Cultura
San Jorge, el río sagrado de los zenúes
El conquistador español Pedro de Heredia lo bautizó así en el siglo XVI. Esta fuente hídrica, que sirvió para el florecimiento zenú, alberga la historia cordobesa. Hoy enfrenta algunas amenazas.
Por: Carlos Marín Calderín*
La riqueza hídrica de Córdoba es inmensa. Hay ciénagas, caños, humedales, quebradas, mar y ríos, uno de ellos es el San Jorge. “En la época prehispánica este se constituyó en el eje articulador de la provincia del Panzenú, constitutiva de la confederación del Gran Zenú”, explica Roger Serpa Espinosa, investigador.
Nace en el Parque Nacional Natural Paramillo, desciende a través de las serranías de San Jerónimo y Ayapel, atraviesa parte de Sucre, la cuenca momposina, antes de desembocar en el río Magdalena, en Bolívar; tras recorrer 386 kilómetros en los que ejerce influencia en una superficie de 95.500 kilómetros cuadrados.
Al San Jorge lo bautizó así el conquistador español Alonso de Heredia en la década de 1530; en realidad, lo renombró, porque antes de que él lo viera, alrededor del río ya existía un mundo donde las cosas no carecían de nombre, como sí en la aldea de los Buendía, un mundo habitado por la sociedad precolombina zenú, que lo llamaba Xegú o Jegú.
Aunque lo zenúes no conocían los espejos, sí eran una sociedad muy tecnificada. Una de sus proezas de ingeniería fueron los camellones construidos en la ribera del río entre los siglos I y VI, de acuerdo con los historiadores. Estos abarcaban 50.000 kilómetros cuadrados, aproximadamente, y eran considerados como la red de canales prehispánica más grande de América. Así, los indígenas controlaron las inundaciones, se establecieron en las riberas y llevaron agua hasta sus cultivos durante las sequías.
Hoy el San Jorge enfrenta dos problemas graves, la pesca con explosivos y la obtención de oro a través del método de la flotación en mercurio, lo que borra su memoria y afecta su riqueza. Otro peligro que atenta contra el río es el turismo, como lo afirma el escritor e investigador José Luis Garcés González: “Su cauce está rodeado de ciénagas, siendo la más importante la de Ayapel, la cual es utilizada para paseos, viajes y visitas vacacionales. No debe olvidarse que es una región inundable y el buen tratamiento de sus aguas, incluyendo las de las ciénagas, contribuye al equilibrio ecológico”, dice.
Garcés se basa en varios estudios para sugerir su recuperación, que incluiría la resiembra de peces, el control de pesca, el mantenimiento del equilibrio ecológico protegiendo y controlando las ciénagas, los caños, los zapales y los ojos de agua. Todas estas acciones “serían benéficas para la agricultura, la leña y la madera de toda la región. Se debe planificar de manera racional y sostenible la extracción de oro, carbón y cualquier otro metal que haya en el área de influencia del río. De esta forma se facilitaría el transporte personal y mercantil hacia el río Cauca y luego hacia el Magdalena”.
Por su parte, Serpa Espinosa sostiene que, con la apertura de la red de carreteras y el predominio del transporte terrestre a partir de mediados del siglo pasado, “muchos de los pueblos ribereños del río San Jorge y a orillas de caños, ciénagas y humedales, recuerdan con nostalgia las épocas de esplendor y progreso, alentados por las aguas fecundas del río sagrado de los zenúes”.
*Periodista y escritor.
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