Conservación
La cruzada por salvar las tortugas marinas en la Isla de Providencia
Los efectos devastadores del paso de los huracanes Eta e Iota afectarán la temporada de anidación que comienza en junio. Desde la Fundación Providence and Ketlina Huxsbill se concentran esfuerzos para liberar tortugas y garantizar que alguna regrese nuevamente a poner sus huevos.
El proyecto de conservación de tortugas del Parque Nacional Tortuguero, en Costa Rica, considerado uno de los más exitosos del mundo, inspiró a los colombianos Juan Esteban Castellanos y Felipe Cabezas a implementar una iniciativa similar en la isla de Providencia. Aunque la idea nació en 1995, solo hasta el 2017 se convirtió en realidad con la creación de Providence and Ketlina Huxsbill, una organización dedicada al estudio y la conservación de las tortugas marinas que se encuentran amenazadas en la isla.
Según Cabezas, la mayor motivación para formar la fundación fue pensar en el futuro. “Nuestro nietos y las próximas generaciones no iban a tener la oportunidad de conocer una tortuga, porque están desapareciendo”, dice este instructor de buceo, quien convenció a sus amigos pescadores Bernardo Bernard (Big Boy), Steele Borden (Raya), Timoteo Hawkings Garcia (Bamby), Watler Archbold (Hippie), Thomas Livingston (Tom), Eusebio Webster (Fly) y Gloria Bernal para que se unieran. “Estos animales son la comida ideal para muchas especies, así que si no hacemos algo rápido se van a extinguir”, añade.
De acuerdo con estudios internacionales, explica Castellanos, de cada 1.000 tortugas que nacen en una playa, solamente una regresa 25 años después a poner los huevos en el mismo lugar. Por ello resulta tan importante mantenerlas resguardadas mientras crecen y desarrollan habilidades de supervivencia, pues recién nacidas quedan expuestas a los depredadores del mar.
Aunque desde un comienzo el trabajo de Providence and Ketlina Huxsbill contó con el apoyo de la Corporación para el Desarrollo Sostenible del Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, Coralina, y del Programa de Conservación de Tortugas y Mamíferos Marinos (ProCTMM Colombia); hasta 2019 consiguieron los permisos para empezar a cuidar los nidos en las playas y liberar a las tortugas cuando nacían.
Este paso fue posible gracias a su participación en la Expedición Científica Seaflower, a la cual pudieron ingresar por los resultados del esfuerzo que venían realizando y que socializaron a la Comisión Colombiana del Océano. Después de esto se presentarían en varias oportunidades ante el Ministerio de Ciencia y Tecnología buscando el aval de proyectos de conservación. Sin embargo, tuvieron que esperar a enero del 2021, fecha en la cual cumplieron el requisito mínimo de tres años en funcionamiento, para ser autorizados a cuidar las tortugas en tanques y piletas durante ocho meses.
Una noticia que los emociona, pues en Providencia tan solo hay registrados cinco nidos que en temporada de anidación permiten el nacimiento de 80 a 100 tortugas. “Eso quiere decir que nacen aproximadamente 500 tortugas en la isla, por lo tanto, necesitamos dos temporadas para que una de todas esas regrese a poner sus huevos”, señala con preocupación Castellanos.
Trabajo por hacer
Los efectos devastadores del paso de los huracanes Eta e Iota en noviembre del 2020 afectarán la temporada de anidación que comienza en junio. Las playas quedaron totalmente destruidas y no tienen donde poner sus huevos, asegura Castellanos. Antes esta realidad, el objetivo por el momento será liberar las tortugas que llegan a la playa para tratar de conservar sus huevos ante la falta de nidos y de sombra.
Otro fenómeno que preocupa es el del calentamiento global, que ha generado más nacimientos de tortugas hembras que machos, debido a que estos nacen en aguas con temperaturas muy frías. Una realidad de la que se tiene registro desde hace 25 años. Debido a todo esto Providence and Ketlina Huxsbill Foundation se ha interesado por integrar el conocimiento ancestral con el científico, para el beneficio de la comunidad y de las tortugas.
“Actualmente estamos monitoreando playas y haciendo caracterizaciones, para conocer las condiciones que afrontan las tortugas cuando van desovar”, afirma Cabezas y señala que aunque la pandemia y los huracanes han frenado su ritmo de trabajo, la conservación de estos reptiles no da espera. “Estaremos muy pendientes de la temporada en que llegan las tortugas a la playas para saber qué pasará y ayudar”, añade.
A futuro planean ser una organización sustentable económicamente, por eso están en busca de convenios con diferentes universidades para llevar a la isla estudiantes, científicos y profesores que quieran realizar investigaciones, a cambio les ofrecen un sitio donde quedarse a precios solidarios. “Con esto podemos sostener la fundación y trabajar de lleno en la conservación de tortugas”, comenta Castellanos y concluye diciendo que para recuperar el vestido verde de la isla hay mucho trabajo por hacer.