Ambiente
Observar osos en Colombia: una actividad cada vez más popular. Conozca qué hacer si ve uno
Hasta los años 80 la mayoría de las personas no creía que estos animales pudieran vivir en el territorio nacional. Hoy además de tener la certeza de que esta es una tierra de osos, toparse con uno es menos extraño debido a la destrucción de los bosques donde habitan para construir carreteras.
No es casual que durante años los colombianos pensarán que la existencia de los osos en el país era una leyenda urbana. De hecho, en los años 80 sabían de osos polares, pardos o pandas gracias a la televisión y el cine de la época, y a una que otra referencia en las aulas de clase. Era muy raro que alguien hablara públicamente de los osos andinos. Los avances de las investigaciones y el cada vez más recurrente interés de los medios por incluirlo en sus agendas transformó el imaginario nacional.
Daniel Rodríguez, director de la Fundación para la Investigación, Protección y Conservación del Oso Andino (Wii), reconoce haberse sorprendido en la universidad cuando supo que Colombia era una tierra de osos. “Cómo era posible que yo me creía biólogo y no lo sabía. Tenía conocimiento de que en el país había dantas y manatíes, jaguares y un montón de cosas más, pero osos, nunca”.
Con el paso del tiempo, el oso andino llegó también a los colegios y a las ciudades. En la medida que el pavimento pasó a ocupar territorios donde antes había bosques, comenzó a ser cada vez más probable que cualquiera pudiera toparse con un oso. “No deja ser una lotería”, puntualiza Adriana Reyes, bióloga de la Fundación Wii, quien vio por primera vez uno cuando era niña, en un parque recreacional en Cúcuta y años después, un ejemplar la sorprendió mientras trabajaba en campo.
El 23 de julio de 2021, se avistó un oso andino en la vereda El Verjón de la localidad de Chapinero y otro en el municipio de Paipa, específicamente en la vereda La Bolsa, y hace tres semanas se reportó la aparición de uno en Iquira, Huila, cuando este rondaba la reserva forestal Tapeya. A propósito de los registros en Cundinamarca, la alcaldía La Calera ha difundido una serie de recomendaciones en caso de toparse con un oso. “Haz un desvío el lugar por donde está el oso, y no lo molestes: retírate en calma y silenciosamente. Si es una osa con cría no intentes acercarte”. También recomienda emitir fuertes sonidos cuando se tenga un ejemplar cerca, ya se que asusta fácilmente con el ruido, y es posible alejarlos.
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Nicolás Reyes Amaya, curador de la colección de mamíferos del Instituto Humboldt, y otro de los biólogos que cumple más de una década trabajando con el oso andino en el país, se siente afortunado de haberse topado varias veces con ellos. “He tenido esa buena estrella de tenerlos inclusive a diez pasos, porque pueden pasar muchos años, antes de que la gente que trabaja con osos pueda ver uno. Lo más cerca que uno suele estar de ellos es de su rastro; de un árbol rasgado, mordido y lleno de pelos”.
Hoy en día los turistas que van, por ejemplo, a Chingaza tienen una alta probabilidad de encontrarse con un oso. Así lo asegura Amaya, quien advierte sobre los riesgos que representa el hecho de que la gente, en medio de la sorpresa y el entusiasmo, desestime que se trata de un animal salvaje. De hecho, recientemente han sido avistados unos 60 osos en el páramo.
“El oso es un animal curioso, pero no como lo es un perro, tampoco es un peluche; son carnívoros y tienen además dentaduras que les permite muchas veces romper de una mordida los huesos de una vaca”. El especialista llama la atención sobre la necesidad de que las personas lo entiendan. Hasta ahora no hay reportes negativos sobre este tipo de interacciones, pero sí persiste la preocupación de la comunidad científica en torno a lo que pudiera ocurrir cuando se toman videos o fotografías en modo selfie, sin guardar la distancia necesaria. “El oso se puede sentir acorralado o agredido; hay que darles siempre un espacio prudente”, recomienda Amaya.
Pensilvania a la vista
Una hembra de oso andino, bautizada como Pensilvania, en honor a los pobladores de la comunidad del mismo nombre que la hallaron cerca de sus viviendas, en el municipio de Moniquirá, se convirtió en un símbolo de solidaridad y unidad en el departamento de Boyacá. Decenas de personas, entre civiles y miembros de organizaciones, quisieron formar parte de la recuperación y, más adelante, de la liberación del ejemplar.
Pensilvania hizo que ver un oso dejara de ser exclusivo de unos cuantos y el operativo de retorno a su hábitat, el pasado 30 de marzo, se convirtió en festivo para la Corporación Autónoma Regional de Boyacá (Corpoboyacá), Fundación Bioandina, la Reserva Natural de la Sociedad Civil Corazón de la Montaña, Fundación Wii), el Instituto Humboldt , los pobladores de Pensilvania y de las comunidades aledañas, donde fue liberada con un collar satelital.
“Hoy sabemos que le fascina caminar y experimentar en las montañas y come bromelias que da gusto”, comenta Mónica Macia, al frente de la Reserva Natural de la Sociedad Civil Corazón de la Montaña. Herman Amay, director de Corpoboyacá, explica que como resultado de este monitoreo durante estos tres primeros meses, a través de señal GPS y VHF (radio), se puede afirmar con certeza que Pensilvania se encuentra saludable, “el procedimiento nos permitirá obtener además importante información biológica para el conocimiento y la conservación de la especie”.