Educación

“Habíamos olvidado la economía campesina y popular”: director del Sena

Fortalecer los saberes del campesinado es uno de los principales propósitos que hoy tiene el Servicio Nacional de Aprendizaje. Jorge Eduardo Londoño, su director general, compartió detalles de la nueva ruta de la institución.

Redacción Semana
8 de agosto de 2024
jorge londoño Director del Sena
jorge londoño Director del Sena | Foto: heidy leon

Hace dos años el presidente Gustavo Petro anunció el nombramiento de Jorge Eduardo Londoño como director general del Servicio Nacional de Aprendizaje (Sena). El propósito principal del mandatario para la institución fue claro: preparar al campesinado colombiano en la soberanía alimentaria y convertir al Sena en un instrumento estratégico de la ciencia y la tecnología para la economía productiva.

Con más de 4 mil programas, esta institución ofrece formación gratuita a los colombianos en conocimientos técnicos, tecnológicos y complementarios. Sus áreas van desde la programación con inteligencia artificial y el desarrollo de software, hasta los cursos de marketing digital o tatuajes.

Sin embargo, sus programas con enfoques en los saberes del campesinado se habían olvidado. De modo que la propuesta para este cuatrienio fue impulsarlos y llevarlos hasta los lugares más apartados de Colombia.

Londoño se muestra optimista con los resultados. El director habló en detalle sobre el programa CampeSENA y sus beneficios para los campesinos que decidan participar. Además, explicó que para el próximo año los programas Sena emprende rural y Agrosena se fusionarán y el Fondo Emprender priorizará las iniciativas colectivas en la asignación de puntajes.

SEMANA: El presidente Gustavo Petro le encargó impulsar la economía campesina y popular. ¿Cómo le ha ido con este mandato?

JORGE LONDOÑO: El Sena se había dedicado únicamente a formar fuerza de trabajo para la mediana y gran empresa, y había olvidado la economía campesina y la economía popular. La economía popular se conforma por las 1.600.000 familias que son dueñas de los pequeños predios en Colombia y que generan alrededor de 3.200.000 puestos de trabajo. Ellas son quienes llevan a las mesas de los colombianos el 74% de lo que consumen. Es decir, la seguridad y la soberanía alimentaria de los colombianos depende de la economía campesina.

Por eso, volcamos la mirada hacia estos sectores con dos programas muy importantes: Full Popular y CampeSENA. Los dividimos para darle relevancia al sector campesino. En 1970, el 42% de la formación del Sena era para el campesinado y hoy no llega ni al 9%. Nuestra idea es que al terminar podamos dejar la cifra en el 15% de formación para el sector campesino y de la economía popular.

No es que se deba dejar de hacer formación de trabajo para la gran y mediana empresa, sino que no podemos dejar de lado estos otros dos sectores. También se debe tener en cuenta que el sector rural no es completamente campesino. El sector de la economía popular urbana tiene a otros actores.

Ahora, lanzamos la formación técnica en derechos de los campesinos y campesinas en agroecología con un sistema modular muy importante. Entonces, un campesino puede cursar un módulo hoy, otro dentro de un año o de seis meses y graduarse en dos o tres años como técnicos.

SEMANA: ¿Cuántas personas se han beneficiado con los programas y capacitaciones relacionadas con la economía campesina?

J.L.: Alrededor de 350 mil, sobre todo campesinas y campesinos. Con la economía popular, más de 400 mil. El Sena tiene cerca de 4 mil programas de formación, de forma que al menos el 60% sirven para la economía popular urbana. Tenemos programas de contabilidad, servicio al cliente; cursos de tatuajes, informática, seguridad, programación de inteligencia artificial y todo esto, indirectamente, también puede ser aplicado a la economía popular.

SEMANA: ¿Cómo funcionan operativamente los programas de la economía popular?

J.L.: Los campesinos no vienen a los grandes centros del Sena, sino que nosotros vamos a las veredas. Por eso, nuestro principal eslogan es “El Sena vuelve al campo”. Adquirimos 250 motos, kits de formación, materiales y ahora nuestros formadores viajan con su kit de enseñanza. En las veredas, se enseña un catálogo de formación que es muy amplio, puesto que tenemos 33 regionales y cada regional es autónoma. Es difícil tener una estadística consolidada, pero aseguraría que para la formación de economía popular sirven alrededor del 70%.

Así mismo, hemos elaborado aplicativos para que, desde su celular, el vendedor ambulante pueda llevar su contabilidad; estamos perfeccionando aplicaciones para que el campesino sepa el precio de los productos que está vendiendo o aquel que se vende más.

SEMANA: CampeSENA no es la única iniciativa educativa para el sector campesino. ¿Qué otras oportunidades lideran para la población rural?

J.L.: El Sena tenía otros dos programas: Sena emprende rural y Agrosena. Hoy todavía existen, pero el año entrante serán uno solo junto con CampeSENA. El emprendimiento estaba concebido como una actividad individual, pero nosotros pensamos que era importante promover la asociatividad. Es una petición reiterada del presidente Petro.

Si no construimos asociatividad, será muy difícil que el Estado llegue a los sectores campesinos. De uno en uno es imposible. Entonces, cambiamos el Fondo Emprender y decidimos que quienes tendrán mayor puntaje en la asignación de recursos serán las asociaciones campesinas o las cooperativas. Este fondo tiene estadísticas impresionantes: de 10 emprendimientos Sena, 6 son exitosos.

SEMANA: El consumo de pan en Colombia ha caído, ¿qué ha pasado con la Escuela Nacional de Panadería?

J.L.: Esto nace de una conversación que tuve con la presidenta de Adepan. Ella me contó del pan de masa madre, un pan medicinal y económico que decidimos popularizar a través del Sena. No como una actividad en contra de las panaderías tradicionales, sino como un complemento, porque el consumo de pan en Colombia ha bajado mucho.

Si popularizamos el consumo de pan de masa madre, volveremos a incrementar el consumo de pan. Sin embargo, necesitamos enseñarle a hacer ese pan al panadero de la vereda y de los barrios de pocos recursos, de los sitios aislados. La idea es llegar a 17 mil panaderías. El Sena tiene una tradición panadera, entonces se trata de adecuar los procesos.

SEMANA: ¿Quiénes se pueden vincular?

J.L.: En un principio, todos los panaderos de los municipios, de las veredas y de los barrios. Dentro de poco, tendremos una cartilla y videos para que cualquier persona pueda aprender en la página web. El proyecto ya empezó en Bogotá y próximamente estaremos en La Guajira, Boyacá y Cundinamarca. Aparentemente es una cosa muy pequeñita, pero en realidad eso tiene un impacto que es impresionante, un impacto en la salud o en la economía. Por eso el Sena es tan impresionante: se hacen pequeñas cosas que producen grandes cambios.

SEMANA: Frente a la soberanía alimentaria de los campesinos, ¿qué estrategia propone para que los productores tengan mayor participación en la cadena de comercialización de los productos agrícolas?

J.L.: En una reunión que tuvimos con las centrales de abastos, el Presidente decía que el 70% de lo que llega a las centrales de abastos es del sector de la economía campesina. Entonces se nos encendió el bombillo y dijimos que lo lógico y democrático es que los campesinos estuvieran en las juntas directivas de las centrales de abastos. Es una estrategia que no va a ser fácil, pero es un diálogo importante. Las centrales de abastos tienen su propia dinámica y tienen su razón de ser y son muy importantes para la seguridad y la soberanía alimentaria.

En todos los municipios del país, la estrategia es que el campesino lleve todo el alimento que le sobra a los intermediarios y estos los llevan a las centrales. Quienes se quedan con la mayoría de las ganancias son los intermediarios. Si las asociaciones campesinas tienen representación en las juntas directivas de Abasto, de pronto se podrían iniciar procesos con menos intermediarios y se impulsaría la participación directa de los campesinos. Finalmente, quienes van a ser los más beneficiados serán los colombianos, pues los alimentos se abaratarían.