Ambiente
Monitorear los bosques de la Amazonia: clave para entender los devastadores efectos de la ganadería en la región
La información que genera el Instituto SINCHI desde 2002, ha sido fundamental para desarrollar estudios de impacto ambiental y actualizar los planes de ordenamiento territorial de los municipios.
Las coberturas son todo aquello que se puede observar sobre la superficie de la tierra, es decir, la vegetación, los bosques, los cuerpos de agua, la nieve, las formaciones rocosas, los cultivos, los centros urbanos y las zonas industriales. Monitorearlas permite detectar fenómenos naturales como deslizamientos, inundaciones e incendios. Desde 2002, el Instituto Amazónico de Investigaciones Científicas SINCHI se encarga de esta labor mediante técnicas de sensoriamento remoto y herramientas de sistemas de información geográfica en la Amazonia. En 2020, este proceso fue certificado por el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) como operación estadística oficial de Colombia
Como parte de los procesos de monitoreo de la situación ambiental de la Amazonia, la valiosa información a la que le hace seguimiento el Instituto SINCHI, sirve de insumo para la toma de decisiones relacionadas con la actualización de los planes de ordenamiento territorial de los municipios, y para procesos como los Planes de Ordenación y Manejo de Cuencas Hidrográficas (POMCAS), zonificaciones ambientales, estudios de impacto ambiental y planes de manejo del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible.
Uriel Murcia, coordinador del programa de Modelos de Funcionamiento y Sostenibilidad del Instituto SINCHI, explica que desde el portal de datos abiertos del Sistema de Información Ambiental Territorial de la Amazonia Colombiana (SIATAC) se muestran mapas de coberturas de la tierra. “Los mapas de paisajes agropecuarios, por ejemplo, muestran los avances de la frontera agropecuaria, también es posible visualizar las áreas que se están transformando de las rondas hídricas y conocer la información de cicatrices de quemas y puntos de calor que afectan la región”, precisa.
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Uno de los resultados del monitoreo realizado el año pasado evidenció que los bosques siguen siendo las coberturas más representativas de la región, pues entre 2018 y 2020 el índice de conservación de estos ecosistemas fue de 99,1 por ciento. Estos se encuentran ubicados principalmente en resguardos indígenas y en Parques Nacionales Naturales. En el En el periodo 2018-2020, también se detectó una reducción en la cobertura de bosques de más de 335 mil hectáreas, la mayoría fue transformada en pasto para ganadería.
De acuerdo con Murcia, el Sistema de Monitoreo de Coberturas de la tierra de la Amazonia Colombiana (SIMCOBA) ha detectado que el principal cambio que afecta las coberturas naturales es la tumba del bosque nativo, que está siendo reemplazado por pastizales para la ganadería.
“De esta manera se genera una simplificación del ecosistema, se disminuye o se pierde la oferta de servicios ecosistémicos valiosos para el sostenimiento de la humanidad, desde la provisión y regulación hídrica, temas de conocimiento cultural, de ciclos biogeoquímicos que garantizan la recirculación de nutrientes, entre otros. Las pasturas con ganadería minimizan la biodiversidad y aumentan el aporte de gases efecto invernadero, responsables del cambio climático”, asegura Murcia.
Otros de los servicios que se pueden perder cuando cambian las coberturas naturales por otras coberturas de origen antrópico, son la regulación del clima, la oferta de biodiversidad que guardan los paisajes, los servicios de polinización, el suministro de agua y los suelos. Además, al tumbar bosques y reemplazarlos por pastos, cultivos o centros poblados, los pueblos indígenas de la región se ven afectados, pues gracias a su asentamiento milenario y a su conocimiento tradicional han logrado manejar la tierra de manera sostenible.
Murcia agrega que la sociedad debe ser consciente de que los bosques amazónicos son los únicos responsables de algunos servicios ecosistémicos fundamentales para la vida, no solo de las comunidades ubicadas en esta región del país, sino para poblaciones tan distantes como las que viven en Bogotá. “Gracias a los árboles de los bosques amazónicos, los bogotanos tenemos agua dulce y fresca todos los días”, dice.
*Contenido elaborado con apoyo del Instituto SINCHI.
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