Medioambiente
Farallones de Cali: el corazón ecológico que abastece de agua al Valle del Cauca
El Parque Nacional Natural Farallones de Cali alberga 4 ecosistemas cruciales para el equilibrio ecológico y el abastecimiento de agua del departamento. Más de 4 millones de personas se benefician de este santuario.
Los farallones de Cali son unas crestas montañosas que acarician el cielo. El Pico Pance, ubicado a 4.100 metros sobre el nivel del mar, el Pico de Loro, el Alto del Buey o los Farallones de Cajambre son algunas de las formaciones rocosas más icónicas del Parque Nacional Natural Farallones de Cali, un epicentro de la biodiversidad que concentra cuatro ecosistemas de alta montaña y que es, además, la fuente hídrica más importante del Valle del Cauca. En sus 196 mil hectáreas, nacen más de 30 ríos.
“Son un punto caliente de la biodiversidad, una fuente hídrica muy importante. Todos sus ríos concluyen en el río Cauca y mantienen los acuíferos subterráneos. Además, mucha de su vegetación es un reservorio de carbono”, aseguró Danny Rojas, el investigador de la Pontificia Universidad Javeriana de Cali a cargo de una serie de expediciones que se realizaron a los farallones en 2021 para conocer su biodiversidad y el impacto que ha tenido en él el cambio climático.
Las expediciones, que además articularon a la Universidad del Valle, funcionarios de Parques Nacionales, investigadores de la ONG Panthera y miembros de las comunidades de Pueblo Pance y Peñas Blancas, arrojaron resultados excepcionales. Yaguarundis, venados soche, oncillas, osos andinos, murciélagos, colibríes, tangaras, mariposas, escarabajos, ranas arborícolas son solo algunas de las especies enlistadas en los resultados.
Cuando se le pregunta a Rojas sobre lo que se siente pisar los Farallones de Cali, el investigador responde que es inevitable no sentirse diminuto en medio de tanta biodiversidad. “Yo veo los farallones todos los días, pero estar inmerso es una experiencia completamente diferente. El aire es más fino y hasta los relámpagos son diferentes. Al final, cada uno de nosotros forma parte de un todo, de una trama compleja, y estar allí es un aislamiento saludable. Es abrumador, pero necesario”, recordó Rojas.
Además, mencionó que, por su belleza natural, “son un atractivo turístico y la cantidad de experiencias que se pueden vivir con tantas quebradas son innumerables. También son una oportunidad para concientizar sobre el patrimonio ambiental”.
Debido a que su gradiente altitudinal alcanza los cuatro mil metros de altura, esta reserva presenta cuatro ecosistemas: selva húmeda tropical, bosque subandino, bosque altoandino y páramo. Cada uno de estos pisos térmicos cumple un rol fundamental para el equilibrio ambiental y el abastecimiento de agua. Un engranaje natural que surte de vida al departamento.
“Los farallones son esenciales para el equilibrio ecológico y la vida de quienes habitamos el Valle. Los ríos que nacen en los farallones abastecen a millones de personas en Cali y en regiones como Dagua, Jamundí y Buenaventura. Son como los pulmones y las arterias de la región”, señaló Héctor Gómez, vocero del área protegida.
La selva húmeda tropical es uno de los ejemplos más prominentes. Es el pulmón verde de la reserva. Al ser el ecosistema más biodiverso del planeta, este territorio absorbe dióxido de carbono y mitiga el cambio climático. “También contribuye al ciclo hidrológico, regulando el flujo de agua y protegiendo los suelos de la erosión. Además, es hogar de muchas especies endémicas”, mencionó Gómez.
El papel que desempeñan el bosque subandino y el bosque altoandino también es determinante para la preservación de las cuencas hidrográficas. Sin su correcto funcionamiento, la regulación climática se afectaría inmediatamente.
El primero trabaja en la regulación del agua y “actúa como una esponja natural que captura la humedad y libera el agua hacia los ríos que abastecen las zonas circundantes”, explicó Gómez; mientras que el otro, además de ser una zona de transición entre las tierras tropicales y las regiones más altas, contribuye a la captura del agua y la conectividad ecológica de las especies.
La cúspide de los ecosistemas del parque es su páramo, uno de los más singulares del planeta: no tiene frailejones. Sin embargo, desempeña un papel clave en la regulación del ciclo del agua: captura y almacena agua de la niebla y la lluvia, para liberarla gradualmente a los ríos.
No sería exagerado decir que el Parque Los Farallones de Cali es una insignia del Valle del Cauca. Un verdadero regalo que, además de ser un lugar emblemático que define el paisaje de la región, brinda un aire más limpio y ofrece un lugar para impulsar la economía local. Las caminatas ecológicas, el avistamiento de aves, el endemismo y la investigación científica son solo algunos de los puntos más atractivos para turistas nacionales e internacionales.
La pava caucana, un ave propia de los bosques nubosos, y la Oophaga lehmanni, una rana venenosa que vive en las vertientes de la cordillera Occidental, son las especies endémicas más atractivas. Desde el parque se han desarrollado iniciativas de prevención y cuidado ante ciertos peligros inminentes como la pérdida de hábitat y el tráfico ilegal.
“La presencia de estas especies resalta la importancia de estos ecosistemas. La pava caucana, por ejemplo, es clave en la dispersión de semillas. Además de que contribuye a la regeneración de los bosques donde habita. La presencia de la rana venenosa no solo enriquece el ecosistema, sino que también es un recordatorio del frágil equilibrio, pues se encuentra en peligro crítico de extinción”, añadió Gómez.
El parque ha identificado algunos riesgos latentes que comprometen la integridad de sus ecosistemas. La ocupación humana ilegal, el turismo no regulado y la minería ilegal son los más alarmantes. “La extracción ilegal de minerales dentro del parque es una de las amenazas más graves. Esta actividad genera altos niveles de contaminación, deforestación y destrucción del hábitat, lo que pone en peligro la biodiversidad y los recursos hídricos”, concluyó.