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La partería, una tradición del Chocó que se resiste a desaparecer
Este saber ancestral se hereda de una generación a otra. El proceso comienza desde que una mujer está buscando concebir hasta que aprende a lactar a su bebé de la manera correcta. Las parteras del Chocó también prestan sus servicios en ciudades como Bogotá y Cali.
Era una tarde de marzo en el municipio de Istmina, en el Chocó. La entrevista había transcurrido en completa normalidad. Mientras la escuchaba hablar trataba de entender cómo es que alguien logra asistir el parto de 7.600 mujeres sin necesitar nada más que alcohol, bisturí y clamp para pisar el ombligo de los recién nacidos. De repente alguien de afuera llama: “te busca una preñada”. Era una joven de unos 23 años, quien se presentó en el lugar porque el bebé estaba en una posición que le impedía caminar con normalidad.
“Ven acá. Siéntate. Respira profundo y cuenta hasta tres”, le indicó mientras sonreía mirándola a los ojos. Como si se tratara de un milagro, las palabras motivaron un leve movimiento en el vientre, el bebé se ubicó correctamente y la molestia de aquella joven desapareció. Francisca Córdoba, conocida como Pacha Pasmo, no requiere de instrumentos quirúrgicos ni de una sala de partos completa para hacer lo que más le gusta: traer vidas al mundo.
Pacha Pasmo practica una de las labores más auténticas y valiosas que se realiza en el Chocó: la partería. Un saber tradicional que ejercen hombres y mujeres en el Pacífico colombiano. Son personas que acompañan a las futuras madres en el proceso de quedar embarazadas, las asisten durante el parto y las orientan después del nacimiento. “Para nosotros esta es una tradición que no debe perderse porque son conocimientos transmitidos de generación en generación. Desde mi bisabuela hasta mis hijos hemos mantenido vivo este legado”, cuenta Pacha Pasmo.
La primera vez que atendió un parto tenía 19 años y desde entonces no ha parado. Asiste partos en su casa, en la de las vecinas, en Quibdó, en Cali y Bogotá, en donde la necesiten. “Esta es una labor que más allá del beneficio económico se hace con el corazón pensando en las demás vidas. Actualmente cobro 150.000 pesos por parto, pero a quien tiene la capacidad económica, porque también estoy para las indígenas del Bajo Vaudó que no tienen recursos y que llegan en busca de ayuda”, explica.
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Pacha Pasmo vive en el municipio de Istmina, pero hay parteras como ella en todo el departamento. María Griselda Martínez es partera en el municipio de Tadó. Cuenta que aprendió a los siete años, cuando su mamá la llevaba como asistente y le pedía que le ayudara a amarrar el cordón umbilical. “Hoy tengo 64 y aún sigo ejerciendo esta labor, he atendido 205 partos y no hay uno solo que no me llene de alegría y orgullo”, asegura.
Martínez celebra que recientemente la Dian les entregó de manera oficial los folletos de nacido vivo, por los que venían presionando desde hace un tiempo. Esto significa que de ahora en adelante las parteras podrán tener el registro certificado de los partos que asisten con el respectivo reconocimiento de la importante labor que hacen.
Pero ¿por qué muchas mujeres siguen prefiriendo los partos en casa cuando existen centros de salud? Norma Bernis Caicedo, partera del municipio de Tadó, asegura que entre los beneficios de un parto tradicional está que “no rajamos a la mujer, lo que hacemos es ayudar a un parto completamente natural, no hacemos cesárea. La mujer da a luz y ese mismo día puede sentarse y caminar con normalidad. Además, las acompañamos en todo el proceso”.
Se refiere a que la labor de las parteras comienza desde que una mujer intenta quedar en embarazo y no puede, y ellas brindan apoyo con hierbas naturales, luego sigue con el parto y después del nacimiento acompañan a las madres en el proceso de enseñarles a sacar el pezón y a lactar de manera correcta.
“Esta tradición no debe acabar porque es la tradición más antigua que existe. Actualmente nosotros acá en Tadó tenemos semillas que son los nuevos aprendices del proceso porque más allá de la teoría esto se aprende es en la práctica. Sin embargo, sí es importante resaltar que falta más apoyo del Gobierno para que las personas se capaciten en el uso y manejo de las plantas, por ejemplo. Así como los hospitales tienen estantes de medicamentos, nosotras tenemos todo un laboratorio natural de plantas para manejar molestias y ese es un conocimiento que se debe tratar debidamente”, puntualiza Caicedo.
*Contenido elaborado con apoyo de la Gobernación del Chocó.
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