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Patrimonio de la humanidad: en el Cauca se esconde bajo tierra uno de los mayores cementerios del mundo
Más de 12 mil personas visitan anualmente este parque arqueológico que preserva, en más de 50 tumbas, la historia milenaria del departamento del Cauca.
Las inscripciones sobre las piedras de la necrópolis de Tierradentro son enigmáticas. Podrían significar cualquier cosa: un rostro, una divinidad, un demonio. Las interpretaciones son inagotables y las conclusiones imprecisas. Lo único cierto es que en el Parque Arqueológico Tierradentro hay 55 hipogeos pintados con trazos infinitos. Unas bóvedas subterráneas utilizadas en la antigüedad para proteger cadáveres sin quemarlos. Un vestigio milenario.
Ubicados en el departamento del Cauca, entre los municipios de Belalcázar e Inzá, estos cementerios son una reliquia precolombina. Un área con topografía quebrada, cimas escarpadas y profundos cañones donde ninguna estructura es fortuita. ¿Por qué existen?
“Son la principal atracción de Tierradentro. Son unas estructuras bastante impresionantes, talladas en la toba volcánica. Además de que están profusamente decoradas con altos y bajos relieves y conservan una pintura policromática de blancos, rojos y negros. También hay áreas de reserva forestal, pues el parque no es solamente hipogeos”, explicó Alejandro Amaya, coordinador de Parques del Instituto Colombiano de Antropología e Historia (ICANH).
Aunque estos vestigios arqueológicos yacen debajo de la tierra, están ubicados principalmente en las superficies altas del territorio. Son cinco: el Alto de Segovia, el Alto de San Andrés, el Alto del Aguacate, el Alto del Duende y El Tablón. La razón es sencilla: en aquel entonces la visibilidad del paisaje era crucial y para las personas era necesario poder mantener una visión periférica sobre el paisaje.
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“Son puntos privilegiados para estas estructuras funerarias de carácter colectivo. Desde la arqueología siempre hemos dividido las tumbas en dos grandes tipos: las primarias, que son como las tumbas de hoy en día, y las secundarias. Los hipogeos son tumbas secundarias porque se utilizaban para “reenterrar” a los cadáveres. También eran usados para rituales y ceremonias de esta cultura que vivió del 400 al 900 d.C.”, comentó Amaya.
Asimismo, estas tumbas subterráneas formaban parte de las expresiones culturales de estas comunidades y, por si fuera poco, de sus avances arquitectónicos.
“Estas construcciones alcanzan una profundidad de hasta nueve metros, y están conformadas por un pozo de descenso con escaleras que sirven de acceso a la cámara funeraria, la cual está decorada en sus muros y columnas por una serie de diseños geométricos, antropomorfos y zoomorfos, algunos en relieve”, señalaron desde el ICANH.
Hablar de los significados, sin embargo, es una cuestión complicada. O mejor: imposible. La respuesta al por qué se utilizaban estas construcciones para los ritos funerarios y no otras no es clara aún. Además, debido a que las excavaciones tuvieron lugar hace más de 80 años, las probabilidades para comprender los restos arqueológicos son incluso menores.
“Lo que sí es cierto es que había una importancia frente a la muerte. También, estas comunidades tenían un manejo espacial y conceptual del paisaje: estos hipogeos no están en cualquier parte, sino en puntos estratégicos. Y el hecho de que estén enterrados bajo tierra significa una inversión de trabajo significativa”, indicó el coordinador.
“Además hay una relación entre lo mortuorio y lo natural. El tema es que aquí los hipogeos estaban en unos altos específicos, en unas alturas y en unos puntos de toba volcánica muy específicos. Había un conocimiento del subsuelo, que es importante. Ellos necesitaban saber dónde estaban cavando. No era arbitrario”, añadió.
El Parque Arqueológico Tierradentro fue creado en 1945 y declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1995. Es el único testimonio de una civilización desaparecida. Anualmente, alrededor de 12 mil personas lo visitan y viajan hasta el pasado.
“No hay muchos ejemplos de hipogeos en las culturas. Los más famosos son de la Edad de Bronce en Grecia y Turquía. La toba, al ser una piedra volcánica suave, permite trabajarse sin mucha dificultad, además de que facilita las estructuras bajo tierra. Es un trabajo muy artesanal. Se pueden interpretar muchas cosas, pero al final la arqueología no puede tener todas las respuestas”, señaló Amaya.
Al final, arguye Amaya, somos humanos hablando de humanos. De forma que el punto más interesante para abordar, más allá de las estructuras, es la muerte: un fenómeno natural que le compete a cualquier ser vivo.
“La arqueología tradicional ha estado muy enfocada en hablar de los objetos: la ollita, los instrumentos. Pero lo importante es que empecemos a hablar de procesos humanos y sociales. Así podremos generar mayor empatía. Hay cosas que nos unen y es eso. Cuando se habla de la muerte, las personas se conectan con su historia de vida y la relación con sus muertos”, apuntó.
Hoy, Tierradentro es habitado por el pueblo Nasa. Para ellos, el territorio es un punto energético donde confluyen cientos de energías importantes. Por otro lado, se estima que todavía faltan más de 100 hipogeos por descubrir. El ICANH no ha adelantado las excavaciones, pues aseguran que no es algo del todo necesario. Lo que sí es obligatorio: conservarlo.
“No hay muchas estructuras en el mundo que se parezcan a esto. Este ha sido un cuidado de muchos años que ha implicado ensayo y error. Se han cometido equivocaciones, pero es parte del proceso”, concluyó.