Cultura
Festival de Cine en Barichara: así se vivirá esta fiesta gratuita que promueve la conservación ambiental
Entre las 52 películas que participarán este 2024 está ‘Gutiérrez’, un documental que trae un mensaje de paz.
El 8 de julio de 1999, el municipio de Gutiérrez (Cundinamarca) vivió uno de los episodios más traumáticos de la guerra en el centro de Colombia: el asesinato de 38 soldados del Ejército a manos de la antigua guerrilla de las Farc. Ocurrió en la madrugada. Desde entonces, cada 8 de julio, los habitantes del municipio conmemoran a las víctimas de esta masacre y claman por la paz. El olvido jamás será una alternativa.
25 años después de la masacre, el director colombiano Iván Acosta presentará en el Festival de Cine Verde de Barichara su documental Gutiérrez, una deuda pendiente, una exploración cinematográfica que captura la memoria de este municipio apartado y convaleciente por la violencia.
Además, es la primera vez que este largometraje participa en un festival nacional: los demás le han cerrado las puertas.
“Este documental ha sido vetado, pero nuestra lucha siempre ha sido dar a conocer un hecho trascendental que afectó a 38 muchachos. Unos pelados que por culpa de una decisión estatal, y por una decisión de la guerrilla ante su estado de indefensión, fueron masacrados. Lo que yo pienso es que el derecho a la vida no tiene posición política”, aseguró Acosta.
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“Toda cinematografía que nos narra la forma en que el entorno impacta la vida es una película verde. Todas las historias de violencia, que generalmente suceden en provincia o en entornos campesinos, son historias verdes porque narran las dificultades y las luchas de las personas que se ven impactadas por la guerra”, comentó Nórida Rodríguez, productora ejecutiva del festival.
Hasta el 22 de septiembre se llevará a cabo la edición número 14 del Festival de Cine Verde de Barichara, una iniciativa cultural que reúne 52 películas en competencia, distribuidas en cuatro largometrajes nacionales y 12 internacionales, 15 cortos nacionales y 15 internacionales, y seis producciones de animación de diferentes países. La curaduría audiovisual se podrá disfrutar tanto presencial como virtualmente en la página web del festival.
“Son 52 películas que nos narran historias sobre vida silvestre, ecosistemas, conservación, cambio climático, trabajo de comunidades y las múltiples formas en las que la gente trabaja y se relaciona con su entorno. Ficciones, animaciones y documentales de altísima calidad, de diferentes lugares, que nos ofrecerán una visión global de los problemas ambientales y las soluciones que se están implementando”, agregó Rodríguez.
Entre las producciones nacionales que participan sobresalen La toma, de Joan Ocampo y Julio Ocampo, con un eje narrativo que gira en torno a la economía sostenible, las tradiciones ancestrales y la minería; Escuela para la vida, de Diego Flórez, un documental que cuenta el proceso educativo alternativo que se vive en la vereda de San Agustín en Mutiscua, Norte de Santander; Gutiérrez, una deuda pendiente, de Acosta, entre muchos otros.
Asimismo, el festival habilitará un mercado verde donde los artesanos y emprendedores oriundos de Barichara (Santander) podrán exponer sus productos y servicios amigables con el medioambiente. La programación académica también hará parte del evento con talleres, paneles y conversatorios gratuitos.
Juliana Paniagua, directora del festival, señaló que la programación del festival es una invitación permanente a reflexionar sobre la sostenibilidad, la biodiversidad y la lucha contra el cambio climático, pero no solo a través de la pantalla, sino de paneles de discusión, talleres y actividades que contribuyen a la construcción de cultura ambiental.
Son 23 los países que se suman a este evento con sus producciones audiovisuales. Entre ellos se encuentran México, Estados Unidos, España, Perú, Venezuela, Bélgica, Indonesia, Singapur, Marruecos, Emiratos Árabes Unidos, Uruguay y más.
“Es el festival más grande de Colombia que habla de estos temas. Fue el primer espacio que se abrió para hablar de estos temas que ahora están atravesados por todo lado. Nosotros le llevamos al público las obras audiovisuales que lo conectan con las realidades, el poder del cambio y las formas de afrontar las problemáticas”, añadió Paniagua.
Gutiérrez, un municipio leal
El primer fragmento de Gutiérrez, una deuda pendiente es una cámara errática a blanco y negro. Luego, el plano se estabiliza y se vislumbra un río revoltoso. Entonces aparece una frase contundente, filosa: “Desde ese día, la aguapanela sabe amargo”. Parece poco, pero el río y la frase de Carmen Robayo lo dicen todo sobre el panorama actual del municipio. Demasiado.
“Tanto las personas de Gutiérrez como nosotros, lo que seguimos buscando es que la historia sea reconocida y que los soldados sobrevivientes sean tenidos en cuenta por la JEP. Queremos que se voltee a mirar a las familias. Es uno de los municipios con las economías más pujantes de Cundinamarca. Un lugar riquísimo, con las fuentes hídricas más impresionantes del país”, apuntó el director.
Acosta no lo dice puntualmente, pero es posible imaginar lo que piensa. Eso que buscan las familias del municipio de Gutiérrez es paz. El documental funcionó como un espacio catártico que posibilitó visibilizar una historia olvidada en el tiempo.
“Nosotros nos basamos en la sentencia del Estado. La sentencia está calcada en el documental. Entonces, queríamos dar a conocer que este municipio vivió episodios violentos. Lo que nos queda es la satisfacción del deber cumplido. Contar lo que pasó. Decir: ‘volteen a mirar’”, expresó Acosta.
Este documental se estrenó en salas de cine alternativas. Se postuló a varios festivales, pero ninguno lo aceptó.
“El Festival de Barichara es el primer festival que nos recibe. Los canales públicos no nos quisieron ayudar con la promoción, arguyendo que el documental iba en contra de las políticas públicas. Tampoco las salas ni los festivales”, concluyó el director.