Cultura

Revivir Macondo: artesanos colombianos se unen para rescatar los pescaditos de oro que fabricaba Aureliano Buendía

A través de este bello proyecto liderado por PazApporte se busca hacerle un tributo a la cultura popular de la Colombia profunda e impulsar la labor de jóvenes artesanos, especialmente en las zonas afectadas por el conflicto.

25 de agosto de 2021
Los ‘Artesanos de Macondo’ crean pescaditos, mariposas, llaves, campanitas y aves inspiradas en el realismo mágico de García Márquez.
Los ‘Artesanos de Macondo’ crean pescaditos, mariposas, llaves, campanitas y aves inspiradas en el realismo mágico de García Márquez. | Foto: Cortesía PazzAporte

Alrededor de 60 artesanos de municipios como Mompox, San Jacinto, Chimichagua, Tumaco y Barbacoas vincularon sus prácticas artesanales y trabajan para impulsar el realismo mágico que dejó Macondo, la tierra de ‘Cien años de soledad’, a través de la creación de pescaditos y mariposas de oro que resaltan el valor simbólico de la literatura colombiana.

Esta iniciativa surgió del proyecto PazApporte, que desde el 2014 se dedica al turismo literario recorriendo Colombia a través de las historias de los personajes reales e imaginarios de obras como ‘La Vorágine’, de José Eustasio Rivera en la Orinoquía; ‘La María’, de Jorge Isaacs en el Pacífico, y ‘Cien años de soledad’ de Gabriel García Márquez en el Caribe. Wilmar Duque, encargado de PazApporte, explica que Macondo se convirtió en una aldea universal debido al alcance y el impacto de la obra de García Márquez, que ha sido traducida a 49 idiomas.

Teniendo en cuenta el reconocimiento mundial de las mariposas amarillas y la magia que dejó Macondo, quisimos crear un valor simbólico, rescatar los pescaditos de oro que fabricaba Aureliano Buendía e incluir a la mayor cantidad de artesanos de Colombia. Nuestra propuesta se basa en lo que todos podemos leer en ‘Cien años de soledad’: consiguió imponer en Macondo el ambiente de paz rural con que soñaba el coronel Aureliano Buendía para morirse de viejo fabricando pescaditos de oro”, detalla Duque.

Este proyecto es un tributo a la cultura popular que está en lo más profundo de la Colombia oculta.
Este proyecto es un tributo a la cultura popular que está en lo más profundo de la Colombia oculta. | Foto: Cortesía PazzAporte

Cada una de las artesanías y de los productos de los ‘Artesanos de Macondo’ tiene una historia. Además de los pescaditos, crean mariposas, llaves, campanitas y aves inspiradas en el realismo mágico de García Márquez. En la producción de una joya intervienen artesanos de diferentes regiones del país. En Mompox se hace el trabajo en oro y plata; en Tumaco y Barbacoas se trabaja la filigrana; en Cundinamarca, la cuna del dorado, se hace el baño de oro de las figuras, y en Boyacá se incluyen las esmeraldas y los rubíes.

La precisión de cada uno de los detalles de estas piezas contribuye a traer el realismo mágico de Macondo a la realidad. Por ejemplo, se sabe que el coronel Aureliano Buendía utilizaba rubíes en sus pescaditos de oro, y que el coronel Nicolás Márquez, el abuelo de Gabriel García Márquez, usaba esmeraldas.

Quisimos beneficiar a muchos artesanos, especialmente a jóvenes que están en territorios afectados por el conflicto. Este proyecto es un tributo a la cultura popular que está en lo más profundo de la Colombia oculta”, agrega Duque.

‘Artesanos de Macondo’ también le da visibilidad a las mujeres que, representadas por Úrsula Iguarán de ‘Cien años de soledad’, son emprendedoras. Una de ellas es Carmen Vargas, artesana de Mompox, quien dice que en su pueblo ya hay más de cien talleres de orfebrería. “En este proyecto estamos reunidas varias culturas, más que todo de regiones indígenas. El trabajo de filigrana y orfebrería de los pescaditos de oro favorece a muchos artesanos, solo en este taller nos beneficiamos seis familias directamente. El trabajo artesanal merece ser reconocido aún más en Colombia y en el mundo”, comenta.

PazApporte también busca darle un valor agregado a los productos que ya existen en las regiones, como las famosas esteras hechas por las artesanas de Chimichagua, Cesar, que quisieron ingresar al realismo mágico y ahora, se conocen como las esteras voladoras que los gitanos llevaban a Macondo.