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Una nueva isla: así trabajan por transformar San Andrés las nuevas generaciones de jóvenes empresarios
En su mayoría son terceras generaciones de pujantes familias de la isla, que regresaron para llevar a otro nivel la oferta turística de San Andrés.
En la isla de San Andrés, un grupo de jóvenes le están dando un nuevo giro a la isla. Se trata, en su mayoría, de terceras generaciones de familias de empresarios sanandresanos, que luego de formarse en el exterior, regresaron para aportar a su transformación, desde el sector de la gastronomía, la hotelería, el turismo en general, y la política.
29 años: llevar a otro nivel la gastronomía
Este es el caso de Carlos Archbold, chef ejecutivo de La Regatta, un restaurante de la isla donde solo es posible almorzar o cenar con reservación. Carlos, de padre raizal y madre magangueleña, tiene 29 años, de los cuales al menos cuatro ha dedicado a los fogones de este exclusivo espacio de la isla.
“Salí de la isla cuando tenía como 13 años. Me fui para Barranquilla, donde hice el bachillerato y luego a Estados Unidos; hasta que regresé a estudiar negocios para seguir con la tradición empresarial de mi familia; pero en realidad siempre había querido formarme en cocina. El día que sentí que llegó el momento, le dije a mi papá y a mi mamá que a esto me quería dedicar. Me apoyaron y me fui para Canadá. Estudié en Toronto tres años, y trabajé allá un rato, hasta que decidí regresar a Colombia”, contó.
Carlos regresó luego de 6 años sin visitar San Andrés. Como sus padres eran allegados de Guillo Basmagi, el dueño de La Regatta, logró una oportunidad en el restaurante, que le permitió aprender sobre la riqueza gastronómica de la isla y además exaltarla. Para el joven ha sido retador, porque al lugar llegan a comer presidentes, futbolistas, chef y celebridades nacionales e internacionales.
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“Un día se acercó a la cocina una señora hablando inglés y me dijo que aquí estaba su esposo que era chef. No lo podía creer. Era Gary Foulkes, de Angler, uno de los restaurantes más reputados de mariscos en Londres, que tiene dos estrellas Michelin. Me dijo que estaba en Medellín y que escuchó hablar de San Andrés y le dieron muchas ganas de venir. Estaba muy interesado en las especies que utilizamos; del caracol pala, cómo era, de dónde venía, cómo se prepara. También sobre la langosta espinosa”, recordó Carlos.
28 años: tercera generación
Valentina Medina Vanegas hace parte de la tercera generación de una familia de empresarios de la isla, que además del Hotel Aquamare -donde lidera la terraza de alimentos y bebidas-, han generado empleos en la isla durante décadas, a través de la red de almacenes President.
A diferencia del promedio, que luego de emigrar lo piensa dos veces antes de retornar, Valentina tenía la certeza de que regresaría a San Andrés, porque allí estaba su familia, además de los negocios de los que también quería hacer parte. “Esta isla nos ha dado todo lo que mi familia tiene. Por eso, siempre tuve la mentalidad de que quería volver”, comentó.
Estando en Boston, Valentina no tenía claridad a qué se dedicaría a su regreso, hasta el día que le propuso a su papá hacerse cargo de la propuesta gastronómica del hotel de lujo que tenían previsto inaugurar, cuando llegó la pandemia.
El caso de Valentina, según ella misma afirmó, es una excepción. Seis de sus amigas se encuentran hoy en Bogotá percibiendo un salario mínimo, porque luego de que salieron de la isla para estudiar, inclusive maestrías, a su regresó no les permitieron implementar ideas nuevas en los negocios familiares.
“Para mi papá ha sido más fácil de entender porque es segunda generación. Él también salió del país, volvió, quiso hacer cambios y hasta el día de hoy le ha sido muy difícil convencer a mi abuelo de hacer transformaciones. De ahí aprendió a no cortarme las alas. Sé que uno no tiene la experiencia que tienen ellos, pero sí ideas nuevas”, explicó.
“Hasta hace algunos años, todas las cocineras de San Andrés eran empíricas. Nunca hubo la necesidad de salir a formarse porque la gente sentía que todo marchaba bien; hasta que una nueva generación, conformada por gente como Carlos de La Regatta y de otros restaurantes muy bien posicionados en la isla, entendieron que si estudiaban, en San Andrés, además de lograr un reconocimiento, podrían aportar al desarrollo del departamento”, explicó Valentina.
De acuerdo con la joven empresaria, quienes se deciden por la formación, al menos en el área gastronómica, “saben que aquí se van a pelear por ellos, porque en San Andrés no hay gente especializada y no dejan traer personas de afuera. De hecho, yo puedo traer a un chef Michelin para montar un restaurante y no voy a encontrar gente para operar”, explicó.
El sueño de Valentina es que las personas comiencen a ver a San Andrés no solo como un destino de mar y playa, sino como una alternativa gastronómica, que motive a los visitantes a comprar un tiquete para ir a la isla a beber y comer, y adicionalmente disfrutar del mar. “Nos falta mucho, pero hacia allá hay que transitar. Es urgente mejorar la calidad del servicio en todos los niveles”, concluyó.
31 años: nueva política
Nicolás Gallardo, gobernador de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, hace parte de la generación que hoy coincide en la isla para trabajar por la transformación. “Hay un sentido de pertenencia grande en este entorno. Creo que la juventud ha tomado una dinámica importante, no solamente en la parte pública, sino también desde el sector privado”, comentó.
La formación de Gallardo estuvo orientada hacia el sector privado, en el cual sumó experiencia en los últimos años. Los gremios lo reconocen como un ejemplo del deporte y conocedor de las necesidades de la isla y del turismo en general. Por eso han depositado en él sus esperanzas para reconstruir San Andrés, y diversificar la oferta turística del archipélago.
“En algún momento sentí impotencia y molestia, porque el sector público no caminaba al mismo ritmo que el privado; más cuando uno identifica oportunidades de mejora. Entre otras razones, esto me condujo a la política”, comentó el actual Gobernador, quien ante la idea de tener una representatividad en el gobierno local, decidió hacer una maestría en Gestión Pública en la Universidad de Los Ángeles.
“El territorio nos mueve, porque no podemos dejar caer esto. Si el día de mañana eso pasa, nos quedamos sin arraigo. Entonces priorizamos traer personas que quisieran cambiar definitivamente el curso de las cosas, y entre ellas, invitamos mucho a la juventud a ser el motor transformador de lo que actualmente tenemos en el departamento. Los jóvenes suelen pensar que para qué van regresar si no los van a escuchar; pero hoy se están encontrando con una dinámica diferente, que los ha impulsado a tener posiciones de liderazgo. Muestra de esto, son los espacios importantes que han comenzado a ocupar en el departamento”, concluyó.