Especial Transformación Digital
La transformación digital hasta ahora empieza. ¿Cuál es el siguiente paso?
Según la Andi, Colombia tiene un margen alto de mejora en procesos de digitalización. Ahora, el reto más grande es lograr un cambio de mentalidad en las empresas.
Más allá de tener una página web, unas redes sociales de impacto o un chatbot que responda las preguntas de los usuarios, pensar en una transformación digital real debe plantearse desde un frente mucho más profundo.
Así lo destaca el vicepresidente de Transformación Digital de la Andi, Santiago Pinzón, quien reconoce que la pandemia permitió a las diferentes industrias y empresas dar ese salto cuántico que se traduce en cifras que resultan contundentes: en 2016, la Encuesta de Transformación Digital daba cuenta de la adopción de estrategias de este tipo para el 25,1 por ciento de las empresas; al cierre de 2021, 63,6 por ciento las habían adoptado.
Por las circunstancias excepcionales, las empresas se dieron cuenta de la importancia de contar con una operación robusta en la virtualidad, que fuera más allá del comercio electrónico o de la renovación de una página web.
“Ese es solo un pedazo de la historia: la transformación digital es un cambio de mentalidad con elementos como la cultura, el liderazgo, el talento, la tecnología, la regulación e incluso la desregulación de procesos”, comenta Pinzón.
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El revolcón
La transformación digital ha tocado a todos, y en todas las industrias. Por ejemplo, el trabajo remoto dejó de ser una posibilidad. La Ley 2121 de 2021 ofrece la posibilidad de realizar todas las etapas de la relación contractual haciendo uso de las tecnologías y sin interacción física.
También cambió la manera de comprar, aunque la congestión virtual en los días sin IVA iniciales fueron fiel reflejo de la inmadurez de esta transformación. De acuerdo con datos del Fondo Monetario Internacional (FMI), a finales de 2019, el 10,3 por ciento del gasto total de un hogar se hacía en línea; durante el pico de la pandemia, subió a 14,9 por ciento, aunque a finales de 2021 registró un descenso a 12,2 por ciento, con el regreso paulatino a la normalidad.
Está contribuyendo, además, a cerrar la brecha de inclusión financiera de grupos como los baby boomers, es decir, las personas entre los 55 y 75 años de edad. Es el caso de la fintech Avista, que utiliza la plataforma SaaS de Mambu para crear el proceso de solicitud, aprobación y desembolso de préstamos por medio de fondos de pensiones para personas mayores de 60 años.
“Las instituciones financieras no tradicionales sacan partido de las nuevas tecnologías para conectarse con fuentes alternas de datos que ayudan a tener una visión más holística del comportamiento de las personas buscando crédito. Esto beneficia a aquellos que quizá no son viables dentro de los sistemas regulares de aprobación de préstamos tradicionales”, afirma Divaldo Suzuki, director de Mambu para América Latina.
También hay retos enormes: es necesario reglamentar la economía colaborativa en plataformas de movilidad, desarrollar planes para la transformación digital en la educación para que no se vea como un simple reto de conexión y que el aparato judicial también haga lo suyo.
La Andi afirma que, entre otras tareas por hacer, el país tiene un margen alto de mejora en los principales indicadores de digitalización. Los retos se enfocan en el aumento de la conectividad, los usos productivos de internet, el fortalecimiento del comercio electrónico, el aumento de resultados en innovación, el ajuste de los marcos regulatorios y la preparación del capital humano.