Ambiente
Colombia, tierra de osos. Esto es lo que saben los investigadores del oso andino después de seguir sus huellas por más de 10 años
Desde la Fundación Wii, los biólogos Adriana Reyes y Daniel Rodríguez se han dedicado a estudiar esta especie de la que por años no se supo nada en el país y que poco a poco ha ido ganando reconocimiento. Garantizar su conservación es hoy el desafío para la sociedad.
En los años 80 los colombianos sabían de osos polares, pardos o pandas gracias a la televisión y el cine de la época y una que otra referencia en las aulas de clase. Era muy raro que alguien hablara públicamente de los osos andinos en el país. Para esa década, cuando se iniciaron las investigaciones de esta especie en el territorio, había muy poca documentación; por lo tanto, en el imaginario nacional los osos existían pero no en Colombia.
Adriana Reyes vio por primera vez un oso andino cuando era niña y visitó un parque recreacional en Cúcuta, Norte de Santander. Estaba encerrado en un jaula y eso la llenó de tristeza. Pensó que lo habían traído del extranjero. Lejos estaba de imaginarse que este animal se convertiría en uno de los protagonistas de su vida y de la del biólogo e investigador Daniel Rodríguez, director de la Fundación para la Investigación, Protección y Conservación del Oso Andino (Wii), a quien conocería años más tarde, en 2005, cuando ya era profesional en biología de la Universidad del Magdalena.
Para ese entonces Rodríguez llevaba años siguiéndole la pista al oso andino. De hecho fue él quién rescató a Billy, el oso encerrado del que nunca logró olvidarse Reyes, y lo trasladó hasta el Parque Jaime Duque, en Cundinamarca. A Rodríguez también le sorprendió comprobar mientras estudiaba en la universidad la existencia de osos en Colombia. “Cómo era posible que yo me creía biólogo y no lo sabía. Tenía conocimiento de que en el país había dantas y manatíes, jaguares y un montón de cosas más, pero osos, nunca”. Desde que lo supo se dedicó a estudiar y trabajar por esta especie.
En las comunidades más alejadas de Colombia no se percibe al oso como en las ciudades desde donde lo admiran, con ternura, a la distancia. Para algunas poblaciones este animal es el enemigo que acaba con sus potreros. “Como el oso no conoce de fronteras, se mueve por su cuenta y sale de las áreas protegidas bajo el resguardo de las entidades del Estado, es decir, las Corporaciones Autónomas Regionales. Llega a sitios con ganadería y la gente piensa que va a matar sus vacas, y en algunos casos efectivamente lo hace, entonces, lo matan”, explica Rodríguez. Este conflicto ha desencadenado la persecución de esta especie. “No sabemos cuántos animales mueren al año”, advierte Rodríguez.
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Reyes y Rodríguez cumplen 13 años juntos. Gracias a los osos han recorrido el país desde La Guajira hasta el Putumayo, esta es una especie que se mueve por todo el territorio: bosques andinos, bosques secos y páramos.
Nicolás Reyes Amaya es otro de los biólogos que cumple más de una década trabajando con el oso andino en el país. En el camino ha coincido en varias oportunidades con la Fundación Wii y ahora apoya el estudio de la especie desde su posición de curador de la colección de mamíferos del Instituto Humboldt. “El oso no se mueve en un espacio reducido sino a nivel de departamentos. Un individuo como el oso andino puede pasar una, dos o tres veces entre uno y otro departamento. Esto nos indica que además de ser una especie paisaje, impacta en todo lo que tiene que ver con el territorio en Colombia”.
Para garantizar la conservación del oso andino es necesario abordar temas como la distribución de la tierra y los sistemas productivos. “Se va a tener que pensar en términos de desigualdades económicas y distribución de nuestras poblaciones campesinas e indígenas en el territorio nacional, algo a lo que todos los sectores de la sociedad le hemos sacado históricamente el cuerpo”, puntualiza Amaya.
No es casualidad que durante años la gente pensara que la existencia de los osos en Colombia era una leyenda urbana. “Encontrarte con un oso es una lotería”, dice Reyes. Los investigadores invierten largas horas en seguirles el rastro y muchos realizan este trabajo de investigación ad honórem, pues no es fácil encontrar recursos para su estudio y conservación. Los osos van por lugares que para las personas son muy difíciles de recorrer, dejando marcas como rasguños en los árboles, pelos y otras señales que van formando un sendero perfectamente identificable.
Reyes celebra que hoy la imagen del oso andino “ya esté en las ciudades, en los murales, y que la gente permanezca más pendiente de las noticias y los niños sepan que en Colombia tenemos osos”, aunque de manera errada una buena parte de la población los siga llamando oso de anteojos, pese a que son practicamente negros. Aún hay mucho por hacer, pero el sendero ya está trazado.
*Periodista.
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