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¿Qué tan solventes son las compañías de seguros?
En el 2020 se reportaron 14 huracanes y múltiples incendios forestales de grandes magnitudes. El sector asegurador pasó el examen de solvencia con relativa facilidad, no hubo quiebras y solo 9 de los 37 grupos aseguradores más relevantes del mundo sufrieron una rebaja en su calificación sin llegar a niveles de preocupación.
Las agencias internacionales elaboran ratings que, entre otras cosas, evalúan la capacidad de pago de las aseguradoras y de alguna forma la solidez de estas compañías pasan a ser del dominio público cuando se comparte esa información. Entretanto, los reguladores y supervisores del sector se preocupan por crear normas y hacerlas cumplir de manera que se garantice la solvencia de las aseguradoras para pagar indemnizaciones en momentos de catástrofes como terremotos, huracanes y epidemias como las del covid-19.
De hecho, existe una normativa que hoy en día está implementada en casi todo el mundo, la normativa de Solvencia II, que promueve un enfoque integral de la gestión del riesgo. En el cálculo de los requisitos de capital se tienen en cuenta la volatilidad de todos los riesgos a los cuáles se enfrentan las aseguradoras: catástrofes, mercado de capitales, de crédito y operacionales.
La diversificación del riesgo es una de las herramientas fundamentales para que las aseguradoras reduzcan la necesidad de capital y en este contexto entra la contratación del reaseguro, que es una especie de seguro que compran las aseguradoras a compañías internacionales con gran fortaleza patrimonial y diversificación de riesgo global.
Mediante la utilización de este mecanismo, las aseguradoras colombianas entran en contacto con los eventos mundiales que pudieran afectarlas, favorable o desfavorablemente, en cuanto a tendencias y precios. Es por eso que los huracanes que causan daños en la Florida o Texas pueden tener un impacto en el precio de las coberturas catastróficas en Colombia, al igual que los terremotos o inundaciones. De igual forma, los cuantiosos daños generados por el estallido social chileno han traído cambios en la suscripción de la cobertura de AMIT (Actos Mal Intencionados de Terceros) en el país, que en términos prácticos es la que cubre los daños generados por los disturbios sociales recientes en las principales ciudades.
El cálculo de los riesgos y sus volatilidades necesita de modelos sofisticados. Por esa razón hoy en día la industria aseguradora global está contratando cada vez más profesionales en áreas como la analítica y la ciencia actuarial, que es la disciplina que aplica métodos matemáticos y estadísticos para evaluar el riesgo en seguros, finanzas y otras industrias y profesiones.
En este contexto, corredores de reaseguro del nivel de Guy Carpenter adquieren relevancia para asesorar a las aseguradoras en temas como la evaluación real de sus exposiciones, la optimización del capital, la mitigación de los riesgos y una adecuada selección de sus protecciones de reaseguro. “Su función ha pasado de ser una labor transaccional para convertirse en un acompañamiento consultivo”, precisa José Fernando Sánchez, senior vicepresidente en Guy Carpenter Colombia, la compañía especializada en riesgos y reaseguros.
En los lugares donde ya está implementada Solvencia II, los supervisores y las agencias calificadoras han evaluado ejercicios de estrés de los estados financieros, lo cual consiste en generar modelos, eventos hipotéticos de riesgos extremos -—como catástrofes muy severas— o riesgos del mercado financiero, para verificar que el capital de los reaseguradores y aseguradores sea suficiente para responder a esas circunstancias extremas.
En el año 2020, los efectos de la pandemia y las catástrofes naturales en varias partes del mundo pusieron a prueba los modelos y estándares utilizados por Solvencia II para los reaseguradores y aseguradores a nivel global. Difícilmente se habría proyectado una situación tan sistémica como la que se vivió con la crisis sanitaria.
En los dos últimos años, los estados financieros del sector asegurador fueron retados en distintas dimensiones, desde los obvios como las indemnizaciones por los costos adicionales en los seguros de salud o las indemnizaciones por las pérdidas de vidas humanas a causa del covid-19, hasta la falta de ingresos que sufrieron las aseguradoras por el cierre de negocios de sus clientes y la cancelación de seguros de automóviles por falta de uso. Adicionalmente, está el impacto que tuvo en sus portafolios de inversiones la caída temporal del mercado bursátil.
A esto hay que agregar que en el 2020 se reportaron 14 huracanes, siete de los cuales fueron de categoría superior a 3, así como múltiples incendios forestales de grandes magnitudes. El sector asegurador pasó el examen de solvencia con relativa facilidad, no hubo quiebras y solo nueve de los 37 grupos aseguradores más relevantes del mundo sufrieron una rebaja en su calificación sin llegar a niveles de preocupación. En términos generales el sector ha demostrado estar capitalizado para atender las obligaciones con sus clientes aún en situaciones extremas.
“En Colombia todavía no se han implementado las normas de Solvencia II, pero ya se está transitando por ese camino y esperamos en unos pocos años estar a ese nivel de capitalización y gestión de riesgo para que el público tenga mayor garantía”, concluye Sánchez.
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