Ambiente
¿Por qué no hay que temerle a los murciélagos?
Los murciélagos son animales con muy mala reputación. La literatura ha contribuido a su fama y también su fisionomía. En entrevista con SEMANA, uno de los grandes estudiosos de estos mamíferos en Colombia, asegura que se puede aprender a quererlos. De hecho, rechaza la acusación que los señalaba como responsables de la propagación del coronavirus.
Cuando se le consulta al biólogo Alberto Cadena, una de las grandes autoridades para hablar de murciélagos en Colombia, si estos realmente son los grandes responsables de la pandemia mundial del coronavirus, su respuesta inmediata es “no, eso es falso”. Su primera reacción fue dudar. “La ciencia no acepta de plano todo lo que le entregan. Hay que cuestionar, preguntar, investigar. A mí no me van a decir que los murciélagos son los causantes de la dispersión de este covid-19. No, yo no creo”.
Ahora, el experto reconoce que pueden transmitir enfermedades, “algunas bastante graves, como las que hay en algunas cuevas, un hongo, que se transmite a través del aire y que ataca a los pulmones. Yo, incluso, me llegué a infectar en una cueva de Macaregua, Santander, cerca de Curití. También pueden transmitir rabia”. Sin embargo, los considera menos peligrosos, por ejemplo, que una culebra, “que si lo muerde a uno lo mata si no se aplica el antídoto. No es el caso de este mamífero”.
El especialista, PhD en mamíferos, asegura que la cantidad de murciélagos infectados es muy pequeña. “La gran mayoría son muy sanos y no transmiten absolutamente nada. Ellos son muy limpios, se asean entre ellos, se lamen”, precisa.
Cadena es uno de los primeros biólogos colombianos egresado de una universidad en el país. Cuando culminó el bachillerato, a mediados de los años 60, ni la Nacional, la Javeriana o Los Andes contaban aún con la carrera de Biología en su currículo, así que inició estudios de Medicina en la Universidad del Valle. Al poco tiempo retornó a Bogotá, su ciudad natal, porque esta institución académica tenía una alianza con la Universidad de Los Andes que le permitía a sus estudiantes participar en un programa de premedicina, que al final no culminó. Comenzó sus estudios de biología a la par que la universidad avanzaba con la formalización de esta ciencia en sus aulas y se especializó, años más tardes, en Estados Unidos.
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En los primeros años se inclinó por la genética, pero la llegada a Los Andes de J. Tamsitt, un académico formado en mamíferos que venía de la Universidad de Texas, y que tenía entre sus preferencias a los murciélagos, terminaron por cambiar el rumbo. Sus enseñanzas alimentaron el interés que, previamente, había despertado el médico especializado en parasitología, Cornelis Johannes Marinkelle. “Él estudiaba a los murciélagos como vectores de posibles enfermedades y durante mis estudios me convertí en su asistente. Un día me dijo: ‘aquí en Colombia no hay nadie que estudie los murciélagos, no se han investigado, porque no se pone usted en eso”, recuerda Cadena.
Marinkelle lo llevó a su biblioteca personal y le dijo que buscara entre cientos de separatas posibles estudios desarrollados en el país sobre murciélagos. “No encontré ninguno”, afirma. “Solo había uno de Trinidad y Tobago, que nada tienen que ver con los de Colombia”. Así que investigarlos se convirtió en una ruta diferencial para avanzar en su carrera.
Sin embargo, estudiar estos mamíferos no era sencillo, porque colectar murciélagos para esa época era una labor costosa y en el país se hacía de una forma muy primitiva. El profesor Marinkelle logró que desde Estados Unidos le enviarán algunas redes especiales para capturarlos y allí, en campo, comenzó la larga carrera del biólogo colombiano junto a estos mamíferos. La naturaleza se convirtió en su oficina y su jornada laboral, usualmente, transcurría entre 5 de la tarde y 3 de la mañana.
“No sabíamos ni siquiera como se ponían esas mallas, pero fuimos aprendiendo. Fue un proceso progresivo y muy lento. Yo no sabía diferenciar entre un murciélago vampiro y otro que se alimenta de frutas, peces, flores o de otros murciélagos”. Al principio usaba guantes para capturarlos, pero los años le dieron confianza y pericia para “cogerlos a mano limpia”, luego de bastantes mordeduras, “pero sin peligro, es casi como si a uno lo mordiera un perro. Hay unos grandes, cuyas mordidas son como las de un perro agresivo y otros pequeños, como las de un perro chiquitito y bonito; solo que la gente oye de murciélagos y es como si le hablaran del diablo”.
De no saber nada de murciélagos a convertirse en especialista, ahora puede afirmar con certeza que hay especies en todo el territorio y que Colombia es uno de los países con más diversidad de estos animales mamíferos en el mundo entero. “Recorrí prácticamente todo el país estudiando este y otros mamíferos”.
Para quienes afirman que los murciélagos son ‘ratas con alas’, Cadena aclara que evolutivamente no tienen nada que ver uno con el otro, “se podría decir que están más cerca de un grupo de insectívoros”.
Vampiros
Los murciélagos son animales con muy mala reputación. La literatura ha contribuido a su fama, también su fisionomía. Para Cadena una de las razones por las cuales la gente le tiene tanta aversión es el miedo a la noche. “Nosotros como primates somos diurnos, así que nos hemos creado unas fantasias tremendas con respecto a la noche, a la que asociamos con brujería, con malas prácticas, pensamos que en la noche se hace todo lo malo porque todo es oscuro, negro. Eso está en nuestra mente, es parte de nuestro ADN. Y allí viven nuestros animalitos, los murciélagos”.
Sin embargo, cuando se estudian, se pueden llegar a querer, asegura el biólogo de 83 años, quien laboró durante 26 años en la Universidad Nacional, luego de haber estado durante periodos más cortos como docente e investigador en Los Andes y la Javeriana. Hoy tres murciélagos llevan su nombre, en agradecemiento al concocimiento que sobre mastozoología les legó a sus estudiantes: Lonchophylla cadenai, Anoura cadenai e Histiotus cadenai. “Yo también, es su momento, le dediqué uno a mi profesor Marinkelle”.
Los murciélagos son los grandes conquistadores de la nocturnidad, se han adaptado a la oscuridad porque durante el día les toca competir con las aves; excepto unas especies presentes en África, Asia y parte de Europa. “Recordemos que son los únicos mamíferos que vuelan por sí mismos”.
Drácula no existe, pero los vampiros sí. Se alimentan de la sangre del ganado, gallinas, cerdos y caballos. Cadena asegura que “son un grupito”, entre las casi 200 especies de murciélagos que hay en Colombia.
“Solamente hay tres especies de vampiros. Hacen un pequeño corte con sus incisivos que son muy afilados. En su saliva tienen un anticoagulante con el que untan la herida y hacen que la sangre comience a fluir. Su lengua tiene una adaptación para ingerir la sangre. El problema es que dejan al animal sangrando y puedenregresar todos los días a alimentarse con otros 15 murciélagos”.
También pueden succionar la sangre de una persona. Se han reportado casos en el Chocó, Boyacá y el Magdalena Medio, “donde las personas duermen al aire libre, por ejemplo, y dejan el dedo pulgar al descubierto. No son ataques en manada, son casos muy selectivos”.
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