Cine
La aventura de hacer cine en el Chocó
Demián y el vórtice prohibido es una producción de ficción realizada y producida en el departamento. Reyson Velásquez, su realizador y director, advierte que hoy las historias ya no hablan de racismo y exclusión, sino de empatía y respeto. Muy pronto se pasará por televisión.
Durante el primer año de pandemia el Ministerio de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones abrió cinco convocatorias por más de 23 mil millones de pesos para la industria audiovisual. Una de ellas estaba dirigida a comunidades negras, afro, raizales, palenqueras y rom. Sin pensarlo mucho y con la ilusión de dar a conocer la historia de Demián y el vórtice prohibido, Reyson Velázquez se postuló con su productora Dela Mina Studios y consiguió 250 millones de pesos para llevar a cabo una producción de primer nivel en solo tres meses.
“Esta es la historia de un niño que tiene que encontrar y destruir el antiguo libro de los misterios, para ello debe arrebatarselo a los tres hermanos del mal: Malimba, Ichó y Potosí, que lo tienen en su poder”, explica Velásquez, quien además es beneficiario del programa Potencia Pacífico de la Corporación Manos Visibles.
Demián y el vórtice prohibido se lanzó en 2017 como una serie web de fantasía, pues estaba llena de efectos especiales y mundos imposibles que se hilan en una historia con elementos universales, como el bien y el mal, vistos desde la idiosincrasia chocoana. “Con los fondos de la convocatoria hicimos una adaptación más elaborada, porque antes trabajábamos con las uñas”, señala Velásquez, quien logró emplear a más de 130 personas durante el proyecto. El resultado: tres capítulos de 30 minutos cada uno.
La preproducción se realizó entre septiembre y octubre, y desde el 20 de noviembre hasta el 5 de diciembre fue el rodaje en Quibdó y sus alrededores. “La experiencia resultó frenética por los tiempos de la convocatoria, todo sucedió muy rápido”, recuerda Velásquez. “Eso nos llevó a reaccionar de otras maneras, a contar con un equipo más grande y tener aliados con experiencia”
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Desde las convocatorias para los castings estaba claro que la intención era elegir nuevos talentos de la actuación y el área técnica del Chocó. “Queríamos que lo que se hiciera tuviera no solo una calidad en la historia, también en lo técnico porque eso nos da competitividad”, comenta Velásquez y añade que se utilizó la última tecnología en cuanto a cámaras. “Muchas series de Netflix están grabadas con los equipos que usamos”.
Belquis López, promotora cultural y actriz de teatro, participó en el rodaje interpretando a una monja. “Me sentí muy cómoda porque mi forma de ser es esa, como una guía que acompaña a la gente y le da consejos”, comenta. De hecho, López, mamá de un niño con necesidades especiales, en realidad vive su día a día enseñando, como lo hacía con Demian.
Esta serie muestra locaciones coloniales como el colegio Carrasquilla, patrimonio material de la ciudad y el antiguo Colegio Santo Paloma, que antes era un hospital. “También grabamos en los alrededores de Quibdó, en la vía hacia Istmina, en algunas fincas del entorno y en el corregimiento La Toma en donde hay unas playas hermosas”, asegura Velásquez.
Una vida de artista
Sus tíos siempre estaban haciendo música, pintando o escribiendo y él, desde muy niño, participaba. En el colegio encontró un grupo de amigos con los que compartía el mismo gusto. Experimentó con óleo y diferentes técnicas de pintura. “Siempre que mi mamá viajaba a Medellín o Bogotá le pedía que me trajera materiales para pintar”, recuerda Velásquez.
Entró a estudiar Artes Plásticas donde se encontró con la animación y de paso con el cine. “Allí me doy cuenta de que lo quiero hacer está por ese lado, porque es por donde se puede conjugar de diferentes maneras el arte y se llega más a los sentidos de los espectadores”, comenta.
Tolkien y J.K. Rowling, creadores de sagas como El señor de los Anillos y Harry Potter, lo inspiraban en sus escritos y trabajos. “Era motivante encontrar en la universidad un área donde podías explorar. A partir de ahí hice mi primera proyección que fue un trabajo de animación en 2013, titulado Las semillas destructivas”, recuerda Velásquez.
Esa primera producción encendió la llama de lo que sería una hoguera de producciones que lo llevarían por el camino del cine, no sin antes ser profesor de un colegio en el distrito de Aguablanca en Cali, trabajar con empresas de animación en Bogotá y en el periódico La Tarde de Pereira.
“El cine afro nos permite contar nuestras propias historias”, resalta en su discurso Velásquez, quien junto a su equipo de trabajo han visibilizado temas de construcción de identidad y la creación de una representación digna de las comunidades para nuevos proyectos.
El libro de los Misterios se transmitirá por los canales públicos. “Estamos hablando con Telepacífico, pero adicionalmente pensamos llevarla a plataformas digitales porque tiene la calidad para estar en cualquiera de las que hoy existen”, asegura Velásquez quien ha sido ganador del estímulo de relatos regionales del Fondo de Desarrollo Cinematográfico en dos ocasiones. La primera le permitió realizar la producción de la película La prueba de los ancestros y gracias al segundo reconocimiento pudo producir una película que promovía los valores de la cultura en las regiones. En 2019 ganó el estímulo de finalización otorgado por el Festival Internacional de Cine de Cartagena por el cortometraje El secreto del rastro. Además es representante del Chocó ante el Consejo Departamental de Cinematografía y dirige su empresa de producción audiovisual.
Santiago Trujillo, director de la maestría en Gestión Cultural y Producción Audiovisual de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, de la cual Velásquez es estudiante becado, lo describe como un joven con un enorme potencial creativo. “Tiene una narrativa y voz propia en proceso de construcción. Es capaz de poner la ciencia ficción en estos contextos rurales y logra construir cosas muy interesantes”.
Velásquez finaliza con un mensaje que invita a reconocer el valor de contar las historias del territorio desde sus protagonistas. “Es importante que podamos contar nuestras historias que hoy ya no hablan de racismo y exclusión, sino de empatía y respeto”.