Turismo
Las impresionantes cascadas del sur de Santander, un paraíso para los aficionados a la aventura
El Manto de la Virgen y La Humeadora forman parte de las maravillas naturales del municipio de Gámbita, a solo 3 horas de Bogotá o 5 Bucaramanga. Cuevas, miradores y pozos cristalinos sorprenden a los visitantes.
“Nosotros no somos dueños de la cascada, solo la cuidamos, preservamos la naturaleza. Pedimos respeto por la cascada, el río y la vegetación”. Este es el mensaje de bienvenida antes de cruzar un puente colgante de madera que conduce a la cascada el Manto de la Virgen y es, en esencia, el espíritu que guía a todos los pobladores de Gámbita, Santander, que han encontrado en sus atractivos naturales una fuente de trabajo, emprendimiento y desarrollo económico sostenible.
Ubicado a 5 horas de Bucaramanga o 3 Bogotá, y una hora Villa de Leyva, se encuentra este hermoso municipio del sur de Santander, justo en los límites con Boyacá, cuyo nombre en lengua Guane significa “tierra que florece”. Literalmente aquí está floreciendo la consolidación de una oferta ecoturística con más de 168 atractivos naturales, entre los que destacan las conocidas cascadas La Humeadora y el Manto de la Virgen; la cueva del Chocó, famosa porque uno de sus ingresos se hace a través de un rappel de 50 metros de alto; y las poco exploradas cascadas de La Hondura o Mararai. La oferta incluye decenas de ríos, quebradas, cuevas, senderos, praderas, valles y miradores naturales.
“Siempre he creído que Gámbita tiene un potencial para hacer un parque de torrentismo porque por donde se mire hay una caída de agua. Tenemos cascadas de todos los tamaños y formas, desde 10, 20 y 30 metros de alto hasta 120 metros, con diferentes niveles de exigencia para iniciarse en la práctica de ese deporte extremo”, explica César Chaparro, gerente de Extraventura, un operador turístico que presta el servicio de guía por la cascada el Manto de la Virgen, la más alta del municipio, dividida en dos secciones de caída que juntas suman 180 metros.
La cascada se encuentra a 2.300 metros sobre el nivel del mar, en un ecosistema montañoso, característico de la cordillera oriental de los Andes, sobre la cual se alza. El salto de agua es custodiado por las montañas Zumbazumbi, Piefímique y Monte Carmelo.
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La experiencia comienza en el casco urbano de Gámbita donde inicia el traslado en camioneta, donde se va explicando la biodiversidad de la zona. El sendero está debidamente demarcado y el recorrido se realiza con guías turísticos certificados.
La primera parada es en el mirador de Chinatá, desde donde se aprecia parte del Cañón de la Hondura y se les explica a los viajeros hasta donde se va a subir. En el trayecto también se visita la cascada del Divino Niño, una caída de agua de 45 metros de alto que se encuentra sobre la vía, parada obligada de comerciantes y camioneros para refrescarse.
Después de media hora, el viaje en carro termina en la finca El Milagro, predio donde se encuentra la entrada al sendero ecológico del Manto de la Virgen. Allí se ofrece servicio de restaurante, baños y está el punto de control de los guías de Extraventura, quienes realizan una charla de bienvenida con recomendaciones como no rayar los árboles, arrojar basura ni consumir bebidas alcohólicas o sustancias alucinógenas durante la visita. Adicionalmente, aconsejan estar atentos a las indicaciones del guía asignado, ya que el camino incluye tramos con rocas y pasos resbaladizos debido a la humedad del terreno.
Existen tres recorridos para disfrutar el Manto de la Virgen, pero todos igual de fascinantes. El primero está a 5 minutos en la parte baja de la cascada. Allí hay un pozo donde es posible bañarse y se aprecia de primera mano la fuerza de la cortina de agua.
El segundo se encuentra a 30 minutos. Es el punto más famoso del recorrido porque es donde se toman las mejores fotos de la cascada. Desde allí la vista es inmejorable, no solo porque se aprecia el torrente en todo su esplendor, sino porque se tiene una sobrecogedora panorámica de 360° de montañas que parecen prehistóricas y acantilados impactantes.
Con una vista tan privilegiada es inevitable sentir la necesidad de seguir subiendo, principalmente porque allí no es posible tocar el agua, aunque por la fuerza del sonido se tiene la sensación de estar muy cerca de la cascada. Los guías sugieren caminar 30 minutos más arriba para llegar al lugar donde el Manto de la Virgen inicia su caída.
Una de las grandes maravillas del lugar es un jacuzzi natural donde también está permitido bañarse. Se trata de un pozo de aproximadamente 1.5 metros de profundidad. Dependiendo del caudal de la quebrada el agua es fría, pero con el calor de la subida, la sensación es reparadora; además, sumergirse y ver en el horizonte el quiebre del agua que cae al vacío con el cielo azul de fondo es electrizante.
Después de refrescarse, el cuerpo se recarga y se siente ánimo para seguir subiendo. La cúspide de la montaña, desde donde se puede apreciar el Cañón de la Hondura, está a menos de 45 minutos si se mantiene una buena marcha. Este tramo del recorrido es más liviano, hay menos inclinaciones y mucha más vegetación, pequeños arbustos y tramos rectos; el clima se hace más frío pero agradable, con un viento que alivia el cansancio. Al llegar la vista compensa el esfuerzo adicional.
Columnas de rocas apiladas que dejan los visitantes como una prueba de haber ‘conquistado’ la cumbre indican que se ha llegado a la meta. A la vista está el majestuoso cañón, las montañas cubiertas de un verde espesor con distintas tonalidades por los rayos del sol, y en el medio, como abriéndose paso entre gigantes, el hilo del río Chinatá.
“El plan ideal es llegar a la cascada alrededor de las 9:00 a.m. para iniciar el ascenso, estar arriba en cualquiera de las estaciones hasta mediodía y llegar de nuevo a la finca a la 1:00 p.m. para almorzar el tradicional piquete campesino, una picada de carne de res, pollo y chorizo acompañada de yuca y servido sobre hoja de plátano; las personas reposan y al cabo de una hora ingresan a la parte baja de la cascada para bañarse y relajarse antes de regresar como nuevos a Gámbita”, detalla Chaparro.
Los visitantes suelen ser caminantes, amantes de la naturaleza y personas a quienes les gusta aventurarse por senderos naturales y que disfrutan los imprevistos y ciertos grados de dificultad en los trayectos como la lluvia, el barro, las piedras y el bosque.
“Queremos que vengan a conocer Gámbita, un municipio lleno de muchas riquezas naturales: cascadas, ríos, cuevas, senderos, lugares llenos de magnetismo, magia y encanto que nos permiten potencializar al municipio y contribuir con la reactivación económica de forma sostenible”, puntualiza la alcaldesa Aidubby Mateus Espitia.
Desde la administración municipal se viene trabajando en una propuesta de Plan de Desarrollo Turístico que permita legalizar y formalizar a las empresas del sector turismo. Mateus Espitia explica que lo que propone la administración municipal es establecer normas técnicas de los servicios, señalización, promoción “y principalmente definir capacidades de carga de los destinos naturales para garantizar su preservación”.
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Cascada La Humeadora
La mayoría de los atractivos ecoturísticos de Gámbita están a una hora o menos del casco urbano. El municipio cuenta con operadores turísticos certificados, guías y transportistas del pueblo que suelen ser muy generosos al compartir sus historias de vida, tradiciones familiares y cuentos populares de su terruño, lo que hace de los trayectos entretenidos viajes que permiten disfrutar aún más cada lugar que se visita.
Uno de sus más populares destinos es la cascada La Humeadora, un hermoso paraje que se extiende a orillas del río Corontunjo y que está conformada por cinco caídas de agua, cada una con una historia fascinante llena de misticismo y moralejas recopiladas por Franklin Mateus, gerente de Ecotrips Extrem, una empresa operadora que resguarda este tesoro natural.
“Al agua de las cascadas se le atribuyen propiedades medicinales por el color madera, vino o canela que se produce debido a las raíces de roble que están sumergidas en la parte alta del río y sueltan esa pigmentación por la cantidad de taninos que contiene. Su nombre viene del spray del agua que se produce al atomizarse cuando golpea la piedra al caer y que desde lejos tiene la apariencia de humo. Incluso, algunos abuelos recuerdan que a esta zona se le llamaba ‘La puerta del infierno’, para evitar que los niños bajaran al río sin un adulto”, relata Mateus.
La cascada La Humeadora se encuentra en los predios de la finca Campohermoso, en la vereda Supatá a 1.750 metros sobre el nivel del mar, y se forma por los afluentes que provienen de la parte alta de la reserva natural Alto del Río Fonce, unas 18.000 hectáreas de resguardo ambiental en jurisdicción de seis municipios de Santander y Boyacá.
En la finca opera la empresa Ecotrips Extrem que ofrece servicios de alojamiento, restaurante, traslados a caballo y visitas guiadas a las cascadas con todas las medidas de seguridad como cascos y chalecos salvavidas, principalmente para cruzar caminando la parte de atrás de la cascada y sentir el poder del agua sobre el cuerpo.
“Energéticamente hablando este es un lugar muy especial. Nuestros abuelos nos han enseñado que para poder disfrutar de estas maravillas naturales debemos mostrar respeto y agradecer a los ‘guardianes’ del río, por eso es muy importante que al venir seamos conscientes y responsables con el ambiente, no dejar basura, cuidar la naturaleza y preservar el lugar”, resalta la alcaldesa de Gámbita.
Los lugareños aseguran que los atractivos naturales del municipio reconocen el alma de las personas que los visitan, y que cuando el turista es impúdico, desconsiderado o abusivo con la naturaleza, el clima se enrarece, se oculta el sol, se nubla y llueve, como si se tratara de una medida de autoprotección.
“La Humeadora es un lugar donde el visitante puede tener contacto directo con la cascada. El efecto reparador y energizante lo convierte en un destino ideal para quienes quieren liberar el estrés, desinhibirse de sus problemas, encontrar la paz y el equilibrio físico y mental”, agrega Mateus.
Entre los atractivos turísticos de la cascada La Humeadora se destacan su agradable temperatura promedio de 18°C y los paisajes exuberantes que se aprecian casi desde cualquier punto. No se pierda al visitarla estos cinco puntos de interés:
- El hoyo soplador: como en la parte alta de la finca hay un nacimiento de agua, durante su recorrido subterráneo va formando ‘respiraderos’ naturales, uno de ellos está cerca de la ribera del río por donde brota agua y aire en cierta época del año.
- La playa nudista: está formada por pozos poco profundos donde al sumergirse la corriente de agua va realizando hidromasajes.
- La piscina: es un pozo de 100 metros de ancho con una profundidad máxima de 1.20 metros, dependiendo del caudal del río, en donde la corriente es muy suave.
- Cascada El Cuartillo: tiene alrededor de un metro de altura y es un destino contemplativo en el que el sonido del golpe del agua al caer evoca tranquilidad y relajación.
- Cascada y pozo La Vieja: es una cascada 36 metros de ancho en semicurva con cerca de 10 metros de altura. El pozo tiene entre 25 y 30 metros de profundidad por lo que se pueden hacer lanzamientos desde plataformas naturales formadas por rocas que están entre los 2 y 4 metros de alto, siempre bajo la supervisión de un guía turístico.
*Periodista.
Contenido en colaboración con la Alcaldía de Gámbita