Salud
Personal médico, doulas y familias se unieron en Medellín para promover los partos humanizados
El objetivo de esta alianza es evitar la violencia obstétrica y garantizar que los padres conozcan sus derechos durante el proceso de parto.
Profesionales de la medicina, acompañantes y futuras madres en Medellín, Antioquia, trabajan de la mano para evitar la violencia ocasionada por intervenciones innecesarias en los partos. Por eso, han priorizado informar a las familias acerca de sus derechos como padres y madres.
Para cumplir con los objetivos de esta alianza, las doulas, mujeres que se entrenan y certifican para dar apoyo informativo, físico y emocional a las madres durante el trabajo de parto y en el post parto, se han dado a la tarea de explicar las razones por las cuales este proceso no debe ser violento; las acompañan en esta labor obstetras y familias.
Entre la exposición de argumentos, manifiestan que hay prácticas normalizadas que deben eliminarse y comparten algunas opciones para prevenir hechos victimizantes en contra de las mujeres y los recién nacidos. La violencia obstétrica es conocida como una modalidad de violencia de género, por representar cualquier tipo de acción que conduzca a una paciente en embarazo, trabajo de parto o posparto, a vivir una mala experiencia. Comprende la práctica de procedimientos sin conocimiento o consentimiento de la mujer, intervenciones por presión psicológica o actos que hagan sentir vulnerada a la paciente.
Para prevenir ese tipo de eventos, y garantizar el cuidado de la vida de las madres y los bebés, se implementó en 1986 el concepto de parto respetado, que significa la humanización del proceso de parir y la práctica de procedimientos acordes a los indicados por la Organización Mundial de la Salud, en la búsqueda por cumplir los derechos de las mujeres.
Tendencias
La ginecobstetra y asesora de lactancia en Medellín, Juana Orrego Molina, cuenta que luego de ser paciente en un parto con intervenciones innecesarias, pero ajustadas a lo que se practicaba en la cotidianidad, empezó a investigar sobre el sufrimiento al lactar. Allí descubrió errores en parte de lo aprendido y llevado a la práctica. “Muchas dificultades de la lactancia tienen que ver con las dificultades en el parto; así que tuve que deconstruir todo lo que me habían enseñado para poder practicar el parto respetado”.
Sin embargo, la doctora asegura que situaciones de violencia en los partos ocurren muchas veces sin que los médicos entiendan la gravedad de sus actos; los profesionales piensan constantemente en torno a “enfermedad - cura” y tienen en mente que deben intervenir y mediar para resolver los problemas de la paciente. Orrego explica que en la obstetricia no funciona esa lógica, “el embarazo y el parto no son una enfermedad; los médicos debemos hacer una muy buena observación para evitar procedimientos adicionales porque la mujer no necesita de otras intervenciones para parir”.
Daniela Marmolejo es una doula certificada que acompaña a parturientas con su respiración y manejo del dolor a partir de la evidencia científica. Marmolejo busca abrir una conversación amplia acerca del parto respetado, a partir de la visibilización de las violencia obstétrica. En su discurso asegura que hay una visión muy machista y patriarcal sobre el tema y que por eso es importante que las escuelas de obstetricia enseñen todo sobre el parto consciente, que, a su criterio, es la forma normal en la que se debería atender un parto. “No está bien que el personal médico hable de sus historias personales mientras una mujer está pariendo, eso demuestra que quienes no respetan los derechos de las mujeres no lo hacen porque no quieren. Los lineamientos son claros, las pacientes deberíamos llegar al parto con la tranquilidad de que nuestros derechos se van a respetar”.
Lina Maria Espinal es una psicóloga y docente, usuaria del parto respetado. Espinal cuenta que luego de escuchar las experiencias traumáticas de familiares y amigas mientras traían a sus bebés al mundo, buscó opciones distintas a las tradicionales para traer al suyo. Decidió con su esposo contratar a una doula e iniciar un proceso guiado con una obstetra que estuviera a favor de un parto sin procedimientos innecesarios. “Ambas nos habían explicado que el proceso de parto iba a tomar tiempo así que respetaron mis dolores y me acompañaron. La decisión de ir a la clínica fue mía; utilicé la epidural y el parto fue mucho más rápido, no tuve desgarro, no hubo intervenciones adicionales y eso favoreció mi recuperación, la lactancia y la salud del bebé”.
Como Juana, Daniela y Lina, muchas mujeres en Medellín y en el resto del país buscan combatir la desinformación sobre el parto respetado, al compartir experiencias y explicaciones acerca de cómo esta práctica se centra en recibir acompañamiento empático y guiado. Por eso quieren ampliar la conversación, para que se entienda el parto como un evento; como el momento principal en la vida de cualquier ser humano.