Especial Diversidad e inclusión
En Colombia, el 19,4 por ciento de la población tiene alguna discapacidad. ¿Qué tanto pueden aportar a la economía? Estas son sus historias
Uno de los desafíos del mercado laboral colombiano es la inclusión de personas con discapacidades. Iniciativas reivindican sus habilidades y conocimientos. Aquí, sus voces.
La promesa central de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible es “no dejar a nadie atrás”, y según explica la directora ejecutiva de Best Buddies Colombia, Alejandra Arenas, cumplir con este reto implica cerrar la brecha laboral de esta población. La representante de la fundación, líder en la generación de oportunidades para Personas con Discapacidad Intelectual (PcDI) en más de 50 países, considera que el amplio desconocimiento sobre sus capacidades, talentos y potencialidades han motivado su marginación.
El panorama para Colombia es retador. Alrededor del 19,4 por ciento de la población cuenta con alguna dificultad para realizar actividades diarias y el 57 por ciento de las personas con discapacidad hacen parte de la Población en Edad de Trabajar (PET). Así lo revela el informe ‘Más allá de la discapacidad: una oportunidad de inclusión laboral’ (2021), en el que participaron Best Buddies, el Centro de Estudios Sociales y Laborales Cesla-Andi, la Fundación Corona y Pacto de Productividad. De acuerdo con este estudio, las alteraciones más comunes son la discapacidad física, mental y cognitiva, y visual.
Integrarlos es clave, incluso para la economía del país. Arenas precisa que no hay que desestimar que la pobreza y la discapacidad van de la mano. “El empleo trae consigo múltiples cambios y beneficios que generan un círculo virtuoso: productividad, resignificación de una condición y conciencia social”. De hecho, el Banco Mundial estima que el PIB anual de una nación se ve afectado en casi 7 por ciento al no incluir a estas personas en la fuerza laboral. Para impulsar esa incorporación, Best Buddies, en alianza con el Sena, ha logrado formar a cerca de 800 PcDI en diferentes ciudades.
GESTIÓN HUMANA
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A Sergio Tobón le diagnosticaron discapacidad intelectual luego de un accidente automovilístico. Hoy es uno de los 1.500 ‘Amigos del alma’, como los llama Best Buddies, que ha logrado una ubicación en el mercado laboral gracias a la gestión de la fundación. “Trabajar ha impactado mi vida porque me ha dado la posibilidad de relacionarme con otras personas y proponer diferentes maneras de brindar colaboración a las empresas”, dice Tobón.
Otra de las iniciativas que busca apoyar la implementación de un modelo de inclusión laboral en las empresas del sector público y privado en el país es el Pacto de Productividad, administrado por la Fundación Corona y la Fundación Saldarriaga Concha. Desde el inicio del programa, en 2010, ha asesorado a 220 empresas, acompañado a 1.580 personas con discapacidad en su formación técnica y beneficiado a 665 personas contratadas.
Precisamente, EPM es una de las empresas que asesora y que, como parte del programa, contrató a Milena Giraldo, una psicóloga especializada en el área organizacional con discapacidad visual. Para la joven de 29 años es importante naturalizar el tema para brindar una verdadera inclusión. “Las personas con discapacidades queremos ser vistas desde el talento y desde nuestras habilidades, no desde lo que nos hace falta”, señala.
Otra historia de inclusión laboral la protagonizan Juan David Leal, de 28 años, y Yurley Cárdenas, de 22. Ambos, con síndrome de Asperger, son compañeros de trabajo en el área de Recursos Humanos de la empresa Kantar Ibope Media. Para Yurley, esta oportunidad, además de ofrecerle estabilidad, le ha permitido tomar conciencia sobre lo útil que es profesionalmente, “al mismo nivel de las demás personas”. Por su parte, Carolina Ibargüen, gerente general de la compañía, considera que el beneficio ha sido mutuo: “Podemos aprender de una condición diferente y ellos pueden desarrollar habilidades, sentirse cómodos y queridos por las personas dentro de la organización”.
CINE INCLUYENTE
We Cam Fest, el primer festival de cine incluyente en Colombia, es otro proyecto que apuesta a la formación de personas con discapacidades en el país. El encuentro, a cargo de las fundaciones Cirec y Cine Social, difunde producciones audiovisuales realizadas por personas con algún tipo de limitación. Los guiones están basados en historias que reivindican y visibilizan las capacidades de esta población. La cima, cortometraje sobre el ciclista paralímpico Wilmar Marulanda, y Mine Land, que expone la realidad de las víctimas de minas antipersona en el país, son un ejemplo de ese propósito.
Pedro Castillo, quien nació sin piernas y desde los tres años utiliza prótesis, lidera el programa artístico del Cirec, participa en el desarrollo de los guiones y la música de las producciones de esta iniciativa, y además es jurado del festival. “Este proyecto no es solo para sensibilizar, sino para dignificar y resignificar la discapacidad en Colombia. Se debe hacer el esfuerzo de encontrar actores ciegos en vez de personas que actúen como si fueran ciegas; trabajar en esto es apostarle al desarrollo social del país”, agrega.
DESARROLLO TECNOLÓGICO
La parálisis cerebral con la cual nació Sebastián Riaza no fue un impedimento para ingresar como practicante de Globant, empresa desarrolladora de software. Allí se desempeña como QC analyst en Medellín: “No me impidió alcanzar mis metas, al contrario, me dio la fortaleza para luchar por ellas. Mi diferencia me impulsó a dar siempre lo mejor de mí”. Tampoco la discapacidad visual de Sipán Asatryan limitó su ingreso a Adobe, donde hoy ocupa el cargo de ingeniero de accesibilidad. El joven, que creció en la zona rural de Armenia, se describe como padre, esposo, hijo, bailarín folclórico, excursionista y ciego.