Especial Cundinamarca
Estos son los mejores lugares para escalar en Cundinamarca
Por su geografía, el departamento cuenta con parques con las condiciones ideales para que escaladores aficionados y profesionales consquisten montañas.
En su maleta, un escalador no solo empaca cuerdas, piolets, cintas de seguridad y herramientas de ascenso y descenso, también lleva la incertidumbre de lo que puede pasar cada vez que haga un movimiento para llegar más alto. Fernando González, el primer colombiano en alcanzar la cumbre del monte Everest en 2001, lo reafirma: “En la espalda cargamos los miedos, momentos de adrenalina pero sobre todo, ilusiones”.
González comenzó a escalar a los 17 años y se dedicó a recorrer el mundo. Va a seguir hasta que el cuerpo aguante, como él mismo lo dice después de 38 años de practicar este deporte. “Escalar te da una sensación de libertad. Llegar a la cumbre genera muchas sensaciones: la satisfacción de alcanzar el objetivo, sentirse pequeño ante la inmensidad del paisaje y el deseo por querer ganar más experiencia para continuar soñando con otras montañas”, dijo.
Con 53 años, González es uno de los pocos escaladores que ha logrado coronar siete de los 14 ochomiles, las montañas más altas del planeta. Los lugares más importantes en su entrenamiento como deportista han sido el Parque Nacional Natural el Cocuy y el municipio de Suesca, en Cundinamarca, reconocido por ser el departamento con más parques desarrollados en el país y por tanto uno de los escenarios ideales para practicar deportes de montaña.
En Colombia, el número de escaladores y montañistas se aproxima a los 5.000, y si a esto se suma la cantidad de caminantes, son alrededor de 2 millones de profesionales y aficionados los que disfrutan aventurándose por entre las montañas.
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Suesca
A solo 60 kilómetros de Bogotá, por la vía a Tunja, se encuentra Rocas de Suesca, el parque más antiguo y la cuna de este deporte en el país. “Hemos pensado siempre en desarrollar el deporte porque queremos ser ejemplo para las nuevas generaciones. La primera escuela de escalada en Suesca la monté en 1989, y por eso me siento partícipe del movimiento de este municipio. He podido ver su crecimiento”, recordó González.
Para Mónica Bernal, una de las tres mujeres colombianas en alcanzar la cima del monte Everest en 2007, hasta hace un poco más de 20 años no se veían escaladores en el municipio, una realidad diferente a lo que se puede apreciar hoy. “Cada vez hay más personas que quieren disfrutar del aire libre. Suesca se ha convertido en mi hogar. Acá contamos con una gran variedad de rutas, de hecho, muchas personas que vienen a practicar actividades de alta montaña terminan yendo al Himalaya”, aseguró.
Con dos kilómetros de paredes que van desde los 20 hasta los 130 metros de altura, este escenario integra más de 700 rutas y se convirtió en el paraíso para los escaladores de roca profesionales y también para los turistas. Además, es el único parque del país que cuenta con un equipo de rescate vertical y con El Turpial, una reserva ambiental y deportiva de la sociedad. A pesar de que Suesca se convirtió en un ícono representativo de Suramérica, Mónica opinó que está subvalorado y la razón principal es la falta de apoyo. Una percepción que compartió Rafael Ávila, uno de los diez colombianos que han logrado escalar el Everest, además del Yosemite, el Kilimanjaro, el monte Denali y la Patagonia. “Aunque en Colombia exista calidad, talento y escenarios ideales para practicar escalada, faltan legislaciones que respalden este deporte que incluye riesgos de vida y muerte”, advirtió.
Por eso, uno de los esfuerzos más grandes del gremio fue crear la Asociación Colombiana de Guías de Montaña y Escalada (ACGME), que tiene como meta profesionalizar el deporte y garantizar las mejores experiencias a través de la formación y certificación de guías que estén en capacidad de responder ante cualquier eventualidad. Para lograrlo deben adaptar los protocolos internacionales al contexto colombiano. Rafael, quien asumió la vicepresidencia de esta organización, mencionó que otra meta es poder crear protocolos y redes de comunicación con los diferentes entes de los municipios, pues la mayoría de las rutas hacen parte de predios privados, lo cual dificulta el desarrollo del deporte.
Además de Suesca, otro de los destinos favoritos es Machetá, que con sus farallones y rocas incentiva la escalada y el montañismo. El municipio tiene dos zonas para practicar este deporte: el Parque Machetá Antiguo, al que van escaladores profesionales, y el Salón de la Justicia, que está acompañado de rutas largas de senderismo. También vale la pena ir a los Farallones de Sutatausa, las Rocas del Abra de Zipaquirá, los Bloques de Canoas de Soacha, Choachí y la Peña de Tunjaque, ubicada en el municipio de La Calera.
Potencial turístico
Iván Macías, uno de los guías certificados por la ACGME y director de la agencia de turismo de naturaleza Colombia Oculta, aseguró que en los municipios todavía no se visualiza ni proyecta la escalada como una actividad clave para potenciar el turismo y el desarrollo local. “Aun así, al país llegan alrededor de 2.000 extranjeros al año en busca de esa oferta diferenciadora que tenemos. Los escaladores profesionales viajan buscando rutas de aventura y terminan conociendo el país a partir de las montañas”, dijo.
Actualmente, uno de los desafíos que tiene Cundinamarca para incrementar el turismo a partir de esta actividad es garantizar la accesibilidad a los sitios de escalada, pues en muchos casos se debe atravesar el monte y abrir camino. “Este deporte se podría acercar mucho más a las personas y convertirlo en una actividad recreativa si hubiese facilidades, así no se limitaría únicamente a expertos”, explicó Luis Pardo, escalador y director de la revista especializada en actividades de montaña La Piola.
Un deporte para todos
En la escalada y el montañismo no existe límites de edad, no se discrimina por sexo y no se tiene en cuenta únicamente la fuerza física. Al ser un deporte anaeróbico, es una práctica que se puede empezar a los 4 o 5 años y realizar a lo largo de toda la vida. Los aspectos más importantes son la técnica, la elasticidad, la experiencia y, sobre todo, la preparación mental, explicó la escaladora Catalina Noreña, quien menciona que este deporte ha sido decisivo para su vida y también para la de su familia, pues luego de ser mamá se dedicó a inculcárselo a Juana y Cielo, sus hijas adolescentes. “Ellas han ganado confianza, respeto por la naturaleza, desarrollo físico, autocuidado y cuidado por los demás, además de un mejor relacionamiento con las personas y los lugares”, concluyó.