Especial Salud mental
Familia y amigos, claves para prevenir enfermedades mentales
Contar con una red de apoyo afectiva contribuye a prevenir la aparición de trastornos como depresión o ansiedad. En el caso de los adultos mayores son vitales, pues la soledad es generalmente uno de los detonantes.
Nadie está exento de padecer de depresión o ansiedad a lo largo de la vida, y aunque muchas personas logran desarrollar mecanismos de adaptación y de respuesta que los ayudan a superar más rápidamente las dificultades, una buena proporción de la población tiene dificultades para lograrlo y debe recurrir a terapias de psicología y psiquiatría o tratamientos farmacológicos.
Dificultades para relacionarse con otros, estrés laboral, familiar o de estudio; sufrir una quiebra económica, el fallecimiento de un ser querido, o la exposición a redes sociales y medios de comunicación son situaciones que pueden desencadenar estos padecimientos. Pero también incide la carga genética (25 a 50 por ciento) y el entorno en el que crece una persona.
Sea cual sea la razón, lo cierto es que para prevenir la aparición de una enfermedad mental es vital entender que a pesar de que estamos expuestos a situaciones desafortunadas, estas hacen parte de la vida y siempre serán temporales.
Los primeros signos de alerta
En el caso de los adultos, es común que ellos mismos identifiquen que su funcionamiento está disminuyendo. Generalmente hay problemas de sueño, falta de apetito, no hay disfrute de las actividades y se reduce la capacidad de concentración. Y aunque es normal que tengamos uno o dos días de tristeza por algún motivo, es distinto cuando los síntomas persisten por períodos mucho más largos. En este punto ya se podría hablar de un trastorno. Incluso, si la persona ya está muy comprometida, probablemente no tendrá la intención de buscar ayuda, se quedará quieta, no comerá, no se reirá y no querrá compartir con otros.
El caso de los niños y jóvenes es diferente. El ambiente escolar, el bullying, la presión por obtener mejores resultados académicos y la soledad son factores de riesgo que, en muchos casos, se convierten en padecimientos mentales que se reflejan en descuido escolar y en no querer seguir órdenes, entre muchos otros síntomas. En este grupo es clave contar con el respaldo y el apoyo de la familia, pero también con el compromiso de los colegios, que tienen el deber de desarrollar herramientas que les permitan tratar a quienes se ven afectados.
Y no se pueden dejar de lado a los adultos mayores. Muchos creen que es normal que ellos no quieran comer o estén callados, cuando lo cierto es que estos son signos de depresión que surgen, en la mayoría de los casos, por un sentimiento de soledad. Por eso, es importante enseñarles a los hijos que deben cuidar a los abuelos, para que ellos desarrollen esa conciencia y cuiden a sus padres cuando estos sean mayores.
Lo anterior ratifica la importancia de la familia y su incidencia en la prevención de las enfermedades mentales. Si alguien de mi círculo está sufriendo debo darle la confianza suficiente para que sienta que puede expresarse, y para ello se deben crear espacios seguros y fortalecer las relaciones afectivas.
Pero también es determinante no aferrarse a una sola cosa en la vida. Es decir, se debe fortalecer la red de apoyo, la relación de pareja, la convivencia en el trabajo, los amigos y la actividad física para que si alguna falla, existan otras áreas de la vida que no permitan caerse. Mientras más ámbitos existan habrá más esperanzas e ilusiones hacia el futuro.
Superar el estigma social
Cuando alguien sufre una enfermedad mental busca, en primera instancia, respuestas en internet; después recurre a la familia o amigos, y, por último, consulta un especialista. Este patrón, que se repite una y otra vez, lleva a sobrediagnosticar una enfermedad mental, porque quien lo determina no necesariamente es experto en el tema.
Entonces, ¿por qué ir al psicólogo o al psiquiatra es siempre la última opción? Porque existe un estigma social que de alguna manera señala como débiles a quienes padecen trastornos mentales. Pero ante eso hay que resaltar que todas las personas vamos a tener que enfrentar situaciones estresantes o tristes, que no necesariamente son trastornos mayores, enfermedades o que requieren de tratamientos farmacológicos.
* Psiquiatra de la Clínica Universidad de La Sabana y directora de profesores e investigación de la Facultad de Medicina