad de convivir con la naturaleza, que la comunidad protege al evitar la tala de árboles y cualquier otras malas prácticas.
Karina cuenta que uno de los mejores planes en la región es la visita a la Isla Cabruna, un terreno de manglares donde conviven especies de aves como la tanguita, el pelícano, el pato buzo, el chorlito y las gaviotas. Este importante ecosistema está en grave peligro por el impacto del cambio climático; sus habitantes trabajan en la protección de su fauna y su flora. “Los nativos tomamos la iniciativa de colocar rocas que eviten la erosión de la isla y cuidamos los mangles, evitando que los turistas se acerquen mucho a las aves, no queremos que alejen a algunas especies y no vuelvan a visitarnos. Además, tratamos de prevenir la tala de árboles”.
Para José Ernesto Mancera, biólogo y docente de la Universidad Nacional, estas iniciativas conservacionistas permiten que la sociedad reconozca la importancia de los ecosistemas de manglar, aunque no puedan contrarrestar el daño ambiental. “Estos ecosistemas son indispensables para algunas especies de animales, como las aves migratorias, que eligen los manglares porque les brindan alimento luego de largos viajes; también para la vida humana, por su capacidad para retener CO2; por eso son estratégicos para Colombia y el mundo”.