Agricultura
La poderosa estrategia de 30 mujeres pastusas para sembrar paz en sus territorios
Campesinas y víctimas del conflicto se unieron en la Fundación Caminos de Paz y Esperanza buscando sanar las heridas que dejó el conflicto y rescatar sus tradiciones para que la prosperidad vuelva a florecer en su tierra.
Los murales pintados en las casas de la vereda Los Ángeles, del corregimiento de Santa Bárbara (Pasto), resaltan el valor de los campesinos como promotores del desarrollo e invitan a cuidar el medioambiente. Son retratos de mujeres y jóvenes emprendedores del municipio.
La Fundación Caminos de Paz y Esperanza, conformada por campesinas víctimas del conflicto armado, protege el medioambiente, construye paz y defiende los derechos humanos. Una de sus estrategias la desarrolla a través de la Escuela Itinerante Pintando Semillas de Paz, una herramienta con la cual construye memoria por medio de las vivencias de la comunidad, que son plasmadas en las fachadas del corregimiento.
Asimismo, con tejidos y bordados realizan colchas que recrean la flora y fauna que ha desaparecido de su territorio. El oso de anteojos, el pájaro Miranchurito y otras especies de aves son algunos de los animales que viven en su arte, como un llamado a protegerlos.
“Treinta mujeres rurales, campesinas, víctimas del conflicto armado le apostaron a transformar su territorio”, le dijo a SEMANA la lideresa Margoth Botina. Para ella, la fundación está tejiendo paz y, al mismo tiempo, cada una de las integrantes teje sus sueños. Asegura que este proceso es una forma de defender los derechos de las mujeres, de sus familias y del territorio.
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Para Botina, el esfuerzo no ha sido en vano y el nacimiento de la escuela es prueba de ello. Es itinerante porque esperan llevar la iniciativa a las demás veredas del corregimiento y, de ser posible, a toda la zona rural de la capital de Nariño. Su objetivo es ir a diferentes territorios “escuchar a la gente, sus imaginarios, sus sueños de vida, sus proyectos y dejarlos plasmados en los murales. Para que vean allí su historia, su presente y su futuro”, enfatiza Botina.
Cuenta que desde 2018 anhelan la transformación desde el empoderamiento, por eso empezaron a fortalecerse como lideresas, visitando otros territorios y capacitándose, especialmente, en el desarrollo de emprendimientos sostenibles. “En 2019 las mujeres empezaron a participar en procesos como la semana por la paz, también en ferias en las que demuestran sus habilidades manuales en el bordado”, dice.
Durante la pandemia, pese a las dificultades, la fundación se mantuvo en contacto e incluso ayudó a las más necesitadas. En 2021 retomaron fuerzas para ver “reverdecer” su territorio con las mingas “Sembrando vida, sembrando paz”.
Germán Chamorro de la Rosa, alcalde de Pato, explica que su administración, a través de las Secretarías de Agricultura y Gestión Ambiental, apoya este proyecto desde hace año y medio. Reconoce que “el liderazgo de las mujeres del sector a través de la Fundación Caminos de Paz y Esperanza” ha permitido el desarrollo de varios proyectos, incluidas las mingas ambientales.
En el marco del proyecto “Sembrando vida, sembrando paz”, la autoridad local, junto a Corponariño, orientó y acompañó la siembra de 2.500 árboles en reemplazo de las tradicionales cercas de los terrenos de los pequeños minifundios de estas familias.
“Se está recuperando la tierra de muchos vecinos de la vereda donde se ha sembrado”, afirma Botina. Y agrega que cada semilla es una muestra de esperanza, porque las mujeres desean que todas las especies que habitaban la zona regresen pronto.
Otra de sus iniciativas es el desarrollo de la granja agroecológica, una estrategia para rescatar el cultivo de productos ancestrales como la arracacha, el chilacuán, la uchuva, la oca y los ollucos. “Uno de los sueños es retomar las chagras, este es un término adoptado por los campesinos que viene del idioma indígena, y significa la huerta alrededor de la casa. Nuestro Nariño se destaca por tener pequeños minifundios y queremos recuperar esa huerta casera”, reconoce Botina.
El alcalde asegura que profesionales de la Secretaría de Agricultura participan en el proceso de recuperar las chagras y que esta idea se implementó después de que las mujeres emprendedoras tomaron talleres de alimentos con el SENA. Con esta actividad, indica Chamorro, “además de promover el cultivo de productos tradicionales de nuestra gastronomía, también se fortalecerá el tejido social y familiar en el corregimiento”.
El proyecto cuenta con el apoyo de Unicef, Corponariño, Redepaz, Uniminuto y el Politécnico Sur Andino. Botina describe a la granja agroecológica como un proceso colaborativo de las mujeres para recuperar sus cultivos ancestrales. “Muchos de los sueños se siguen fortaleciendo, como el deseo de realizar el corredor ecoturístico huellas de paz para mostrar la hermosura del corregimiento. La Fundación se está transformando (...) las mujeres pastusas piden a gritos una verdadera paz”, concluye.