Especial Desafíos de la Salud
Más de la mitad de los colombianos tiene sobrepeso. Algunas recomendaciones de la mejor nutricionista de América para comer mejor
Sandra Alfaro, de la Clínica Imbanaco de Cali, llama la atención sobre el cambio de hábitos y los efectos de fenómenos como la inflación. En la educación masiva a los consumidores estaría el principal ingrediente para mejorar la calidad de la alimentación.
La malnutrición, el sobrepeso y la obesidad afectan actualmente a más de la mitad de la población colombiana, un fenómeno que se presenta porque la mayoría come alimentos poco saludables. Pero también por el drástico cambio de hábitos alimenticios de los últimos años. Hoy en día, quienes se preocupan por cuidar su salud consumiendo alimentos orgánicos, de agricultura ecológica y con un alto valor nutritivo son la minoría.
Según la Encuesta Nacional de Situación Nutricional (2015) del Ministerio de Salud y Protección Social, los adultos entre 18 y 64 años padecían de sobrepeso (37,7 por ciento) y obesidad (18,7 por ciento), lo que en síntesis advierte que, efectivamente, el 56,4 por ciento de la población sufre de estas enfermedades. Para hacerle frente a este problema de salud pública está en implementación la Ley 2120, también conocida como ‘Ley de comida chatarra’, con la que se busca restringir el consumo de alimentos con alto contenido de sal, azúcar y grasa industrializada, y potenciar, por otro lado, el de alimentos más saludables.
Sin embargo, hasta el momento esta medida sólo ha impactado a las empresas que producen y comercializan los alimentos, que tuvieron que reestructurar las tablas nutricionales con nuevos ingredientes, dándole prioridad a preservantes y colorantes más naturales y saludables. Por ejemplo, se reemplaza la tartrazina, que tiene efectos adversos para la salud, por la curcumina y la norbixina, que es el colorante del achiote. Pero para que este tipo de políticas tengan un verdadero efecto, el asunto debe ir más allá de la oferta y pensar en la demanda, en los consumidores colombianos, y para eso se requiere de educación nutricional masiva.
El artículo 25 de la declaración de los Derechos Humanos afirma que toda persona tiene derecho a alimentación, pero no es solo tener comida para comer. Realmente a lo que se refiere es a que las políticas, las leyes, los programas y los proyectos deben estar orientados a garantizar que la sociedad esté informada, y tenga acceso suficiente y de calidad a los alimentos. Por eso, cuando se presentan fenómenos inflacionarios, el aumento en los precios afecta directamente la calidad de la alimentación en Colombia. Hay más familias con menos recursos económicos que se ven obligadas a elegir productos por su precio y no por los requerimientos nutricionales.
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Esta situación lleva a una inseguridad alimentaria, a sistemas inmunológicos minimizados y a una población más vulnerable a enfermedades. En conclusión, para mejorar la alimentación y la nutrición de los colombianos, y con ello disminuir la incidencia de las enfermedades, es clave desarrollar campañas que de verdad impacten a la sociedad. Nosotros somos lo que comemos, y si lo que llega a nuestra boca no es lo adecuado, no podemos aspirar a gozar de una buena calidad de vida.
*Nutricionista Dietista de la Clínica Imbanaco de Cali. Reconocida como mejor nutricionista de América Latina por la Organización Internacional Médica.