Especial Salud
Los retos de la vacunación contra la covid-19 en las zonas dispersas y alejadas del Guainía
El esfuerzo ha sido enorme, especialmente para llegar a las poblaciones indígenas. Traducir la información relacionada con el virus y sus riesgos a diferentes lenguas y realizar visitas casa a casa ha sido clave para que la estrategia dé resultado.
En la segunda semana de febrero de este año, Colombia superó los 75,5 millones de dosis aplicadas contra el coronavirus, según el Ministerio de Salud. Pero mientras para las zonas urbanas el Plan Nacional de Vacunación se realiza en colegios, parques, centros comerciales o centros de salud, en la ruralidad y las zonas apartadas y dispersas esta tarea es más compleja. Por ejemplo, en departamentos como Guainía el único asegurador es Coosalud, que además de superar los desafíos de la geografía promueve la vacunación en medio de la desinformación, respetando las tradiciones de los pueblos indígenas. En total, esta EPS cuenta con 46.000 afiliados en esta zona.
Angie Arturo, directora del Hospital Manuel Elkin Patarroyo, ubicado en la ciudad de Inírida, cuenta que desde el inicio de la emergencia sanitaria se han registrado aproximadamente 2.700 contagios y 36 fallecidos. “El 80 por ciento de nuestra población es rural, por lo que el hecho de que seamos un departamento con tanta dispersión logra que no haya aglomeraciones”, afirma la directiva, quien agrega que el reto es cumplir con las metas de la vacunación, pues entre los pueblos indígenas hay poca aceptación y un fenómeno de migración constante.
Coosalud, en alianza con el Hospital, ha logrado hasta el momento la aplicación de 25.000 dosis de vacunas entre únicas y esquemas de vacunación completos. “En Guainía se han diseñado e implementado estrategias pedagógicas para los diferentes grupos etarios de la población. Asimismo, se ha avanzado en la cobertura buscando a las personas en sus casas, habilitando puntos extramurales de vacunación e identificando a poblaciones priorizadas como gestantes, mayores y quienes presentan comorbilidades”, señala Olga Aguilar, gerente de la Región Centro de Coosalud EPS.
Sharom Otero, coordinadora de Salud Pública del Hospital, manifiesta que otra dificultad ha sido el idioma. “En Guainía, además del español, se hablan lenguas nativas como sikuani, curripaco, puinave y piapoco; por eso la clave ha sido la traducción de la información. Hemos tenido que romper con mitos como, por ejemplo, que con la vacuna no se implantarán chips, no se transmitirá el virus y no se acabará con la población indígena”, asegura.
En algunas de estas poblaciones hay además desconocimiento del virus y sus efectos, al igual que de las vacunas. Por eso, los miembros de los equipos vacunadores han cumplido un papel fundamental transmitiendo confianza y entablando una comunicación exitosa.
A pesar de los logros obtenidos, aún hay trabajo por hacer. Nonato Pereira, quien pertenece a la etnia yeral y a la Mesa de Concertación Indígena del Guainía, advierte que en la región se debió impulsar la vacunación con enfoque territorial, como se hizo en otras partes. “Falta más pedagogía para que los pueblos indígenas sean conscientes de que así cuenten con su medicina tradicional, la vacuna contra el coronavirus es necesaria”, puntualiza.
Contenido elaborado con apoyo de Coosalud.