Entrevista
El pelo afro como símbolo de resistencia contra el racismo toma fuerza tras prohibición de los gorros de natación para atletas de raza negra en los Juegos Olímpicos de Tokio
La periodista y activista Edna Liliana Valencia reflexiona sobre lo que significa esta decisión en la lucha por la igualdad y por que aún seguimos siendo una sociedad racista.
La Federación Internacional de Natación dio a conocer recientemente su decisión de prohibir los gorros de natación diseñados por la empresa Soul Cap, más grandes que los gorros tradicionales porque están pensados para los deportistas afro que llevan su cabello natural. Nadadores internacionales y grupos de activistas calificaron de racista la resolución de la Federación.
Aunque en la delegación de 71 deportistas que representarán a Colombia en Tokio no se encuentra ningún nadador de origen afro, la decisión atañe a los deportistas colombianos. Así lo manifiesta la periodista y activista Edna Liliana Valencia Murillo, quien asegura que este antecedente refuerza la idea de que “todo lo negro es malo”.
Valencia fue la primera presentadora que utilizó el cabello afro natural en la historia de Colombia y la segunda mujer negra colombiana en presentar en un canal internacional.
La comunicadora chocoana trabaja visibilizando la historia de los pueblos negros a nivel internacional y busca en los movimientos por la reivindicaión del pelo afro un espacio para todas las personas que han sido rechazadas a razón de su identidad. Ha hecho parte de medios de comunicación nacionales e internacionales y recientemente dio a conocer algunos problemas de salud en su sistema reproductivo ocasionados por los ingredientes químicos que utilizó por más de 10 años para alisar su cabello.
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SEMANA: ¿Cuál es la lectura que le da a este tema de los gorros de natación desde el contexto colombiano?
LILIANA VALENCIA: La polémica del cabello afro natural, especialmente en la natación, es el reflejo del racismo estructural en Colombia y en el mundo. Esta discusión viene de un aspecto básico y es que las mujeres negras nunca hemos podido usar gorros de piscina porque están diseñados para los cabellos lisos, así como las gorras normales o los cascos para las motos, que tampoco podemos utilizar. Esto pasa en todas las áreas del conocimiento. Hay muchos casos de mujeres profesionales a las que se les dice que su pelo no está permitido. Ese rechazo convierte al cabello afro en un símbolo de resistencia. De hecho, le diríamos simplemente ‘cabello’, como con las mujeres lisas, si no fuera por el rechazo que sufrimos. Se vuelve un símbolo de resistencia cuando nos dicen que no podemos tenerlo natural para ser nadadoras o competir en los Juegos Olímpicos porque están rechazando a las personas por una característica que tiene que ver con el hecho de ser una persona de ascendencia africana, y eso solo puede llamarse de una forma y es racismo.
SEMANA: ¿Por qué es importante reivindicar el cabello afro?
L.V.: El racismo parece ser inofensivo pero no lo es, entonces este movimiento promueve el empoderamiento de las mujeres negras, afro, crespas y rizadas. Buscamos replantear las ideas tradicionales, que las mujeres negras sean empresarias y emprendan desde la identidad, desde los turbantes, las trenzas y los productos para el cabello. Así generamos un renglón distinto de la economía que venga desde nuestras tradiciones.
SEMANA: Puntualmente, ¿en qué consiste ese movimiento?
L.V.: Estamos convencidas de que la lucha por el cabello afro natural va mucho más allá de un peinado o una moda, estamos rescatando las autoestimas y los potenciales de las mujeres negras. La reivindicación del cabello afro pertenece a un movimiento feminista y antirracial que utiliza el cabello como una excusa para preguntarnos como sociedad: ¿por qué creemos que todo lo negro es malo y es feo? ¿por qué estamos dispuestas a transformar una característica física en función de un sistema que nos ha presentado solo una forma de ser hermosas? El propósito no es que todo el mundo se peine igual o se deje el cabello natural, planteamos una reflexión para abrir la discusión sobre el racismo en el país.
SEMANA: Usted ha experimentado en carne propia el rechazo del que habla. ¿Cómo llega a convertirse en abanderada de esta causa?
L.V.: Yo llevaba muchos años sin saber cómo se vería mi cabello, empecé a alisarlo desde los 12 años porque pensaba que mi cabello era feo y esa es una idea que la sociedad me dijo de formas directas y sutiles. Sutiles como los colores piel con los que pintaba los dibujos en el colegio y directas como que la belleza viene de lo blanco y europeo, y la socialización de un referente que viene desde la fealdad, la esclavitud y la pobreza, que es lo único que te dicen de los negros. Mi mamá, mis tías y mis primas se alisaban el cabello y, a diferencia de otras mujeres en Chocó que se alisan con soda cáustica, yo lo hice con una crema que me generó quemaduras de segundo grado en las orejas, la frente y las manos. De todas formas me sentía feliz porque ya no era crespa y eso es porque el racismo nos hace ver una realidad distorsionada.
La transformación llegó cuando me encontré con la identidad afro y me reconocí como una mujer descendiente de África. En 2010 en un diplomado entendí que la historia del mundo es una historia euro-centrada, conocí la historia de África y encontré un nuevo concepto de la mujer negra, así que no me pareció coherente seguir alisando mi cabello. Intenté, sin éxito, recuperar mi cabello natural en tres ocasiones y solo hasta 2014 lo logré. Eso me permitió darme cuenta de que fortalecí mi identidad, recuperé mi autoestima y la posibilidad de sentirme bien conmigo misma.
SEMANA: ¿De qué forma puede impactar el rechazo al cabello afro los proyectos de vida de las mujeres?
L.V.: Muchas mujeres negras soñaron con ser periodistas, abogadas y médicas pero no tuvieron referentes que les permitieran reconocer que ellas podían llegar a esos cargos. Eso demuestra que el cabello condiciona las relaciones interpersonales, laborales y sociales, y al final esto se traduce en una defensa por los derechos humanos. Trabajar para que todas podamos acceder a los mismos espacios implica defender los derechos básicos. Por ejemplo, las mujeres negras tenemos 50 por ciento más de probabilidad que el resto de mujeres de padecer miomas en el útero y en la matriz debido a los químicos a los que nos sometemos para alisarnos el pelo. Así que el objetivo es que entendamos que hay una parte de la historia que no conocemos. La historia del continente africano inició antes de la colonización y el mundo debe aceptar que la belleza y el talento son diversos. Los talentos deportivos están en los cuerpos de diferentes personas y todas merecen participar en los deportes y en otros sectores sociales.