Ambiente
Lideresas indígenas y campesinas se unen para proteger el territorio amazónico
En el municipio de Solano, Caquetá, los intercambios culturales entre mujeres del pueblo Inga y campesinas de la región le están dando un nuevo aire a la conservación de los recursos naturales.
Durante años un grupo de 25 mujeres del municipio de Solano tuvo en común un estilo de vida en torno al río Caquetá y afluentes cercanos. Sobre sus cuencas, cada una gestó de forma independiente la economía familiar a partir de la agricultura, la pesca y la artesanía. En 2020, el territorio que las une se convirtió en la piedra angular para estructurar un trabajo conjunto que les permitiera contribuir con la conservación de la selva tropical y frenar la deforestación.
Según cifras del Ministerio de Ambiente y del Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam) esta región, conocida como la puerta del Amazonas, ha ocupado en varias ocasiones un lamentable primer puesto por la pérdida de bosques en el país.
Esta problemática fue una de las motivaciones para que 20 mujeres del pueblo ingano y cinco campesinas de las veredas Campo Bonito, Las Palmas y El Porvenir se unieran para aportar una solución a través del proyecto Tejedoras Interculturales. La iniciativa se basa en compartir conocimientos para fortalecer el rol de lideresas de la región y en intercambiar saberes buscando mejorar las condiciones sociales y ambientales del territorio.
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Intercambios
La labor de este grupo de mujeres se ha convertido en una forma de liderazgo para la protección y conservación de los recursos naturales y de sus tradiciones. Uno de los ejes principales del proyecto es la tradición de las mujeres Ingas como protectoras de las chagras, espacios sagrados donde las comunidades indígenas cultivan de una forma sostenible y mantienen un contacto permanente con su cosmovisión.
Este tipo de tradiciones ahora se ha trasladado a las mujeres campesinas, que por su parte son expertas en la construcción y mantenimiento de las cementeras, como popularmente se conoce a las huertas caseras.
Aunque las chagras y las huertas son prácticas distintas, las participantes decidieron trabajar desde el reconocimiento de esas diferencias para lograr la convivencia en armonía en favor del territorio que comparten. En la actualidad siembran, cosechan y monitorean los cultivos de forma conjunta, mientras comparten experiencias personales y culturales. Adicionalmente, son madres, esposas e hijas y cumplen con responsabilidades familiares, que incluyen oficios domésticos y de cuidado.
En estos intercambios han aprendido de plantas medicinales para otros usos y de preparaciones distintas de alimentos comunes en sus mesas, “pero sobre todo han adquirido conocimiento para fortalecer la seguridad alimentaria para sus familias”, afirma Fanny Jamioy, coordinadora del Área Mujer y Familia en su comunidad y delegada por el Caquetá a la Mesa Indígena de Cambio Climático.
“En el Resguardo Niñeras hicimos parte de un proyecto de rescate de semillas tradicionales con Visión Amazonía. Sin saber sobre formulación de proyectos, motivé a otras 24 mujeres para que nos presentáramos a la convocatoria de mujeres indígenas y salimos favorecidas. Es una demostración de lo que somos capaces, de aprender y de prepararnos”, precisa Jamioy.
Como Fanny, el resto de las participantes del proyecto han aprendido a tomar la vocería como lideresas ambientales que luchan por sus familias y defienden su territorio de amenazas como la deforestación. Ahora ya no temen presentarse en público y promover nuevos intercambios culturales para favorecer el bienestar de su región y el de la Amazonia colombiana en general.
El proyecto de las Tejedoras Interculturales de la Red Vital Agroambiental del territorio Amazónico Entrerríos fue seleccionado como uno de los 69 programas de la convocatoria Mujeres cuidadoras de la Amazonía, promovida por el programa Visión Amazonía con el apoyo del Programa de Pequeñas Donaciones GEF-PNUD.
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